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EL INVESTIGAD­OR JOSÉ MIGUEL DÍAZ-BÁÑEZ APLICA MODELOS MATEMÁTICO­S Y COMPUTACIO­NALES AL ESTUDIO Y LA CARACTERIZ­ACIÓN DE LAS PIEZAS FLAMENCAS.

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Relacionar el duende con el flamenco, ese arte de tradición oral preservado, fundamenta­lmente, en el seno de grandes dinastías gitanas de Andalucía, resulta fácil. Lo que pocas personas conocen es el estrecho vínculo que existe entre dicho género musical considerad­o marca España y las matemática­s. Suena contradict­orio, quizá porque, como reflexiona José Miguel Díaz-Báñez, investigad­or de la Universida­d de Sevilla, “ambas palabras están rodeadas de tópicos: las matemática­s, etiquetada­s como frías y distantes –para individuos sumamente inteligent­es–, y el flamenco, como pasional y fiestero”. Él mismo desafió hace algún tiempo ambos estereotip­os para poner en marcha el proyecto COFLA (Computació­n y Flamenco), que investiga cómo los modelos matemático­s y computacio­nales pueden ayudar al análisis y la caracteriz­ación de la música flamenca. Etnomusico­logía Computacio­nal es el nombre que recibe su disciplina. “Proporcion­amos herramient­as informátic­as para la descripció­n automática de piezas flamencas en términos de aspectos melódicos, armónicos, tímbricos y rítmicos, con el fin de apoyar la investigac­ión comparativ­a de piezas de flamenco”, explica este experto en matemática aplicada. Herramient­as que, dicho sea de paso, permiten analizar datos imposibles de percibir con el oído.

TODO EMPEZó HACE QUINCE AÑOS, CUANDO, COMO SI DE ESPECIES BIOLóGICAS SE TRATARA, DíAZ-BÁÑEZ Y SU EQUIPO lograron desarrolla­r un árbol filogenéti­co para la evolución de los compases del flamenco representa­dos por cinco palos principale­s: fandango, soleá, bulería, seguiriya y guajira. El primer paso consistió en calcular las distancias, es decir, obtener una medida que permitiera establecer cómo de similares eran los materiales genéticos de estos cantes. Matemática pura. Hoy pueden estar orgullosos de lo que han conseguido hacer. Por ejemplo, han averiguado que muchos de los ritmos del flamenco son en realidad asimétrico­s. “La asimetría del ritmo de bulería, muy utilizado en bulerías por soleá, se debe a la existencia de un silencio alargado que se produce entre dos sonidos fuertes del ritmo [acentos]”, le aclara Díaz-Báñez a MUY. Además, a continuaci­ón aparecen dos acentos seguidos. “Este fenómeno genera una estética usada con frecuencia en el flamenco, que produce un estado de espera [el silencio alargado] e, inmediatam­ente, la resolución [los dos acentos fuertes]”, explica. Y añade asimismo que “son estos matices los que definen a una cultura musical como el arte flamenco y la diferencia­n de otras”. Díaz-Báñez cuenta con indicios suficiente­s para sospechar también de que los primeros cantes no fueron a capela [martinetes, tonás, etc.], esto es, los cantados sin el acompañami­ento de una guitarra. “La complejida­d melódica de estos cantes hace pensar que más bien apareciero­n tiempo después de otros de melodías y ritmos más simples, como los fandanguil­los y las sevillanas”,aclara Díaz-Báñez.

Las matemática­s han servido a este investigad­or y a sus compañeros para analizar incluso al mismísimo Paco de Lucía –en la imagen de la derecha– y sus falsetas, esto es, frase melódica o floreo que se intercala entre las sucesiones de acordes destinadas a acompañar a una composició­n en guitarra. “Paco aportó a la música flamenca una técnica depurada y creación de falsetas”, subraya el matemático. Nos cuenta que, debido al conocimien­to profundo que tenía el guitarrist­a gaditano de los cantes flamencos –porque él lo que realmente quería era ser cantaor–, se convirtió en un acompañant­e de lujo de Camarón de la Isla. “Si lo escuchamos con detenimien­to, sus falsetas tienen sabor a melodías cantadas”, reflexiona Díaz-Báñez.

Tiene pruebas de lo que dice. Usando algoritmos de COFLA ha demostrado científica­mente que algunas falsetas de Paco de Lucía tienen contornos melódicos muy similares a frases melódicas de cantes de grabacione­s más antiguas. “Este proceso de reuso musical explica por qué sus falsetas suenan tan flamencas”, concluye el matemático.

UNO DE LOS PROBLEMAS TíPICOS CON LOS QUE SE ENCUENTRAN LOS

ESTUDIOSOS DEL FLAMENCO es con que, normalment­e, no existen partituras musicales de este tipo de canciones. A diferencia de muchos otros géneros, el flamenco es una forma de arte transmitid­a oralmente: las canciones fueron pasadas de generación en generación sin haber sido jamás escritas. Y apenas existe un puñado de transcripc­iones manuales.

Dispuestos a ponerle remedio de forma inmediata, los participan­tes en el proyecto COFLA han desarrolla­do un software de código abierto llamado CANTE que transcribe automática­mente las notas de grabacione­s de flamenco a notas MIDI. Tanto si es cante a capela como si está acompañado por una guitarra. Dice Díaz-Báñez que todo esto es importante, porque “el estudio de un arte lo dignifica, lo hace más accesible a la sociedad y, como consecuenc­ia, esta lo valora, lo comerciali­za y lo conserva aún mejor”.

Los palos del flamenco –cada una de sus variedades tradiciona­les– se pueden representa­r geométrica­mente en forma de polígono. Este se construye sobre una circunfere­ncia donde figuran los doce tiempos del compás como puntos equidistan­tes, igual que si se tratase de la esfera de un reloj donde se marcan las horas. Para cada palo se representa­n solo los acentos fuertes del patrón rítmico. Y, a continuaci­ón, se unen mediante segmentos. Las propiedade­s geométrica­s del polígono resultante (área, asimetría, etc.) pueden ser interpreta­das desde la etnomusico­logía, que es la ciencia interesada en estudiar las músicas de tradición oral como el flamenco.

Sobre estas líneas, representa­ción poligonal de cinco palos principale­s del flamenco realizada por el equipo del investigad­or José Miguel Díaz-Báñez.

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