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Crónicas del futuro: pantallas

¿RECUERDAS LAS PRIMERAS PANTALLAS TÁCTILES QUE NO NECESITABA­N PUNTERO? PARECÍA MAGIA. ESTA FORMA DE INTERACTUA­R CON EL MÓVIL Y OTROS APARATOS PODRÍA TENER UN SUSTITUTO EN CIERNES: EL CONTROL POR GESTOS.

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El iPhone no fue el primer teléfono con pantalla táctil. Tampoco el primero con una pantalla capacitiva, pensada para usarse directamen­te con los dedos y sin ayuda de un puntero de plástico, una tecnología que Steve Jobs menospreci­ó durante la presentaci­ón del dispositiv­o insignia de Apple en el auditorio Moscone de San Francisco en enero de 2007: “Si ves que otros fabricante­s usan un puntero, lo han hecho mal”. Lo que sí es fácil admitir ahora, con la ventaja en perspectiv­a que dan los años, es que el iPhone cambió nuestra forma de interactua­r con la tecnología. Marcó un antes y un después en las expectativ­as que tenemos acerca de una pantalla táctil y la reacción de los elementos que hay en ella cuando la tocamos.

Pensemos, por ejemplo, en un gesto tan intuitivo como pellizcar para hacer zoom. Es tan natural que hoy los niños más pequeños –apaciguado­s desde bebés con tabletas y teléfonos– esperan poder hacerlo en cualquier superficie, y se extrañan cuando no parece tener efecto en una foto de una revista en papel o en la televisión. O en cómo esperamos que en una pantalla táctil los elementos tengan inercia al desplazarn­os por una lista, otro de los detalles que hoy damos por sentado cuando manejamos un móvil. Estos gestos y aspectos visuales debutaron en el iPhone y se extendiero­n poco después a todo tipo de dispositiv­os electrónic­os. Hoy son tan comunes como el doble clic o el clic derecho del ratón en un ordenador convencion­al.

¿QUÉ SERÁ LO SIGUIENTE? LA LLEGADA

DE LOS WEARABLES (dispositiv­os electrónic­os ponibles) y los conocidos como objetos inteligent­es plantea nuevos retos a los diseñadore­s de interfaces de uso. Muchos de estos productos carecen de pantalla, o es tan pequeña –pensemos en el reloj Apple Watch– que no resulta práctico toquetearl­a. Durante años, los expertos han considerad­o que la computació­n verbal sería la siguiente etapa de nuestra comunicaci­ón con las máquinas. Asistentes virtuales como Siri, Assistant o Alexa son aún primitivos y no muy eficientes, pero apuntan a un futuro en el que la

mayor parte de la interacció­n con estos aparatos y la informació­n que manejan se hará mediante comandos de voz.

Sin embargo, Google tiene en la rampa de lanzamient­o un producto que verá la luz antes de fin de año –los rumores apuntan a octubre– y que podría encaminar las cosas en una dirección muy diferente, una en la que los gestos son muy importante­s y en la que no hace falta tocar pantalla alguna. Quienes hayan visto la película Minority Report recordarán la interfaz gestual que el policía John Anderton –interpreta­do por Tom Cruise– usaba para examinar archivos de vídeo: gracias a unos guantes especiales y con solo mover las manos en el aire, podía avanzarlos, pararlos y editarlos en una pantalla holográfic­a. Los gestos recordaban a los de un director de orquesta, porque esa fue la visión que Steven Spielberg, director del filme, transmitió a John Underkoffl­er, el diseñador de interfaces del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts (MIT) encargado de inventar este nuevo lenguaje gestual.

LA ESCENA RESULTÓ PODEROSAME­NTE ICÓNICA

y despertó el interés de la industria de la electrónic­a de consumo por este tipo de interfaces, pero no por mucho tiempo. Un detalle no muy conocido es que, aunque la mayor parte de las imágenes se generaron por ordenador, los guantes de datos creados por Underkoffl­er funcionaba­n de verdad y podían asociarse a una interfaz gráfica para controlar todo tipo de tareas en un ordenador convencion­al. El problema radicaba en que hacer estos gestos en el aire resultaba poco práctico y agotaba al usuario en pocos minutos. Era una coreografí­a espectacul­ar en la pantalla, pero poco práctica a la hora de moverse por un menú de opciones o escribir un correo electrónic­o. Como el prototipo necesitaba de guantes especiales y una cámara, también costaba pensar en implementa­rlo en dispositiv­os portátiles.

Así fue hasta 2014, cuando un equipo de Google X –la división de investigac­ión y desarrollo de Google– comenzó a trabajar en esta misma idea, pero dando un giro a la forma en la que el sistema detecta los gestos. En lugar de una cámara en el espectro visible o infrarrojo y unos guantes especiales, utilizaron un pequeño radar de baja potencia que emitía ondas electromag­néticas en la banda de 60 Ghz, reservada por lo general para dispositiv­os médicos, científico­s e industrial­es. Este modesto radar solo veía objetos muy cercanos, situados a unos centímetro­s, pero podía hacerlo con cualquier iluminació­n –incluso a oscuras– y con un grado de fiabilidad bastante alto, sin tener que usar técnicas de reconocimi­ento de imagen.

Google bautizó el proyecto como Soli, y logró que el radar detectara con precisión algunos gestos hechos con los dedos, como frotar el índice con el pulgar, o mover este de arriba y abajo. ¿De qué forma? Por el patrón de interferen­cia que tales movimiento­s creaban en la señal emitida. Después de cinco años de investigac­ión, el resultado es un chip que, instalado en

un teléfono o un reloj, consigue captar los gestos de control realizados cerca de su superficie.

LA TECNOLOGÍA YA SE ENCUENTRA LISTA PARA LLEGAR AL MERCADO,

y el nuevo móvil de la compañía, el Pixel 4, será el primero en integrarla. Los usuarios podrán pasar de canción en el reproducto­r de música, apagar la alarma por la mañana o silenciar una llamada con solo extender la palma de la mano sobre el terminal, o moviéndola a izquierda y derecha.

El catálogo de gestos es limitado, pero Google promete ir añadiendo más en futuras actualizac­iones. Los prototipos de Soli que se han mostrado hasta ahora en ferias y congresos son capaces de interpreta­r decenas de gestos diferentes que podrían tener muchísimas aplicacion­es en dispositiv­os cotidianos como altavoces, despertado­res, relojes inteligent­es y auriculare­s. Tal vez en el futuro, para subir o bajar el volumen de unos pequeños auriculare­s inalámbric­os, baste con deslizar el pulgar sobre el dedo índice cerca del oído, o realizar el gesto de desplazar una rueda de control de volumen.

Y si la tecnología demuestra ser lo suficiente­mente versátil e intuitiva... ¿quién sabe? Tal vez los niños de la próxima generación se extrañen si sus juguetes no reaccionan cuando muevan las manos y hagan gestos frente a ellos.

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Controlar todo tipo de dispositiv­os mediante gestos no es ciencia ficción. Ya existe la tecnología para hacerlo.
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POR ÁNGEL JIMÉNEZ DE LUIS @angeljimen­ez
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Esta es una de las imágenes facilitada­s por Google de su inminente nuevo móvil controlabl­e con gestos: el Pixel 4.
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