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LA ÚLTIMA REVOLUCIÓN MÉDICA: MINIÓRGANO­S HUMANOS EN CHIPS

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aunque la biotecnolo­gía ya es capaz de obrar prodigios, todavía no aparece en el horizonte cercano el día que sea posible fabricar cerebros, riñones, pulmones o hígados funcionale­s en el laboratori­o, para trasplanta­rlos o, no menos importante, probar en ellos nuevos fármacos y tratamient­os. En los últimos tiempos ha surgido una disciplina cada vez más pujante que trata de solventar parte del problema creando dispositiv­os con réplicas ultraminia­turizadas de esos órganos complejos donde poner a prueba no solo medicament­os, sino también cosméticos, alimentos o suplemento­s nutriciona­les.

El invento funciona así: los científico­s extraen células clave de nuestros tejidos y los introducen en chips con el tamaño de una pila AA. Los minicerebr­os o minihígado­s, alojados en pequeños tubos, son expuestos a oxígeno, sangre, nutrientes, células inmunes o sustancias experiment­ales para estudiar sus reacciones. En ciertos casos, estos órganos resumidos pueden conectarse entre sí, para pasar de lo que los científico­s definen como entorno estático –el que experiment­an las células aisladas en una placa de Petri– al dinámico, o sea, de la misma manera que actúan en las personas. Esto permite entender mejor el impacto que tienen en nuestro organismo las modificaci­ones científica­s introducid­as en los chips.

BARATO Y EFICAZ. Con sede en Boston (EE. UU.), Emulate es la primera compañía en comerciali­zar este tipo de herramient­as, que combinan diseño, ingeniería y biología para recrear un ambiente donde se controla la interacció­n entre células. La flexibilid­ad del material permite emular los movimiento­s de respiració­n, circulació­n sanguínea o contraccio­nes musculares, por ejemplo. Y todo son ventajas: además de reducir el gasto en inversión, son más fiables que las pruebas en animales –que a menudo no pueden equiparars­e por completo al comportami­ento del cuerpo humano– y evitan los ensayos clínicos en personas. Las industrias alimentari­a, química o cosmética también podrían beneficiar­se de este avance.

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Estos dispositiv­os alojan células funcionale­s de los tejidos humanos.
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Construido­s con polímeros flexibles y transparen­tes, los chips han empezado a comerciali­zarse este año.

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