NI RESTOS DE LA NAVE NI NIVELES ANORMALES DE RADIACTIVIDAD
PRESUNTOS HALLAZGOS DE PISTAS QUE APUNTABAN A UN ORIGEN EXTRATERRESTRE DEL SUCESO DE TUNGUSKA LUEGO SE HAN QUEDADO EN NADA.
UNA EXPEDICIÓN CIENTÍFICA rusa liderada por Yuri Lavbin, presidente de la fundación Fenómeno Espacial Tunguska, halló en 2004 en la región “elementos de un artefacto técnico extraterrestre” que fueron trasladados a la ciudad de Krasnoyarsk para su estudio, según informó el diario Pravda. Quince años después de que la prensa occidental se hiciera eco de la noticia, nada más se ha sabido de esos supuestos restos. Y nada se sabe tampoco de los niveles anormales de radiactividad que decía haber detectado el físico Alexei Zolotov en las más de diez expediciones a la región que dirigió.
Es lo habitual en el mundo del misterio: se hace un anuncio extraordinario, se consiguen titulares y luego no se demuestra nada.
A Lavbin hay que tomarle tan en serio como a cualquier otro de los defensores del origen artificial del objeto de Tunguska, aunque él va más allá de la teoría tradicional. Sostiene que, a las 7:17 horas –hora local– del 30 de junio de 1908, la tripulación de una nave de otro mundo chocó en el cielo de Siberia con un cometa que iba a impactar contra la Tierra para destruirlo y evitar así una catástrofe. Los extraterrestres salvadores de Lavbin no lo son, sin embargo, para el parapsicólogo argentino Antonio Las Heras, quien en su libro El enigma de Tunguska (2006) afirma que lo que explotó fue una bomba lanzada por alienígenas que usan la Tierra como campo de pruebas nucleares. ¿Pruebas? Ninguna, por supuesto. ¿O es que hacen falta?