Cuando vivir es una montaña rusa
Depresión, adicciones, bulimia, aislamiento social e incluso intentos de suicidio son algunas de las consecuencias que puede tener sufrir un trastorno límite de la personalidad (TLP). Esta afección mental, que afecta al 2% de la población, se caracteriza por la dificultad del individuo a la hora de regular sus emociones y, por tanto, de relacionarse con los demás.
Estás tan enamorada... Harías cualquier cosa por él. La vida es increíble desde que lo encontraste. Lo admiras y lo adoras, nunca habías conocido a alguien con tan buenas cualidades. Es tu luna, tu sol, tu alegría. Eso vas pensando mientras te diriges a vuestra cita para cenar, nerviosa por comprobar si le gustará el vestido nuevo que te has comprado, de su color favorito. Lo encuentras ya sentado a la mesa del restaurante, te mira y... el corazón se te encoge en un puño. De pronto, te sientes como si te hubieran dado una patada en el estómago. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué tiene esa cara? Parece enfadado; no, agobiado, quizá harto. Según te acercas, él sigue sentado. No se levanta para recibirte. Seguro que algo le pasa. Ya no le gustas. Se ha cansado de ti. Esa mirada... ¿Habrá quedado contigo solo para dejar la relación?
Tu sonrisa se vuelve mueca. Te sientas, él te da un beso en la mejilla, no en la boca. Ya no puedes más. “¿Sabes qué? No tengo hambre. Solo he venido para decirte que eres un imbécil. Te odio”, le espetas y lo dejas allí plantado. Él no sale corriendo detrás de ti como las veces anteriores en las que pasó algo similar. Gritas, lloras, das un manotazo a una papelera con todas tus fuerzas, te haces sangre con el golpe, pero no te importa. En realidad, quisieras morirte...
LO QUE NO SE TE HA PASADO POR LA CABEZA ES QUE TU NOVIO ESTABA CANSADO Y AGOBIADO, sí, pero era porque había tenido un mal día en el trabajo. Nada más. La mayoría de la gente reacciona ante emociones negativas fuertes cuando se tiene que enfrentar a una circunstancia extraordinariamente dolorosa o atemorizante. Sin embargo, a Marta, la protagonista de este desencuentro, le pasa cada dos por tres. Si te sientes identificado con ella, quizá padezcas un trastorno
Tienden a mostrarse impulsivos, autodestructivos, impredecibles y proclives a las relaciones tempestuosas y a los brotes de rabia
de la personalidad (TLP) –o borderline–, una enfermedad psiquiátrica que conlleva dificultad para regular las emociones, un comportamiento inestable y problemas de adaptación en las relaciones interpersonales, con la familia, la pareja, los amigos... Tienden a mostrarse impulsivos, autodestructivos, impredecibles, apasionados y proclives a las relaciones tempestuosas y a los brotes de rabia, depresión y ansiedad. Es una cruz con la que cargan una media del 2,1% de la población total –un 75% de ellos, mujeres– y es causante del 22% de las hospitalizaciones en los servicios de salud mental, según datos de 2018 que aporta a MUY el psiquiatra Carlos Mirapeix, director de la Fundación para la Investigación en Psicoterapia y Personalidad (FUNDIPP) y codirector del curso de Especialista Universitario en Psicoterapia Integrada de los Trastornos de la Personalidad, en la Universidad de Deusto (Bilbao). La buena noticia es que puede tratarse y superarse.
“LOS ESTUDIOS REALIZADOS A FINALES DEL SIGLO PASADO Y PRINCIPIOS DE ESTE DEMUESTRAN que la evolución del TLP es hacia la eliminación y la desaparición de algunos síntomas —dice el psiquiatra. Y puntualiza—: Aunque es cierto que hay otros síntomas que tienden a persistir, como son los relacionados con la sensación subjetiva de vacío existencial”.
Sensación de desasosiego con la propia identidad, distorsiones en el pensamiento, malestar con su imagen física y tendencia al aislamiento completan el cuadro que nos describe el doctor Mirapeix. Aunque, quizá, los dos rasgos más característicos son el miedo atroz al abandono y la poca tolerancia a la frustración. Las reacciones se salen de control ante obstáculos reales o inexistentes cuando las cosas no suceden como quería el afectado por TLP.
Por eso, lo que más llama la atención en personas como Marta son sus problemas para tener una relación estable. Son compañeros apasionados, entregados, sí. Hacen grandes despliegues de cariño y atención, por lo que pueden resultar muy atractivos, sobre todo al principio de una relación amorosa. “Exudan mucha energía y pueden ser muy carismáticos, pero el precio a pagar son discusiones continuas, dramáticas rupturas y reconciliaciones, intentos suicidas y una sensibilidad exagerada al rechazo, real o imaginario”, afirma el psicólogo Neil J. Lavender en su libro Toxic Coworkers: How to Deal with Dysfunctional People on the Job. En parte, la culpa es de sus distorsiones de pensamiento y su confuso sentido del yo, lo que las lleva a experimentar cambios frecuentes en sus objetivos a largo plazo en el trabajo, los estudios, las amistades... y la pareja.
En la misma línea, el doctor Mirapeix apunta a los cambios bruscos de estado mental, la inestabilidad emocional y las dificullímite
En la última década, se ha observado un aumento de casos de TLP en jóvenes y menores
tades para autoobservarse como obstáculos para tener vínculos sanos. “Pueden pasar de la tristeza a la frustración y al enfado de forma rápida, con un déficit para darse cuenta del efecto que esos cambios provocan en los demás. Eso genera gran parte de los problemas”, indica este especialista.
Es como si no hubieran superado la fase de las rabietas típica de la infancia: les cuesta regular sus emociones; en especial, el enfado. Como la protagonista de nuestro reportaje, pueden pasar de golpe de la idealización del ser amado, con sentimientos de admiración y amor, al más intenso desprecio y enfado. Tienden a ver las cosas en términos de perfecto o terrible, de todo o nada, sin una escala de grises intermedia, lo que hace que las discusiones sean difícilmente manejables. El más mínimo detalle puede encender la chispa, sobre todo si es algo que puede ser interpretado como abandono o rechazo, el mayor miedo de una persona borderline. El problema es que le cuesta mucho gestionar e interpretar la separación de forma positiva o neutral, aunque sea porque la otra persona se va de vacaciones o tiene que cenar fuera. Por si fuera poco explosivo el cóctel, otra dificultad radica en que no diferencia claramente los límites entre su propio ser y el ser amado, lo que la hace mostrarse sumamente dependiente. Se nos viene a la cabeza el personaje de Glenn Close en Atracción fatal... aunque, en la vida real, estos pacientes suelen ser inofensivos, más proclives a hacerse daño a sí mismos que a los demás. Encima, uno de sus mayores miedos es la falta de autocontrol sobre sus propios sentimientos, algo de lo que se dan cuenta, pero que, si no reciben la terapia adecuada, se les escapa de las manos.
Y es que una diferencia fundamental con otros trastornos de la
personalidad, como puede ser la psicopatía, es que el borderline suele tener una visión negativa de sí mismo y una autoestima muy castigada, más cuando la persona se siente aislada y carece de apoyo social. Aquí el afectado entra en un peligroso círculo vicioso, en el que busca desesperadamente formas de no estar solo, pero, al mismo tiempo, su asfixiante miedo al abandono agota y espanta a las personas a las que se acerca. En opinión del experto, la solución pasa por que el paciente aprenda a cambiar sus patrones de conducta y pensamiento. “Ser consciente de cómo afectan nuestras conductas a los demás y viceversa es fundamental para mejorar los malentendidos y las dificultades en la relación con los otros”, asegura el doctor Mirapeix.
¿Y POR QUÉ SE ORIGINA? SEGÚN EL INSTITUTO DE SALUD MENTAL DE ESTADOS UNIDOS, SI TIENES PARIENTES CERCANOS CON TLP, hay cinco probabilidades más de que desarrolles el trastorno. Sin embargo, aunque existe una predisposición genética, los especialistas coinciden en que también tiene un marcado carácter social y ambiental. Cuando somos niños, “la presencia de experiencias de maltrato, abuso físico o sexual, atención negligente, relación de apego desorganizada, instrucciones contradictorias, falta de contención emocional, abandono o conductas invalidantes desde el punto de vista emocional van a contribuir a la construcción de una personalidad disfuncional, que puede terminar en un trastorno límite”, advierte el doctor Mirapeix. De hecho, las cifras apuntan a que entre el 40 % y el 71 % de los pacientes con TLP sufrieron abusos sexuales infantiles.
Por otra parte, en la última década se ha observado un aumento de casos en jóvenes y menores, que además presentan conductas lesivas o suicidas. Cuando le preguntamos al doctor Mirapeix a qué se debe este incremento en esta franja de edad, no duda en responder lo siguiente: “El contexto social está modificando los procesos de adquisición de identidad en niños y adolescentes. Estos se ven influidos por un entorno de cambios muy rápidos, con la utilización de nuevas tecnologías, nuevas formas de relación que están haciendo que crezcan en un entorno generador de malestar y puede favorecer que se manifiesten problemas en la estructuración de la personalidad”.
Lo cierto es que, en general, los primeros síntomas “suelen aparecer relativamente pronto en la evolución del individuo con manifestaciones claras en la adolescencia, de ahí que sean especialmente importantes el diagnóstico precoz y los programas de intervención