El incierto futuro pos-COVID-19
LAS PERSONAS CON ENFERMEDADES RESPIRATORIAS CRÓNICAS COMO LA EPOC SON PACIENTES DE ALTO RIESGO EN LA PANDEMIA QUE SUFRIMOS. ¿QUÉ SECUELAS LES DEJA EL NUEVO CORONAVIRUS? ¿Y CÓMO DEBEN AFRONTAR EL DESCONFINAMIENTO?
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Qué nos deparará el día de mañana cuando acabe esta pandemia? ¿Qué consecuencias tendrá el coronavirus? ¿Cómo habrá que actuar o qué cambiará en la sociedad? Es inevitable preguntárselo. Y las personas con más riesgo de sufrir complicaciones a causa del COVID-19, entre ellas los pacientes de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y otras dolencias respiratorias, figuran entre las más preocupadas en medio de esta incertidumbre asfixiante.
José Luis López-Campos, neumólogo y coordinador del Área de EPOC de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), advierte de que “el impacto del coronavirus en pacientes con los pulmones afectados por una enfermedad crónica puede ser considerable”. Un reciente seminario online de expertos organizado por la SEPAR ha aclarado algunas cosas al respecto. En él, Rosa Malo, neumóloga del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda (Madrid), enumeró varios factores que se asocian a un mayor riesgo de que el coronavirus cause una enfermedad muy grave: padecer EPOC, hipertensión, diabetes, cáncer o problemas cardiovasculares. Indicó que en los individuos con insuficiencias respiratorias la tasa de mortalidad por la COVID-19 “se puede multiplicar hasta por veinte”.
Por su parte, María Molina, neumóloga del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona), citó un estudio chino que descubrió que los enfermos de COVID-19 recuperan muy lentamente la capacidad respiratoria tras sufrir la nueva enfermedad. Según dijo, “los daños que sufre el pulmón con esta nueva enfermedad se reparan más despacio que los que causan otros virus”.
En cualquier caso, todavía no se sabe con certeza qué secuelas puede acarrear una infección por el coronavirus SARS-CoV-2 a quienes conviven con la EPOC. “Tendremos que estudiar a los supervivientes para entender el impacto de esta nueva enfermedad a largo plazo, una vez superada”, afirma el doctor López-Campos, que de todas formas considera que “es posible que deje secuelas en el aparato respiratorio”. ¿Cuáles? Sospecha que podrían ser una bronquiectasia –enfermedad inflamatoria crónica de las vías aéreas que implica la dilatación de los bronquios– o diversas formas de fibrosis, es decir, daños del tejido pulmonar.
LA VUELTA A UNA RELATIVA NORMALIDAD, sean cuales sean sus fases, crea un nuevo y complejo escenario. Lo ideal, según el doctor López-Campos, es que el día a día de los pacientes con EPOC no cambie en mayor medida que el del resto de la población. Para ello, deben “seguir su tratamiento prescrito, no fumar y hacer ejercicio”. Y, aunque sea recordar lo obvio, han de mantener las medidas de prevención: “Si no hay contacto, no hay contagio”, dijo el neumólogo. También participó en el seminario de SEPAR Natalia Cabeza, de la Subdirección General de Vigilancia y Respuesta a Emergencias de Salud Pública de Cataluña, quien aseguró que las actuaciones de la nueva fase deben ser “progresivas, escalonadas, revisables y reversibles” para que se pueda dar marcha atrás si sus resultados no son buenos. Afirmó que llegaremos a una nueva normalidad, pues en la población se producirán cambios sociales, culturales, de comportamiento y de actitud... “Y eso hay que mantenerlo por lo menos hasta que dispongamos de una vacuna, que podría tardar entre doce y dieciocho meses”, recalcó.
Por supuesto, las medidas de protección serán fundamentales en este periodo tan incierto. Cabeza recordó que hay que recuperar poco a poco la actividad normal en los centros de salud. Para ello será necesario “establecer circuitos separados” que atiendan a pacientes que tengan el virus y a los que no, de forma que no se produzcan contagios. Y todo deberá hacerse garantizando la seguridad de los sanitarios, muy castigados por la COVID-19.