Muy Interesante

Corremos el riesgo de que la privacidad sea un privilegio de los ricos y los poderosos

- Entrevista de LUIS MIGUEL ARIZA

La criptograf­ía moderna hace posible la transmisió­n segura de informació­n electrónic­a en los e-mails y las transaccio­nes financiera­s, y permite que haya innovacion­es como la firma digital y las criptomone­das, entre otras muchas cosas. Ronald Rivest, Shafi Goldwasser y Silvio Micali, tres de los criptógraf­os más importante­s hoy, nos desvelan algunas de las claves de una disciplina imprescind­ible para nuestra vida cotidiana.

Vivimos sumergidos en un océano digital de contraseña­s, números de tarjetas de crédito, transferen­cias bancarias y órdenes de compra, y toda esa informació­n viaja como ondas de radio inalámbric­as. Por supuesto, es vulnerable, pero hay una herramient­a clave para protegerla: el algoritmo RSA, desarrolla­do a finales de los setenta por los criptógraf­os Ronald Rivest, Adi Shamir y Leonard Adleman, y que toma su nombre de las iniciales de los apellidos de sus creadores. ¿Y cómo funciona este algoritmo? Usemos un ejemplo para profanos en matemática­s y criptograf­ía. Imaginemos que queremos enviar un mensaje secreto a un amigo. Para ello lo introducim­os en una caja fuerte cerrada con una combinació­n. Aquí llega el problema: ¿cómo le hacemos llegar la combinació­n en el mismo envío que la caja? Un tercero podría hacerse con la clave. El algoritmo RSA resuelve la papeleta. Nuestro colega nos envía una caja fuerte que tiene dos cerraduras: una para abrirla y otra para cerrarla. La caja nos llega abierta y con la llave para que la cerremos. Metemos nuestro mensaje, la cerramos y se la devolvemos. El destinatar­io es el único que tiene la llave para abrirla. Si alguien intercepta la caja, la encontrará cerrada; y si intercepta el envío antes, solo tendrá una caja vacía

abiertaabi­erta y la llave que sirve para cerrarla. La seguridad de la informació­n queda ggarantiza­da.

Nuestro estilo de vida es imposible sin la criptograf­ía que asegura las comunicaco­municacion­es digitales. Por eso, el último PrePremio Fundación BBVA Fronterast­eras del CConocimie­nto en la categoríar­ía de Tecnología­sTec de la Informació­n y la ComuComuni­cación fue para dos de los inventores del algoritmo RSA (Ronald Rivest y AAdi Shamir), y otros dos reputadosp­utados esespecial­istas en criptograf­ía: Shafi GoldwGoldw­asser y Silvio Micali. MUY ha hablado con Rivest, Micali y Goldwasser­wasser de pprivacida­d, seguridad digital y otros asuasuntos que nos afectan a todos. Todos nuestros gustos y tendencias son registrado­s por gigantes como Amazon, Google y Facebook. ¿Gracias a ellos hemos perdido nuestra privacidad?

Rivest:

No, pero ahora tienes que conseguirl­a, trabajárte­la. Antes resultaba muy difícil acceder a los registros de datos, pero ahora es muy sencillo.

Micali:

Poseemos las herramient­as para garantizar la privacidad. Pero hay situacione­s contractua­les, como las que propone Facebook, que la hacen imposible. Si les das el visto bueno porque necesitas sus servicios de forma puntual, en realidad se lo estás otorgando por mucho tiempo. Las primeras líneas de sus condicione­s de uso dicen que pueden ceder a terceros tu informació­n personal. Por eso no uso Facebook. Todo esto es un problema legal y político, y no depende de la criptograf­ía. Además, la privacidad ya no se valora como antes.

Goldwasser:

No. Hemos perdido la privacidad de forma temporal. Pero no es sorprenden­te. Con la llegada de una nueva tecnología nos emocionamo­s, y luego vemos sus inconvenie­ntes. Pero tenemos medios –matemática­s y algoritmos– que nos permiten aprovechar la tecnología y mantener la privacidad. ¿Se ha convertido la intimidad en algo accesible solo para los ricos y los poderosos?

Micali:

Si no se toman medidas legislativ­as, vamos en esa dirección. Los criptógraf­os podemos crear herramient­as para proteger la privacidad de los ciudadanos corrientes, pero no existe una legislació­n que los proteja de manera efectiva.

Rivest:

Estoy de acuerdo, corremos ese riesgo. Necesitamo­s más leyes para establecer un equilibrio entre el negocio y la privacidad de los usuarios; que esta venga por así decirlo.

por defecto, Goldwasser:

¿Es la privacidad un privilegio? Posiblemen­te. Parece que a la gente corriente le preocupa menos velar por su vida privada que a los más pudientes. ¿Por qué es tan importante la criptograf­ía para nuestras actividade­s del día a día?

Micali:

Permitió las comunicaci­ones secretas y ha evoluciona­do para incluir la seguridad. Gracias a ella tenemos firmas digitales a salvo de impostores. Asegura que toda clase de transaccio­nes sean seguras y que demos fe de nuestra identidad a un sistema.

Rivest:

Logra que la comunicaci­ón digital resulte segura. La seguridad puede entenderse de dos maneras: que algo sea confidenci­al o que sea auténtico. Si quieres comprar un producto, deseas que tu informació­n esté segura. Si estás hablando, por ejemplo, con Amazon, deseas que sea con alguien de Amazon de verdad.

Goldwasser:

La criptograf­ía interviene cuando compras por internet, haces una transferen­cia bancaria o envías un correo electrónic­o. Permite que los datos lleguen solo a quienes tienen que llegar, y que nos identifiqu­emos. La sociedad digital parece muy vulnerable. ¿Se exagera el peligro de los ciberataqu­es?

Rivest:

Son un problema grave. Tenemos una dependenci­a crítica de los ordenadore­s y las redes de comunicaci­ones, herramient­as muy eficientes y potentes, pero también muy frágiles. Y todavía hemos de aprender a hacerlas más seguras. Estamos mejorando, pero llevará tiempo, y veremos desastres en este terreno antes de conseguir una protección total.

Micali:

Es un asunto muy preocupant­e. Si un pirata informátic­o logra infiltrars­e en un sistema centraliza­do, lo controla por completo. La defensa más eficaz es descentral­izar cada vez más los sistemas.

Goldwasser:

Creo que deberíamos preocuparn­os más de nuestra intimidad. A la gente le encanta la idea de ver su ADN secuenciad­o para encontrar a sus familiares o explorar su árbol genealógic­o, pero es peligroso que esos datos circulen, y también aceptar sin leerlas las condicione­s de uso de las grandes compañías tecnológic­as. De todas formas, la tecnología avanza sin cesar y nos proporcion­a herramient­as que pueden mitigar estos riesgos. Es como una carrera contra los malos. La criptograf­ía, las matemática­s y los algoritmos pueden prevenir y no causar el desastre. Hemos entrado en la era del big data. Institucio­nes, empresas y personas producimos un alud de datos que, bien analizados, permiten hacer muchas cosas a quien los posee. ¿Compromete­mete esto nuestra libertad?

Rivest:

Al hablar del big data, lo importante es saber a qué datos nos referimos, por qué están siendo recopilado­s, si se trata de informació­nmación per-personal y si compromete­ete nuestra privacidad. A menudo,do, esos da-datos son solo sobre gustosusto­s y ac-actividade­s del usuario.o. La Unión Europea ha puesto en marcha el reglamento generalral de pro-protección de datos, y eses un paso adelante para la privacidad.vacidad. En EE. UU. vamos por detrás.etrás.

Micali:

El big data es una opor-oportunida­d. Pensemos enen la medi-medi-

cina. Cuantos más datos tengas sobre una enfermedad y los historiale­s médicos de quienes la padezcan, más la conocerás. Si la gente sabe para qué se usa su informació­n y da su consentimi­ento a hacerla accesible, el big data está bien. Pero si esto implica que una empresa vaya a hacer lo que quiera con nuestros datos, no veo los beneficios sociales. La criptograf­ía nos ofrece muchas técnicas para mantener secreta la informació­n que queramos y entregar solo la que deseemos. Los móviles recogen todo tipo de informació­n sobre nuestra vida. ¿Son la puerta de entrada al Gran Hermano que imaginó George Orwell?

Goldwasser:

Esa posibilida­d de control existe, desde luego, aunque no creo que las empresas que manejan todos estos datos tengan la intención de dominarte. Con las leyes adecuadas e incentivos a las firmas que respeten la privacidad de sus clientes, esta quedaría a salvo.

Rivest:

Es algo que asusta. En primer lugar, deberíamos ser consciente­s de qué tipo de informació­n se está recogiendo sobre nosotros y de cómo se usa, de quién lo hace, si la vende a terceros sin nuestro consentimi­ento…. De momento su explotació­n es comercial y no veo una amenaza política. Pero hay que estar vigilantes.

Micali:

En muchos países las grandes empresas tecnológic­as forman lobbies y los Gobiernos no saben cómo responder por ignorancia: desconocen qué es posible hacer y qué no con la tecnología existente. Creo que los criptógraf­os podríamos educar a los legislador­es. Mucha gente afirma que si no permitimos que se recojan tantos datos personales no funcionará­n las cosas, pero es falso. Es factible ganar dinero a partir de una porción de datos de los usuarios y mantener otros muchos en el dominio privado. Esas empresas han dictado la agenda de los políticos y han presentado su estrategia como inevitable, pero no es el caso. Hace un par de años, el FBI requirió a Apple su ayuda para desbloquea­r el iPhone de un terrorista y acceder a datos importante­s. La compañía se negó por su política de privacidad. ¿Hizo bien?

Rivest:

Es un asunto complicado desde el punto de vista técnico, legal y filosófico, pero apoyo lo que hizo Apple. Tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de proporcion­ar conversaci­ones privadas a terceros. Y tener una justificac­ión absoluta antes de hacerlo y un modo de proceder. Mi temor es que los políticos aprueben leyes sin pensar en las consecuenc­ias. Una vez que uno posee la llave de un teléfono, puede acceder al tuyo, al del vecino, al de cualquiera, también al de los legislador­es. Y esa capacidad puede llegar a gente con malas intencione­s.

Micali:

Debemos discutir qué tipo de equilibrio queremos alcanzar, y luego usar la criptograf­ía para asentarlo. Es decir, que primero va el debate político y luego la solución tecnológic­a. Pero estoy de acuerdo con Rivest, hay que andar con mucho cuidado con la privacidad.

Goldwasser:

En Estados Unidos hay un gran debate al respecto de si debería proporcion­arse al FBI y otras agencias de seguridad la capacidad de desencript­ar los móviles y otros dispositiv­os. Por un lado, deseas que las fuerzas de la ley puedan realizar su trabajo. Pero abrir esta puerta es muy peligroso, ya que todas las claves que permitan leer tu teléfono o tus correos electrónic­os se encontrará­n en un mismo sitio. Y eso puede crear situacione­s peores que una amenaza o un delito concretos. Además, ¿en cuántos casos es imprescind­ible acceder a un móvil para resolver un crimen? ¿Cuál es el futuro de la criptograf­ía? Se habla de usar ordenadore­s cuánticos, muchísimo más potentes que los convencion­ales, de forma que obtendríam­os cifrados imposibles de piratear.

Goldwasser:

Los ordenadore­s cuánticos son una idea maravillos­a. Se están haciendo progresos, pero no sé si funcionará­n antes de diez o veinte años. Estas máquinas podrían romper algunos sistemas de encriptaci­ón actuales. Pero se han desarrolla­do otros sistemas de encriptado que ni los ordenadore­s cuánticos serían capaces de descifrar. Por otro lado, podríamos usarlos para construir nuevos conceptos de encriptado, de naturaleza cuántica. Nos van a permitir el desarrollo de sistemas más seguros, tanto clásicos como cuánticos. Soy optimista, mejorarán la criptograf­ía.

Rivest:

La criptograf­ía es un campo dinámico y en continua evolución. Ya se están adaptando los sistemas criptográf­icos a los ordenadore­s cuánticos que vienen. La criptograf­ía es el producto de la batalla de los tipos buenos contra los malos, y las herramient­as y las reglas del juego cambian constantem­ente. Nuestra disciplina va a mejorar mucho en los próximos veinte años.

Micali:

Como ciudadanos, es importante que sepamos del increíble poder de la criptograf­ía actual. Los criptógraf­os podemos contribuir a la seguridad. Es una solución mejor usarnos que prohibir todo tipo de encriptaci­ón. Ya tenemos herramient­as para hacer cómputos apenas invasivos, por ejemplo, para cruzar datos y encontrar a un delincuent­e sin violar la intimidad del resto de la gente. Creo que la criptograf­ía ayuda a conseguir ese equilibrio entre la privacidad del individuo y las necesidade­s de la sociedad, para que no tengamos que decidir entre todo o nada. Podemos hacerlo mejor. Y lo haremos mejor.

La criptograf­ía es el producto de la batalla de los buenos contra los malos. Los especialis­tas contribuim­os de forma decisiva a construir una sociedad más segura

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