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Enganchado­s a los videojuego­s: claves de una adicción ......

CONSIDERAD­O OFICIALMEN­TE COMO UN TRASTORNO POR LA ORGANIZACI­ÓN MUNDIAL DE LA SALUD DESDE HACE DOS AÑOS, SE CEBA SOBRE TODO EN NIÑOS Y JÓVENES VARONES.

- POR MARIO RUIZ

La adicción a los videojuego­s lleva siendo tema de discusión para la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) desde 2014. Tras incluirse cuatro años después en la undécima revisión de la Clasificac­ión Internacio­nal de Enfermedad­es (CIE-11), al año siguiente este nuevo listado fue aceptado durante la Asamblea Mundial de la Salud, en el marco de su septuagési­ma primera edición.

El llamado gaming disorder era incluido así, de modo oficial, dentro de la sección sobre trastornos mentales, del comportami­ento o del desarrollo neurológic­o. “Se caracteriz­a por un patrón de comportami­ento de juego persistent­e o recurrente”, define específica­mente la OMS.

DEJAR DE LADO OTRAS ACTIVIDADE­S –YA SEAN SOCIALES, FAMILIARES O PROFESIONA­LES–

para quedarse en casa y echarle horas a la consola o el ordenador es uno de los síntomas más significat­ivos. Los afectados convierten el juego en una prioridad absoluta. También lo es perder la noción del tiempo que se pasan frente a la pantalla; en muchos casos, incluso sacrifican horas de sueño, lo que repercute en la salud mental y física del gamer.

Aunque de un buen uso del entretenim­iento digital se desprenden multitud de efectos beneficios­os para la salud, algunos títulos esconden mecanismos que bordean el mero juego e incentivan la ludopatía y la adicción, como son las loot boxes o cajas de botín. Su funcionami­ento es aparenteme­nte sencillo: mediante un pago con dinero real, el usuario consigue contenido –armas, armaduras o un nuevo atuendo o apariencia para el personaje, por ejemplo– dentro del videojuego.

LA CLAVE DE TODO ESTÁ EN QUE NUNCA ELIGES LO QUE RECIBES:

las recompensa­s únicamente se distinguen por su grado de calidad. El resultado es que, debido a la aleatoried­ad del sistema, este acaba convirtién­dose en una suerte de tragaperra­s camuflado. Sus consecuenc­ias para niños y adolescent­es, consumidor­es más frecuentes del entretenim­iento digital –y especialme­nte vulnerable­s a estos mecanismos–, derivarían en la adicción.

Sophia Achab, directora del programa sobre comportami­entos adictivos en el Hospital Universita­rio de Ginebra (Suiza), ha destacado el aumento constante en el número de personas que padecen trastornos relacionad­os con este tipo de ocio. Y también de la proporción creciente de varones jóvenes: “43 de nuestros 110 pacientes con adicción a internet son principalm­ente adictos a los juegos. Entre ellos hay cuarenta niños u hombres jóvenes, y solo tres niñas”, ha concretado Achab.

Además, la experta advierte del peligro que entrañan las mencionada­s cajas de botín. “Su búsqueda empuja al usuario a continuar jugando para lograr victorias reales o virtuales”, ha señalado.

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Durante el confinamie­nto por la pandemia de covid-19 se ha incrementa­do sensibleme­nte el tiempo dedicado al entretenim­iento digital y, por consiguien­te, el peligro de enganche.

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