RELIGIÓN, EDUCACIÓN Y CREDULIDAD
LA FE Y LAS CREENCIAS EN PODERES SOBRENATURALES Y ALIENÍGENAS ESTÁN ESTRECHAMENTE VINCULADAS.
PARECE OBVIO. A FIN DE CUENTAS, la religión suele tener muchos componentes paranormales. Pero hay quienes desde hace décadas han argumentado que es la pérdida de la auténtica fe la que lanza a la gente hacia creencias (más) exóticas. Quienes así piensan suelen hacerse fuertes tras una cita del escritor G. K. Chesterton: “Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en todo”.
El último sondeo sobre los miedos de los estadounidenses de la Universidad Chapman y otros anteriores sobre la religiosidad de la Universidad Baylor demuestran que no es así: los ateos –4 % de los estadounidenses– son menos proclives a creer en lo paranormal que los creyentes convencionales –más del 80 %–, quienes a su vez son más escépticos que quienes ven a la divinidad como una fuerza cósmica. La gente que ha cursado estudios superiores tiende también a ser menos crédula, pero no hay diferencias significativas por afiliación ideológica.
Los convencidos en uno o dos temas son más que los que apuestan por todos o casi todos. Un 4,8 % de los norteamericanos cree en siete fenómenos extraños; un 7,5 %, en seis; un 9,2 %, en cinco; un 12,4%, en cuatro; un 12 %, en tres; un 14,7%, en dos; un 15,2 %, en uno. Hay un sector de la América paranormal que vive en una realidad alternativa y otro que, aun teniendo ciertas creencias, mantiene una postura escéptica frente a historias que no sean las suyas. Siempre ha habido parapsicólogos que rechazan a los videntes, apasionados por las visitas extraterrestres en la Antigüedad que reniegan de los ovnis, cazadores del bigfoot que se ríen del monstruo del lago Ness y buscadores de la Atlántida que no creen en el poder de las pirámides.