SE INAUGURA EL METRO DE MADRID
LA PRIMERA LÍNEA DISPONÍA DE OCHO ESTACIONES REPARTIDAS EN TRES KILÓMETROS Y MEDIO, CON UN TIEMPO ESTIMADO DE RECORRIDO INFERIOR A LOS DIEZ MINUTOS. LA RECAUDACIÓN DEL DÍA DE APERTURA AL PÚBLICO SUMÓ 8.433 PESETAS.
Amediados del siglo XIX, en plena época victoriana, Londres vivió un tiempo de esplendor y pujanza económica, política, cultural, científica y tecnológica; un periodo protagonizado por la Revolución Industrial, la Gran Exposición celebrada en el Crystal Palace (1851) y la actividad del movimiento sindical. La población de la urbe superaba ya los tres millones de habitantes, y crecía rápidamente. Como consecuencia, la congestión de tráfico rodado era un grave problema, al que se unía el hecho de que 200.000 personas entraban diariamente a pie en el centro de la ciudad, desde las últimas estaciones de los trenes de cercanías. En ese contexto tuvo lugar el nacimiento del medio de transporte metropolitano por excelencia. El primer metro del mundo funcionó allí, a comienzos de 1863, en vagones de madera arrastrados por locomotoras de vapor y que recorrían seis kilómetros de vías subterráneas. Aquel sistema de tracción obligaba a que los túneles dispusieran de diversos medios de ventilación, y todo empujaba a la electrificación del sistema, lo que sucedió con el cambio de siglo.
OTRAS CIUDADES DEL MUNDO COPIARON ESTE AVANCE. Al finalizar el siglo, el pionero metro de Londres se había ampliado notablemente, y ese sistema de transporte urbano funcionaba también en Nueva York, Chicago, Budapest, Glasgow y París. Aunque ya hubo por entonces un proyecto para dotar a Madrid de ferrocarril metropolitano subterráneo, la idea no llegó a realizarse. Serían tres ingenieros, Carlos Mendoza, Miguel Otamendi y Antonio González Echarte, en 1913, los promotores definitivos del metro de