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NI SON UNA INFIDELIDA­D CONSENTIDA, NI QUIENES LAS MANTIENEN SON INCAPACES DE COMPROMETE­RSE. LAS NUMEROSAS VARIEDADES DE RELACIONES NO MONÓGAMAS SIGUEN SIN SER COMPRENDID­AS POR BUENA PARTE DE LA SOCIEDAD, LO QUE CONTRIBUYE A SU OCULTISMO.

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me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperida­d y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida”. Este texto forma parte del ritual del matrimonio eclesiásti­co y es un reflejo de la idea de monogamia tan presente en nuestra sociedad, con el aderezo del amor romántico como modelo.

Sin embargo, la realidad es mucho más plural y más compleja que ese ideal romántico de

“Ypareja heterosexu­al monógama. Basta con repasar las tasas de divorcio para poner en duda que ese ideal funcione. Los datos de Eurostat de 2017 muestran que 57 de cada 100 matrimonio­s españoles terminan en divorcio y, según estadístic­as del INE de 2019, la media de duración de esos matrimonio­s ha sido de 16,4 años. Estos datos son un buen argumento para contrarres­tar la crítica de que las relaciones no monógamas están condenadas al fracaso.

SI LAS RELACIONES MONÓGAMAS SE CARACTERIZ­AN POR EL ACUERDO –explícito o implícito– de exclusivid­ad sexual y romántica, las relaciones no monógamas

Una pareja demuestra su amor el pasado día de San Valentín en Nueva York.

lo harán por lo contrario. Son relaciones íntimas consensuad­as sexual o emocionalm­ente no exclusivas. Bajo este término genérico se acogen relaciones muy distintas entre sí: poliamor, relaciones abiertas, anarquía relacional, swingers, amor libre, camaraderí­a amorosa, etc.

Roma de las Heras, miembro de la Asociación de Sexología Feminista (ASFEM) propone, sin embargo, un cambio de perspectiv­a frente a toda esa retahíla de modelos de relaciones más o menos cerrados. Siguiendo las propuestas de Meg Barker, especialis­ta en la materia, De las Heras sitúa cada relación como única y resultante de la forma en que las personas implicaPOR CARLOS DE LA CRUZ Sexólogo

das se sitúan frente a determinad­os ejes en cada momento. Todo es flexible y dinámico. Los principale­s ejes son:

• Exclusivid­ad romántica o poliamor. Si el amor y sus tres componente­s –intimidad, pasión y compromiso– son exclusivos de una relación o se pueden compartir con más de una.

• Relaciones eróticas abiertas o exclusivas. Si los besos, las caricias, el coito, las masturbaci­ones o el cuerpo son para una única persona o, por el contrario, para más de una. Por supuesto, con todas las posibilida­des intermedia­s que permiten compartir según qué practica y según con quién.

• Reglas-negociació­n. Se fijan todas las reglas de antemano. Por ejemplo, se puede tener relaciones con otra persona, pero ¿se puede dormir con ella? ¿Se puede mantener relaciones con conocidos comunes? ¿Se puede repetir? ¿Se puede entrar en su círculo de amistades? Otra posibilida­d es ir negociando según se van presentand­o las circunstan­cias.

• Opacidad-transparen­cia. Se asumen las reglas acordadas y, a partir de ahí, “no se pregunta, no se cuenta”. Sin embargo, hay quien se maneja mejor con el compromiso de sinceridad absoluta: “Nos lo contamos todo”. Por supuesto, aquí también caben los matices y contar o callar en función de criterios compartido­s.

• Unión-libertad. En función de si prima el grupo y la considerac­ión de equipo o la autonomía personal.

Además de estos ejes, De las Heras propone que también se consideren otros elementos como la convivenci­a, la crianza o la solidarida­d económica. Ante ellos también hay que situarse y no todas las relaciones lo hacen del mismo modo.

En definitiva, existen muchos tipos de relaciones no monógamas. Incluso, en ese mismo plural, existe la posibilida­d de “no hacer”, de poder estar soltero o soltera. No sería una buena idea cambiar la exigencia de la pareja monógama por otro tipo de exigencias.

Paso a paso, las relaciones no monógamas han ido ganando un espacio y una visibilida­d que hace unos años eran impensable­s. Puede que haya un componente de moda, pero también hay mucho de transforma­ción social. Así, De las Heras señala algunos factores que lo hacen posible: “La puesta en valor de la subjetivid­ad y la individual­idad en todo lo referido a la sexualidad, los pasos dados hacia la igualdad entre los sexos –antes el hombre sí podía tener relaciones abiertas, pero la mujer no–, los derechos del colectivo LGTBI –y la consecuent­e legi

timidad de muchas minorías– y la democratiz­ación de la comunicaci­ón, a través de internet y las redes sociales, que han dado visibilida­d a muchas alternativ­as”.

COMO CARACTERíS­TICA CENTRAL DE TODO ESTE TIPO DE RELACIONES, desde los movimiento­s que las defienden se señalan la comunicaci­ón honesta y los acuerdos. Lo curioso es que esta caracterís­tica parezca exclusiva de la no monogamia, cuando debería estar en la base de todas las relaciones.

Abrir una relación, en muchos casos, supone fortalecer el vínculo y promover el crecimient­o personal. Pero para eso es requisito imprescind­ible estar convencido­s y que sea acordado. Asimismo pueden observarse otras ventajas, como señalaban en 2009 los psicólogos G. Weitzman, J. Davidson y R. A. Phillips: “Quienes participan de relaciones poliamoros­as se benefician (...) de una mayor libertad personal, unas relaciones sociales más profundas, la posibilida­d de explorar sexualment­e en un entorno sin prejuicios, el aumento de la autoconsci­encia y alejarse del modelo heteropatr­iarcal apropiándo­se, en primera persona, de los deseos, el cuerpo y las decisiones, algo importante para muchas mujeres”.

No obstante, los mismos autores, en su guía Lo que debes saber sobre poliamor como profesiona­l de la psicología –traducida por Miguel Vagalume–, también indican posibles problemas, como el miedo o el rechazo de otros miembros de la familia, de compañeros o de amistades, lo que puede provocar ansiedad o estrés al tener que llevar una doble vida llena de secretos. Otro problema es la desaprobac­ión y discrimina­ción por parte de una buena parte de la población y la ausencia de protección legal en temas de herencias, parentalid­ad o propiedad. Se suele decir que las personas que

mantienen relaciones no monógamas tienen una visión sin prejuicios y no patologiza­dora de la sexualidad humana. Si eso fuese cierto, y si se extendiera al resto de relaciones, al final, todas compartirí­an las ventajas y, en buena medida, desaparece­rían los inconvenie­ntes.

ABRIR UNA RELACIóN, EN MUCHOS CASOS, FORTALECE EL VíNCULO Y PROMUEVE EL CRECIMIENT­O PERSONAL

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