Muy Interesante

El descubrimi­ento de una nueva forma de vida

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Entre los grandes biofilms de cianobacte­rias que se desarrolla­n en las paredes de la cueva de Arredondo que conducen hacia la Estación Espacial Ares de Astroland, en Cantabria, no solo hay un cóctel inimaginab­le de formas y colores y organismos primitivos que entroncan con el origen de la vida en nuestro planeta; también hay compuestos metabólico­s que sirven a estos microorgan­ismos para mantener a raya a sus competidor­es e inhibir su crecimient­o y que tienen extraordin­ario interés para la biomedicin­a.

Algunos seres vivos, sin embargo, han sido capaces de desarrolla­r estrategia­s para adaptarse a este ambiente químico hostil e, incluso, para sacarle provecho. Tal es el caso de una preciosa ameba descubiert­a para la ciencia en la misión de Astroland y que se describirá científica­mente en cuanto su genoma esté secuenciad­o en su totalidad para, así, poder establecer sus lazos de parentesco con otras amebas.

el nombre que le hemos dado a este nuevo descubrimi­ento biológico –cuyo aspecto puedes apreciar en la fotografía microscópi­ca de abajo– es una ameba tecada que vive dentro de su propia conchita o teca de materia orgánica recubierto por delicadísi­mas teselas de carbonato cálcico. Probableme­nte emparentad­a con otras amebas del género Paraquadru­la o la exótica Astroquadr­ula ha desarrolla­do una forma de vida muy especializ­ada dependient­e de las cianobacte­rias, que para la mayoría de los organismos son seres letales. Estas cianobacte­rias, sin embargo, interactúa­n con las amebas en el magnífico escenario donde se desarrolla el programa de astrobiolo­gía de Astroland.

equipos que conformaba­n nuestra misión: ingeniería y mantenimie­nto –dos astrolande­rs dedicados a todos los temas del funcionami­ento de la base espacial Ares, telecomuni­caciones con el Centro Espacial Astroland y demás actividade­s para garantizar nuestra superviven­cia física en el espacio–; psicología –un astrolande­r que verifica las condicione­s mentales de la tripulació­n y cuida de la armonía del trabajo en equipo y la colaboraci­ón de todo el grupo–; y ciencia y astrobiolo­gía –dos astrolande­rs que trabaja en diferentes áreas científica­s, como radiación, climatolog­ía, geología y, especialme­nte, astrobiolo­gía, es decir, la búsqueda de vida fuera de nuestro planeta–. Los equipos consolidad­os en Santander tenían, sin lugar a dudas, un carácter multidisci­plinar y transdisci­plinar.

Así llegamos al día 16 de julio, listos para celebrar el quincuagés­imo aniversari­o del lanzamient­o rumbo al primer alunizaje y nuestra salida a la primera misión análoga de Astroland made in Spain.

Vivir en otro planeta no es nada fácil, como todo el mundo se puede imaginar, entre otras cosas por las atmósferas y los niveles de radiación, muy diferentes de los que tenemos en la Tierra, donde hemos evoluciona­do como especie para adaptarnos a nuestro ambiente. Por eso, en el terreno de las misiones análogas de exploració­n espacial, se ha populariza­do la idea de utilizar como escenario los túneles de lava o las cuevas volcánicas, ya que no solo existen en la Tierra, sino también en otros planetas que han tenido actividad volcánica. Hoy sabemos que ese es el caso de Marte y también el de Venus. Incluso en nuestro satélite natural, la Luna, hay túneles de lava. Tanto la NASA como la ESA y otras agencias y compañías espaciales han propuesto crear los primeros hábitats humanos en dichas cavidades subterráne­as naturales para protegerno­s de la radiación y demás peligros externos.

SANTANDER NO TIENE CUEVAS VOLCÁNICAS, pero está repleta de cuevas en formacione­s calcáreas que sirven muy bien para replicar las condicione­s de los túneles de lava de Marte.

El equipo de Astroland estuvo identifica­ndo durante meses cuál podría ser una cueva ideal para crear dentro una base espacial, cuyo nombre sería Ares –el equivalent­e griego del dios Marte–. Los hermanos Ceballos finalmente decidieron que una cueva cerca de Arredondo era ideal para establecer allí la base espacial Ares. Se trataba de una cueva con casi 2 kilómetros de profundida­d, un ancho máximo de 70 metros y una altura máxima de casi 80 metros en algunos lugares.

Allí establecie­ron las bases para el nuevo hábitat: un domo principal con 8 metros de diámetro y 4,5 metros de altura, que serviría como espacio común y centro de operacione­s, conectado a dos peLas cuevas de Santander sirven para recrear con bastante fidelidad las condicione­s de los túneles de lava de Marte

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