DESAFÍO A LA GRAVEDAD
¿CÓMO SE PUEDE AGUANTAR DERECHA UNA RUEDA DE BICI SI LA COGEMOS POR UN SOLO LADO DE SU EJE?
como el efecto giroscópico. Desde hacía milenios se conocía la sorprendente estabilidad de los trompos y las peonzas al girar, pero el asunto no se estudió a fondo hasta principios del siglo XIX, cuando el astrónomo alemán Johann von Bohnenberger se interesó por él, tanto que en 1817 descubrió el citado efecto giroscópico.
DEL PÉNDULO AL GIROSCOPIO
Su hallazgo llegó a oídos de contemporáneos suyos franceses, como el físico y matemático Pierre-Simon Laplace y su colega Siméon Denis Poisson, y luego al brillante físico Léon Foucault, que en 1852 se convirtió en la primera persona en construirse un giroscopio tal y como lo conocemos hoy, y que la Real Academia Española (RAE) lo define de este modo: “Disco que, en movimiento de rotación, conserva su eje invariable aunque cambie la dirección de su soporte”.
Foucault buscaba un aparato muy estable respecto a cualquier giro o movimiento para demostrar la rotación de la Tierra. Un año antes, él mismo había construido con el mismo fin el famoso péndulo que lleva su nombre, pero necesitaba un dispositivo que hiciera esa demostración de forma más rápida y simple, y por eso se puso manos a la obra con el giroscopio.
Detrás de esto hay una gran complejidad matemática, pero la foto que ilustra el experimento nos sirve para entender lo que sucede: al girar la rueda de bicicleta suspendida surge un torque o momento de fuerza (la magnitud vectorial que mide la capacidad de una fuerza para cambiar la velocidad de giro de un cuerpo) que contrarresta el torque generado por la gravedad. Por eso, la rueda no cae aunque la sujetemos solo por un lado de su eje; mientras que el giro sea suficientemente rápido, el eje seguirá perpendicular a la cuerda. A medida que la velocidad disminuya, la rueda irá cayendo.
Y PARA ACABAR, UN DESMENTIDO
Por cierto, y ya que hemos hecho el experimento con una rueda de bicicleta: no se puede decir —se oye a menudo— que las bicis en movimiento no se caen por el efecto giroscópico. Se necesitan velocidades y ruedas mucho mayores para experimentar la estabilidad giroscópica. Es el equilibrio aprendido por el ciclista el que mantiene el vehículo derecho.