ARRANCA LA CUENTA ATRÁS PARA LA NUEVA ESTACIÓN ESPACIAL CHINA
El programa espacial es prioritario para los gobernantes chinos, que han puesto toda la carne en el asador: mientras lees esto, por ejemplo, el robot Yutu-2 rueda por la cara oculta de la Luna –algo que ningún ingenio de otro país ha logrado– y revela parte de sus secretos. Hay otro hito previsto para mediados o finales de abril: el cohete Larga Marcha 5B despegará cargado con una nueva nave de 8,8 metros de largo y capaz de albergar hasta seis astronautas, aunque en esta prueba irá vacía. El vuelo servirá como ensayo de las más de diez misiones previstas para construir una nueva estación espacial permanente que podría acabarse en 2022, según la Agencia Espacial Tripulada de China (CMSA).
El nuevo lanzador es una versión mejorada del Larga Marcha 5, que entró en servicio en 2016. Tiene una longitud de 53,7 metros y una etapa central de 5 metros de diámetro, cargado de combustible para el despegue pesa 849 toneladas y puede poner en órbita terrestre baja cargas de hasta 22 000 kilogramos. Un transporte potente diseñado para un futuro repleto de planes que quizá inquieten en la NASA y en otras agencias, como la europea ESA. RESIDENCIA Y ESCALA.
La nueva estación espacial china tendrá forma de T, con un módulo en el centro y una cápsula laboratorio a cada lado. Ese espacio central –de 16,6 metros de longitud, 4,2 metros de diámetro y 22,5 toneladas de peso– funcionará como puesto de mando y control. En conjunto, esta construcción que se ensamblará en el espacio ofrecerá 110 metros cúbicos de volumen habitable a sus ocupantes. El complejo será el escenario de todo tipo de experimentos y servirá como paso intermedio en misiones tripuladas a la Luna... ¿y más allá?
Este era el laboratorio espacial Tiangong-2 (sí, hubo un número 1) lanzado por los chinos en 2016. Tras más de mil días en órbita, cayó a la Tierra de forma controlada en julio de 2019.