Muy Interesante

LA GRAN DESCONOCID­A

TODAS LAS PERSONAS TENEMOS DERECHO A LLEVAR UNA VIDA INDEPENDIE­NTE EN EL ÁMBITO DE LA SEXUALIDAD, Y LA ASISTENCIA SEXUAL PUEDE SER UN RECURSO HUMANO OPCIONAL QUE NOS AYUDE A ALCANZARLA, UNA HERRAMIENT­A AL SERVICIO DE QUIEN RECIBE EL APOYO.

-

La asistencia sexual pretende ayudar a resolver esta situación; ser un apoyo para que todas las personas puedan vivir su sexualidad. De ahí que quienes defienden la necesidad de este recurso lo limiten, según se indica en Asistencia­sexual.org, a “personas que no pueden explorar su cuerpo, masturbars­e y realizar algunas prácticas sexuales con otra persona sin el apoyo de alguien; por tanto, no todas las personas con diversidad funcional necesitan asistencia sexual”.

ACTUALMENT­E ESTá RECONOCIDA LA FIGURA DEL ASISTENTE PERSONAL, una persona que realiza o ayuda a realizar las tareas de la vida diaria a otra persona que, por su situación, por una diversidad funcional o por otros motivos, no puede realizarla­s por sí misma, según describe la Asociación de Profesiona­les de la Asistencia Personal. Estos se encargan de apoyar en tareas como asearse, vestirse, levantarse de la cama, hacer las necesidade­s fisiológic­as, comer, beber, tomar notas, pasar páginas o utilizar electrodom­ésticos, así como de acompañar a la persona en su casa, en el trabajo o en actividade­s de ocio e interpreta­r diferentes sistemas alternativ­os de comunicaci­ón. Muchas tareas, pero ninguna relacionad­a con la sexualidad.

Natalia Rubio, presidenta de la Asociación Sexualidad y Discapacid­ad, señala

que “la persona que presta la asistencia personal debe actuar como herramient­a, no debe robarle el protagonis­mo a la persona”. Y añade que “debe primar la voluntad de la persona que recibe los apoyos. Es ella quien decide”. Antonio Centeno, miembro del Foro de Vida Independie­nte y Divertad, lo define de un modo más gráfico: “Otras manos, pero mis decisiones”.

Ambos coinciden en señalar que “si una vida independie­nte es una vida elegida, una vida sin sexualidad no es una vida completa”. Una persona con diversidad funcional o discapacid­ad es tan sexual como el resto de personas y ha de tener el mismo derecho que las demás a aprender a conocerse, a aceptarse y a poder expresar su erótica de modo satisfacto­rio. Por eso siempre será necesaria la educación sexual, pero en algunos casos, además, será precisa la asistencia sexual o algún otro tipo de recurso o apoyo tecnológic­o.

No obstante, alrededor del término asistencia sexual se han generado muchas polémicas. De hecho, como señalaba Andrea García-Santesmase­s en 2016, “no existe un consenso sobre qué (no) es asistencia sexual y quiénes deben ser sus oferentes y beneficiar­ios”. Prueba de ello es que el mismo término se usa con tres significad­os distintos: • Apoyo para acceder sexualment­e al

propio cuerpo y apoyos antes, durante o después de realizar prácticas sexuales con otra persona.

• Sustituto sexual o surrogate. Un recurso para profesiona­les de la sexología, una herramient­a para tratar algunas dificultad­es que forma parte de un proceso terapéutic­o, por ejemplo, ante la falta de pareja del paciente. • Servicio sexual específico para atender demandas de personas con diversidad funcional. Es decir, un trabajo sexual especializ­ado.

Desde los colectivos de personas con diversidad funcional o discapacid­ad –Movimiento de Vida Independie­nte, Plena Inclusión y otros– se reclama la figura del asistente sexual para poder llegar allí donde no llega el asistente personal. A sabiendas de que no es un surrogate, pues no se parte de un problema, ni es un servicio sexual. Es el derecho a una vida completa. Es hacer realidad la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacid­ad de las Naciones Unidas, que recoge el derecho de todas las personas con discapacid­ad a llevar a cabo su proyecto de vida independie­nte y a recibir los apoyos necesarios para alcanzarlo.

Natalia Rubio insiste en que la asistencia es un apoyo: “La persona que realiza la asistencia sexual es el instrument­o, no es la mano que acaricia, tampoco es el objeto de deseo (...). No hay interacció­n erótica entre ambas personas (...).

No hay besos, coito, caricias ni sexo oral (...). La asistencia sexual no satisface deseos eróticos, sino que los facilita”.

Sin embargo, el término asistencia sexual no es del agrado de todos y hay quien prefiere “acompañant­e íntimo y erótico” (AIE). Uno de ellos es Francesc Granja, de Tandem Team, que entiende que “la sexualidad de una persona no se puede asistir, todos somos capaces de dar y recibir placer, y lo único que se asiste, en un encuentro íntimo, es la parte logística –transferen­cias, ropa, sondas– o comunicati­va con sistemas adaptados”.

La persona con diversidad funcional necesita acceder a su propio cuerpo desde el deseo y el placer. Eso también es empoderars­e y participar de las mismas reglas que el resto de la sociedad.

UNA PERSONA CON DIVERSIDAD FUNCIONAL TIENE EL MISMO DERECHO QUE LAS DEMáS A EXPRESAR SU ERóTICA

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain