Comportamiento
¿A qué se deben los principales problemas de conducta de un gato?
Las quejas más habituales de los propietarios de gatos respecto a su comportamiento corresponden a dos grupos principales de problemas. Por un lado, aquellos relacionados con la eliminación de orina y heces en lugares inapropiados, y, por otro, las conductas agresivas dirigidas tanto hacia otros gatos como hacia las personas.
Los primeros son los problemas de conducta más frecuentes en los felinos, y existen varias causas por las que pueden presentarse. Las más habituales son aquellas relacionadas con la bandeja o el arenero con que cuenta el animal para hacer sus necesidades. Pero también son comunes las derivadas de los conflictos entre varios gatos que conviven en la misma vivienda. Y, por último, pero no menos importantes, las causas médicas.
En cuanto a los problemas relacionados con la bandeja de arena, suelen estar ocasionados por alguna deficiencia, desde el punto de vista del gato, bien en el recipiente, el lecho o la arena utilizados, bien en el lugar donde se ha colocado. En un estudio publicado en la revista American Journal of Veterinary Research en 2006 acerca de la micción y la defecación en gatos, un grupo de expertos de la Universidad de Georgia (EE. UU.) encontró que los animales que hacían sus necesidades en lugares inapropiados dedicaban un tiempo significativamente inferior a escarbar en la arena que los que no tenían este problema de conducta. Es decir, escarbar mucho tiempo es un indicativo de que el gato está satisfecho con la arena; en caso contrario, deberíamos pensar que algo de la bandeja le desagrada –el grosor de los gránulos, el olor...–.
LOS CONFLICTOS ENTRE GATOS QUE VIVEN JUNTOS –aunque también con felinos desconocidos– pueden desencadenar problemas de eliminación inapropiada. Habitualmente estos conflictos provocan un estado de estrés en el animal, y uno de los signos más habituales de ese estrés en los gatos es el marcaje con orina. Una diferencia importante entre el marcaje y la conducta de evacuación de orina es que en el primer caso la mascota deposita la orina en múltiples lugares y en volúmenes pequeños, mientras que en el segundo las micciones son más voluminosas y suelen aparecer en uno o unos pocos lugares de la casa. Sin embargo, hay ocasiones en que el conflicto entre los gatos lo que provoca es que uno de los animales se sienta intimidado por otro, y esto le impide acceder de manera correcta al arenero pa
ra eliminar, por lo que evacúa en lugares indeseables sin que esté mostrando una conducta de marcaje.
Por último, es fundamental descartar patologías y problemas médicos que provoquen incomodidad, ansiedad y malestar en la mascota. Los problemas urinarios, intestinales y articulares son los que con más frecuencia ocasionan que haga sus necesidades donde no debe. Un caso particular, que relaciona el estrés con los problemas urinarios, es la cistitis idiopática, difícil de diagnosticar y que se caracteriza por provocar dolor y muchas molestias en el gato. De acuerdo con un estudio publicado en 2015 por la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida, los principales factores de riesgo para el padecimiento de esta enfermedad son el sobrepeso, el carácter nervioso del gato y la falta de acceso al exterior.
EN CUANTO A LOS PROBLEMAS DE AGRESIVIDAD, los que afectan a las personas pueden llegar a comprometer seriamente la seguridad de las mismas, pero son menos frecuentes que los que implican a dos o más gatos. Entre estos se producen en diferentes circunstancias. Cuando se acoge a un nuevo animal en la vivienda o cuando uno de ellos sale de la misma y vuelve a entrar más tarde –por ejemplo después de haberlo llevado al veterinario–, es relativamente frecuente que aparezcan agresiones por parte de uno o más de los gatos, probablemente motivadas por el miedo. Otras veces, si la relación entre los felinos no es adecuada, tras un periodo de convivencia en relativa y aparente armonía aparecen conflictos más serios entre ellos. Y, por supuesto, debido a su carácter territorial, la introducción de otro individuo en su espacio, ya sea una persona, un félido u otro animal, puede provocar la agresividad del gato residente. Asimismo, la aparición de un estímulo que asuste a la mascota –como un ruido fuerte– puede desencadenar un episodio de agresividad por miedo que derive en un ataque redirigido, tanto hacia otro gato como hacia alguna persona.
La intensidad de las agresiones es muy variable según los casos, de manera que algunos gatos únicamente bufan y gruñen cuando se sienten amenazados, mientras que otros pueden arañar y morder con mucha violencia. Aunque muchos propietarios no piensan que puede ser así, cuando los gatos juegan, son capaces de atacar con las uñas y los dientes y provocar lesiones importantes que no parecen propias de una actividad lúdica.
En cualquier caso, todos los problemas de agresividad en el gato deben ser considerados como potencialmente graves y han de ser tratados lo antes posible.