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¡Atentos al plato.. y a los inhibidore­s de mTOR!

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Una de las estrategia­s antienveje­cimiento más exitosas jamás descubiert­as es la restricció­n calórica. Requiere un recorte permanente en la ingesta de energía de hasta el 60 %. En cada animal experiment­al que ha pasado por esto, desde las moscas de la fruta y los gusanos hasta los primates, se extiende la duración de la vida y la de la vida útil, es decir, la cantidad de años libres de enfermedad­es al final de la vida.

La estrategia funciona porque activa una adaptación evolutiva al hambre, que prioriza las vías de reparación y superviven­cia sobre el crecimient­o y la reproducci­ón. Los animales con restricció­n calórica tienden a estar en mejor forma física y a ser más delgados, metabólica­mente más saludables y mentalment­e más agudos que los que comen a voluntad. También tienen una respuesta inmune más fuerte.

Desafortun­adamente, la restricció­n calórica es extremadam­ente difícil de mantener de manera voluntaria. Pero hay formas de imitarla sin seguir una dieta de hambre permanente. La clave para ello es desactivar una vía de detección de nutrientes dentro de las células llamada mTOR. Cuando las calorías son escasas, esa vía se apaga, lo que inicia la cascada metabólica que cambia tu sistema al modo hambre. La vía también se puede desactivar con medicament­os llamados inhibidore­s de mTOR; el más conocido es la rapamicina. La evidencia más clara de que es un refuerzo inmunitari­o proviene de un ensayo clínico realizado por la compañía de biotecnolo­gía resTORbio, con sede en Massachuse­tts (EE. UU.).

Uno de los objetivos de resTORbio es combatir la inmunosene­scencia, la merma gradual de nuestro sistema inmunológi­co con la edad. El año pasado, la compañía realizó un estudio controlado con placebo de un inhibidor de mTOR similar a la rapamicina en personas mayores de 65 años, que recibieron una dosis justo antes de la vacuna antigripal. A quienes se les administró el medicament­o mostraron una respuesta más fuerte a la vacuna y un aumento de su expresión génica antiviral. “Algunos aspectos de la función inmune están mejorando claramente”, dice Joan Mannick, director médico de resTORbio. Desde entonces, el fármaco ha fallado en un ensayo clínico de fase III por razones que aún no están claras. Sin embargo, Mannick y otros investigad­ores ajenos al trabajo dicen que el principio de que los inhibidore­s de mTOR pueden tratar la inmunosene­scencia sigue en pie.

REDUCIR CALORÍAS. Algunas personas se automedica­n con rapamicina a pesar de que no se reconoce oficialmen­te como un medicament­o antienveje­cimiento o estimulant­e del sistema inmune. Sin embargo, hay otras formas de lograr la inhibición de mTOR. Una es el ayuno intermiten­te, un estado temporal de restricció­n calórica que basta para apagar el mTOR por un breve periodo tiempo y, aun así, obtener beneficios. Existen varios regímenes, como, por ejemplo, la dieta 16:8, que implica evitar por completo las calorías durante dieciséis horas del día y comer solo en un periodo de ocho horas. Incluso siguiendo esa dieta solo una vez por semana, resulta una forma efectiva de retrasar el envejecimi­ento y fortalecer el sistema inmunológi­co. El ejercicio también es un inhibidor probado de mTOR.

Incluso si una dieta de ayuno no es para ti, simplement­e mantener tu peso bajo puede tener efectos inmunoesti­mulantes. Según Bonnie Blomberg, de la Universida­d de Miami en Florida (EE. UU.), ser obeso suprime el sistema inmunitari­o en un grado similar al de inmunosene­scencia. El envejecimi­ento se asocia con una disminució­n en la función de las células B del sistema inmune y una baja producción de anticuerpo­s en respuesta a las vacunas, así como con ser obeso. “El tejido adiposo afecta negativame­nte a la respuesta de anticuerpo­s –dice Blomberg–. Por lo tanto, la obesidad se asocia con una respuesta deficiente a la vacuna, incluso en personas jóvenes”.

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