Noticias desde Pompeya
La ciudad romana sepultada por la erupción del Vesubio hace casi dos mil años vuelve a dar titulares. Por primera vez en tres décadas, los arqueólogos la excavan de forma sistemática, y sus hallazgos responden a las expectativas: grafitis que cambian la h
La estimación más aceptada cifra en unas 12.000 personas la población del núcleo urbano de Pompeya en la fecha de su final
Los especialistas lo sospechaban. La violenta erupción del Vesubio que aniquiló a la vez que preservó Pompeya no sucedió el 24 de agosto de 79 d. C., fecha tradicionalmente admitida, sino bien entrado el otoño de ese año. Los errores de los copistas medievales con los numerales romanos serían el origen de este desfase cronológico puesto en evidencia por las pruebas arqueológicas.
Los restos encontrados en las excavaciones pompeyanas a lo largo de décadas contradecían la datación histórica: numerosos braseros con indicios de estar en uso en la fecha del desastre; frutos carbonizados inequívocamente otoñales; cadáveres vestidos con ropas de abrigo poco apropiadas para el caliente verano del sur de Italia... Y había uno casi definitivo, citado por la historiadora británica Mary Beard en su libro Pompeya: una moneda acuñada en septiembre de 79 d. C. Pero ha sido una inscripción al carboncillo encontrada hace unos meses en la pared de una casa la que ha aportado la prueba más sólida. Parte de la frase –recién escrita cuando el volcán entró en acción, según los expertos– dice “decimosexto día antes de las calendas de noviembre”. Es decir: el 17 de octubre, según nuestro calendario. A partir del hallazgo, historiadores y arqueólogos han deducido que la catástrofe sucedió una semana después, el 24 de octubre, jornada dos meses posterior a la fecha que aparece en las copias medievales de la carta en la que el escritor Plinio el Joven (muerto en 113 d. C.) relataba al historiador Tácito cómo fue la erupción del Vesubio que convertiría Pompeya en una máquina del tiempo. ¿Qué pintaba semejante inscripción en esa domus (casa), que se hallaba en obras en aquel momento, de acuerdo con los arqueólogos? La hipótesis de sus descubridores es que la hicieron los hombres que trabajaban en la construcción, seguramente con la intención de borrarla antes de entregar la vivienda rematada al propietario.
ESTE GRAFITI ES POR AHORA EL DESCUBRIMIENTO MÁS REVELADOR DE LAS NUEVAS EXCAVACIONES EN POMPEYA, las primeras a gran escala desde hace treinta años, un periodo en el que los trabajos se han limitado al mantenimiento (a veces urgente) de unas ruinas que, pese a su excepcionalidad, han pasado por momentos difíciles por la mala administración de los recursos económicos, una burocracia ineficaz, los saqueos y la interferencia de la Camorra. Esta mafia, afincada en el entorno de la cercana Nápoles, controla buena parte de las empre--
sas que han recibido encargos para trabajar en Pompeya, lo que ha dado pie a numerosos actos corruptos ajenos a la conservación científica de la ciudad, redescubierta en 1748.
Pero la situación ha cambiado en los últimos años. El Gran Proyecto Pompeya, financiado con 105 millones de euros aportados por la Unión Europea y el Estado italiano, ha permitido que los expertos vuelvan a trabajar. Y les queda tarea, porque cerca de un tercio del yacimiento permanece virgen. Los arqueólogos se centran en la Regio V, nombre que recibe uno de los sectores en los que se ha dividido la urbe, hoy repleta de fosos y andamios, y vedada por ahora al público. Allí están emergiendo, por ejemplo, las habitaciones decoradas con ricos frescos de la Casa de Júpiter, una domus conocida hace tiempo pero que solo ahora está desvelando sus secretos. En otra lujosa vivienda se han encontrado pinturas de alta calidad y vivos colores magníficamente conservados gracias al material volcánico que lo cubrió todo. Las estancias de las grandes mansiones pompeyanas solían decorarse con pinturas de colorido intenso, a menudo de contenido mitológico, pero también con representaciones de animales, plantas y edificios.
FOTO BIMILENARIA. Los hallazgos se producen casi a diario. El pasado junio, los medios se hicieron eco del de un esqueleto perteneciente a un varón de unos treinta años que huía de la catástrofe con una bolsa con veinte monedas de plata. Uno de los más sorprendentes es un tramo de calle con tres edificios dotados de grandes balcones, algo excepcional, porque en Pompeya apenas se han conservado pisos superiores en buenas condiciones. En uno de ellos permanecen unas ánforas de vino volcadas, al parecer puestas allí para secarse al sol. Otra de las joyas desenterradas es la domus de los delfines, seguramente posesión de una familia noble que hizo decorarla con refinados frescos en los que aparecen los dos cetáceos que dan nombre a la casa, además de otros animales reales y fantásticos. Instantáneas de un mundo perdido que permanece a la espera de volver a la luz.
En Pompeya se han encontrado más de 1.100 cadáveres. La mayoría de los habitantes de la ciudad escaparon a tiempo