Arte inmersivo para combatir el desastre ecológico
Las extinciones masivas de especies no son una novedad en nuestro planeta, pero la que estamos viviendo en nuestros días, la sexta de la historia, es la primera provocada por el ser humano. Movimientos sociales como Extinction Rebellion nos invitan a actuar para salvar la Tierra de esa emergencia y del cambio climático, y el arte, en combinación con tecnologías inmersivas, como las realidades virtual, aumentada y mixta, es una de las herramientas que pueden ayudarnos a conseguirlo.
Una serendipia es un hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual. Y justo eso es lo que vivió el pasado invierno Carl H. Smith, director del Centro de Investigación de Tecnología del Aprendizaje en la Ravensbourne University London (Inglaterra), tras darse cuenta de la conexión que existe entre dos fenómenos emergentes y unidos por el mismo acrónimo –XR–: la realidad extendida y la Extinction Rebellion (en castellano, ‘rebelión contra la extinción’). El primero es un término reciente que aglutina en un concepto más amplio toda la gama de tecnologías inmersivas que existen: la realidad virtual (RV), la aumentada (RA) y la mixta (RM) –una combinación de las dos primeras, ya que nos permite ver el mundo real pero implementado por el digital (igual que la RA) y además crear universos simulados con los que se puede interactuar (más propio de la RV)–. Asimismo, incorpora otras innovaciones relacionadas con este universo, como las proyecciones en 360º, que sumergen al espectador en el centro de la acción.
En cuanto al segundo concepto, la Extinction Rebellion es un movimiento internacional que nació en mayo de 2018 y aboga por la desobediencia civil no violenta como modo de presión sobre los Gobiernos para que tomen medidas contra el cambio climático en un planeta inmerso en la sexta extinción masiva de la vida, una crisis global provocada, por primera vez en la historia, por el ser humano, y no por causas naturales –como el clima y los volcanes– o cósmicas –el impacto de un meteorito–. Un centenar de científicos, intelectuales y otras personalidades han dado forma en el Reino Unido a esta organización, que, en su primera declaración, proclamó: “Estamos en medio de la sexta extinción masiva, con aproximadamente doscientas especies desapareciendo cada día. Los seres humanos no pueden seguir violando las leyes fundamentales de
la naturaleza o de la ciencia con impunidad. Si continuamos en el camino actual, nuestro futuro es sombrío”.
¿La sinergia de estos dos movimientos XR podría salvarnos del trágico destino que señalan los científicos de Extinction Rebellion? Muchos artistas que usan como herramienta la realidad extendida piensan que sí, y por ello están creando espacios inmersivos capaces de conectarnos como especie con la naturaleza a un nuevo nivel de experiencia, más profundo. La serendipia londinense de Carl H. Smith ha llevado así a una serie de artistas tecnológicos a cuestionarse cómo se relacionan las tecnologías XR con las propuestas de este movimiento social que se ha extendido por todo el mundo, incluido nuestro país –bajo el nombre de Extinction Rebellion Spain–, con acciones que combinan el activismo climático, la ciencia y el arte. Los militantes de esta organización ecologista en España piden, por ejemplo, que se implementen asambleas ciudadanas en cada ciudad, con personas elegidas al azar, para iniciar el debate de la transición hacia otro tipo de economía que no se base en los combustibles fósiles –cuya quema se asocia directamente con la emisión incontrolada de gases de efecto invernadero a la atmósfera–.
EL PASADO 19 DE ENERO, SE CELEBRó EN LONDRES UN EVENTO LLAMADO XR FOR XR, planificado por la Cyberdelic Society, que está formada por un grupo de teóricos y creadores de la realidad extendida. En él se dieron cita artistas, académicos, activistas y científicos –entre ellos, Carl H. Smith, miembro de dicha organización–, que exploraron cómo se pueden usar las tecnologías inmersivas en la lucha contra el cambio climático y la crisis de extinción, tanto para medir el impacto que el ser humano está provocando en nuestro entorno como para hallar soluciones. En ese marco se presentaron obras de artistas tan significativos como los británicos Marshmallow Laser Feast (MLF), los españoles Future Lighthouse y el turco Batuhan Bintas, que ha colaborado con su arte en la empresa EmpaticaXR. El también turco Ersin Han Ersin, del colectivo MLF, fue el encargado de plantear el punto de partida de XR for XR al explicar que, en estas obras, se busca reparar nuestra conexión rota con la naturaleza a través de la experiencia del arte.
Al otro lado del mundo, encontramos a teamLab, un colectivo de artistas y ultratecnólogos japoneses que ha abierto, en la isla artificial de Odaiba (Tokio), un museo –el Mori Building Digital Art Museum– don
Las acciones de Extinction Rebellion combinan activismo climático, ciencia y arte
de el medioambiente se convierte en arte. “La naturaleza se ha formado durante un largo periodo de tiempo. Al convertirla en arte, podemos obtener un sentido de su continuidad que los humanos no suelen percibir”, defienden. Sus obras representan la cumbre del arte digital XR, ya que permiten que nuestros cuerpos puedan transitarlas, que nuestra conciencia se sumerja en realidades mixtas, virtuales y reales a la vez. Y, por supuesto, interactuar con ellas. Estos creadores explican que el límite entre el yo y la obra de arte se vuelve ambiguo y que la inmersión colectiva permite la fusión de las personas y el mundo.
Este año, el colectivo nipón expuso sus obras por primera vez en nuestro país, en el Espacio Fundación Telefónica. Su director de proyectos, Kazumasa Nonaka, nos explica que “estas instalaciones llevan a reflexionar sobre la responsabilidad del ser humano con su entorno y sobre el lugar que ocupa formando un todo con la naturaleza”. La obra principal expuesta, Black Waves: Lost, Immersed and Reborn, está inspirada en la tradición artística japonesa, y sus olas digitales recuerdan a La gran ola de Kanagawa, pintada en 1830 por Hokusai. En Black Waves, la realidad virtual atraviesa la pantalla en sentido inverso: sale del ordenador hacia afuera y se apropia del entorno físico en el que transitan los visitantes. Esto es posible gracias a que el espacio expositivo incluye más de treinta proyecciones sobre paredes y suelos reflectantes, donde la recreación visual del agua generada por ordenador se percibe como una ola continua. Pretende hacernos ver que no somos solo una ola, sino el mar; toda la humanidad formamos parte de algo más grande que nosotros mismos, la vida. Nonaka subraya que ese tipo de impresión consciente es lo que persiguen al crear estas obras inmersivas, ya que nos pueden ayudar a pensar por encima de nuestra especie, en clave “somos todas las especies”.
MLF ES UNO DE LOS PRINCIPALES COLECTIVOS DE ARTE EN EL MUNDO. RECIENTEMENTE, EXPUSO EN LA GALERÍA SAATCHI DE LONDRES su obra We Live in an Ocean of Air (en castellano, ‘Vivimos en un océano de aire’), una instalación inmersiva multisensorial que refleja la conexión invisible que une a los mundos animal y vegetal. Es una pieza colectiva en la que pueden interactuar y sumergirse hasta seis personas, un mundo mágico virtual en 3D, donde el intercambio invisible de oxígeno y dióxido de carbono cobra vida y puede verse: los sensores asociados a las gafas de realidad virtual monitorizan y rastrean la respiración y el latido del corazón. Como comenta el británico Barney Steel, cofundador de MLF, “el sistema cardiovascular humano interactúa con las redes naturales que unen el bosque: los capilares, las arterias y las mitocondrias del ser humano fluyen hacia la hoja, el floema y el micelio, colocando cada inhalación y exhalación dentro de un sistema recíproco más grande. Visualiza su respiración en píxeles; ve su sangre revoloteando en sus extremidades, gracias a un monitor de frecuencia cardiaca; y esculpe ramas sinuosas y danzarinas”. Para vivir esta experiencia, los usuarios se enfundan una mochila integrada por un ordenador gráfico HP y el nuevo sistema de seguimiento expandido Vive con sus gafas de realidad virtual, que permite a las personas caminar libremente, sin cables. La experiencia se puede compartir incluso si no portas un equipo de realidad virtual, ya que el espacio incorpora grandes pantallas de proyección que envuelven a las personas, formando un bosque digital viviente. En palabras de Steel, “We Live in an Ocean of Air proporciona una plataforma alternativa para ver los desafíos que afronta nuestro planeta en el siglo XXI y nos ayuda a reflexionar sobre nuestra dependencia y responsabilidad con los organismos con los que la compartimos”.
Y la concienciación es primordial. Así, el director de cine mexicano Arnold Abadie ha usado la RV para poner de relevancia la potencial agresión medioambiental por parte de transnacionales dedicadas a la minería en el paisaje sagrado de Wirikuta, hogar del conocido pueblo huichol. El cortometraje Kauyumari. El venado azul se ha proyecta
Las obras de teamLab nos sumergen en realidades mixtas, virtuales y reales a la vez
do, en animación 3D y también con gafas de realidad virtual, en distintas muestras de todo el mundo, incluidas veinticinco ciudades de diez países de la red de ArtFutura, festival de cultura y creatividad digital.
Entre los wixárikas –así es como los huicholes se refieren a sí mismos–, el venado es una de las figuras más veneradas. Kauyumari, un ciervo, es el protagonista de una leyenda que narra cómo este pueblo, tras verse azotado por la hambruna y una sequía, decidió enviar a un grupo de cuatro cazadores –uno por cada elemento: fuego, agua, aire y tierra– en busca de comida. Toparon con un venado que se hizo perseguir hasta guiarlos a Wirikuta, tierra sagrada donde hallaron el peyote. Según esta historia, repartieron entre sus gentes esta planta que produce efectos alucinógenos y, tras un tiempo, ya no volvieron a sentir hambre ni sed. Desde entonces, el peyote es sagrado para ellos, ya que les permite conectar con su espíritu guía y pedirle salud y alimento.
UNO DE LOS RETOS PARA CUALQUIER ARTISTA ES HACER VISIBLE LO INVISIBLE y crear obras que activen la empatía de las audiencias. Por ejemplo, la mayoría de los habitantes del planeta no podemos percibir el efecto que tiene el exceso de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera y los mares, lo que ha dificultado que comprendamos la gravedad del cambio climático. Siguiendo este pensamiento, Ersin Han Ersin nos lanza la siguiente pregunta: “Los mosquitos ven el CO2 [detectan su olor]. Si pudiéramos verlo también nosotros, ¿lo rechazaríamos más?”. Para poder dar respuesta, MLF ha creado la experiencia In the Eyes of the Animal (en español, ‘En los ojos del animal’), que se visualiza con gafas de realidad virtual. El usuario elige un animal del bosque –una libélula, una rana o un búho– y entonces, gracias al sistema audiovisual inmersivo, puede adentrarse en la naturaleza observándolo todo a través de los ojos de ese otro ser vivo. ArtFutura trajo esta obra a España y además nos mostró que, para crear ese paisaje fantasmal, se han usado escáneres láser con tecnología lídar de 360º y cámaras a medida también de
360º, así como grabaciones de audio binaural –técnica de producción que intenta crear una sensación de sonido envolvente– procedentes del bosque de Grizedale (Inglaterra).
También ha participado en ArtFutura el colectivo global de videoartistas Universal Everything, que diseñan experiencias inmersivas. Sus obras están expuestas en museos de todo el mundo, y el pasado mes de enero estrenaron en el Festival de Cine de Sundance (EE. UU.) una versión actualizada de Emergence. Esta película de realidad virtual está protagonizada por cinco mil personajes con forma humana que surgen y se mueven como un enjambre en respuesta a los movimientos que realiza el usuario, equipado con un casco de realidad virtual y que se mueve a través de diferentes paisajes, entre ellos un desierto, como metáfora de lo que se avecina. El estudio británico explica que, con este vídeo, pretende expresar “el deseo primordial de mantener una identidad individual mientras se forma parte de una multitud”.
Una experiencia artística de XR es capaz de provocar una cascada de emociones, incluido el miedo. Baza que también juega el libro El planeta inhóspito. La vida después del calentamiento, que en España saldrá publicado este mes de octubre. En él, David Wallace-Wells, subdirector del New York Magazine, ha introducido el término pánico climático para retratar la crisis ecológica actual. Describe y fundamenta en su obra que el calentamiento global podría llegar a generar, para el año 2100, daños valorados en 600 billones de dólares –el doble de la riqueza que existe hoy en el mundo–, y que, entre otras consecuencias, existe la posibilidad de que se multiplique por veinte el número de refugiados provocados por el cambio climático, que hoy ya es el principal responsable de las migraciones en el mundo, por delante de guerras y causas socioeconómicas.
El tiempo dirá si estos mensajes en defensa del futuro del planeta consiguen calar en nuestra conciencia colectiva e individual.
El calentamiento global podría llegar a multiplicar por veinte el número de refugiados climáticos de aquí al año 2100