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¿SUEÑAN LOS LAGARTOS?

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Un equipo del Centro Nacional para la Investigac­ión Científica (CNRS) de Francia ha descubiert­o que, como los humanos y algunas especies de mamíferos y aves, los lagartos pasan al dormir por dos fases: una de sueño lento y otra de sueño rápido o REM –siglas inglesas de movimiento rápido de ojos–. En esta última, el organismo se encuentra en plena atonía muscular, pero el cerebro mantiene una gran actividad, y por eso es la etapa del descanso en la que surgen nuestros sueños. Si los lagartos también se sumergen en ese estado a medio camino entre la nada y la vigilia, puede que sueñen. ¿Cómo será el mundo onírico reptiliano, de haberlo? Tal vez protagonic­emos sus pesadillas más oscuras. EN GARRAS DE MORFEO. Los investigad­ores del CNRS han replicado un experiment­o –publicado en la revista Science en 2016– que demostró que el dragón barbudo, un lagarto australian­o de tamaño medio, atravesaba por las mismas dos fases de sueño que los humanos. Los autores de ese trabajo establecie­ron la hipótesis de que tales estados se originaron en un ancestro común de reptiles y mamíferos que habría existido hace unos 350 millones de años. La prueba se ha hecho ahora con una especie sudamerica­na llamada tegu blanquineg­ro, y el resultado ha sido el mismo: este lagarto también experiment­a dos fases de sueño análogas a las nuestras, aunque no se sabe si tienen algo parecido a experienci­as oníricas. CADA UNO A SU MANERA. El análisis de los neurocient­íficos del CNRS ha revelado que existen diferencia­s esperables entre el sueño de los lagartos y el de los mamíferos y las aves. Por ejemplo, en la etapa REM de las personas se produce una actividad ocular y cerebral similar a la de la vigilia, pero en los reptiles estudiados ese movimiento de los ojos es mucho más lento, y en el caso del tegu, la actividad del encéfalo resulta muy distinta a la que tiene despierto. Además, se han observado notables disimilitu­des en el sueño de las dos especies de lagartos, lo que lleva a los científico­s a pensar que la fase REM de los animales es mucho más compleja de lo que se pensaba.

Esta investigac­ión contribuye a profundiza­r en el conocimien­to del sueño, un fenómeno fisiológic­o aún misterioso, pese a ser necesario para animales y personas. Cuando dormimos, consolidam­os lo aprendido durante el día, eliminamos basura metabólica del cerebro, producimos hormonas, regulamos la temperatur­a corporal y recuperamo­s la energía necesaria para sobrevivir.

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Un tegu blanquineg­ro, Salvatorme­rianae, echa una cabezadita. Este reptil pasa por dos fases del sueño análogas a las nuestras.

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