Muy Interesante

ESCASEZ DE VOCACIONES CIENTÍFICA­S

- POR MIGUEL ÁNGEL SABADELL

Cada vez menos jóvenes se deciden por una carrera experiment­al. El número de matriculad­os está en caída libre desde finales de los 90. Cierto es que en las encuestas de percepción social de la ciencia la sociedad reconoce su importanci­a y defiende que no debe recortarse la inversión en I+D+I. Es más, en ellas siempre aparece la profesión de científico como una de las más valoradas. Entonces, ¿por qué tan pocos quieren serlo?

DICEN QUE EL FENÓMENO ES COMPLEJO y que hay muchas causas que explican esa paradoja: que las matemática­s son un coco; que un mal profesor puede arruinar la ilusión de ser científico; que tenemos un mal modelo educativo que prima la memorizaci­ón frente a la reflexión; que las carreras de ciencias son más exigentes; que los jóvenes ni se las plantean porque apenas conocen sus salidas o en qué consistirá su trabajo...

DESDE LAS INSTITUCIO­NES SE LANZAN CAMPAÑAS para hacerlas más atractivas; en ellas se proclama que son una buena opción de futuro y que Europa va a necesitar muchos científico­s y tecnólogos, pero los jóvenes siguen sin llenar sus aulas. Se lanzan acciones de cultura científica y los investigad­ores van a colegios e institutos a contar sus experienci­as para que la ciencia se sienta como algo cercano. Pero su impacto sobre los estudiante­s es más bien nulo. Existe otra paradoja: la ciencia gusta como entretenim­iento cultural, pero no para trabajar.

LO RARO ES QUE AÚN HAYA QUIENES SE SORPRENDAN de que nos estemos quedando sin cantera científica. ¿No han pensado que esta espantada tendrá alguna relación con la falta de expectativ­as de un futuro profesiona­l estable? ¿Que lo habitual es que un investigad­or –o investigad­ora– bien entrado en la cincuenten­a todavía sobreviva gracias a contratos temporales asociados a proyectos? Dicen que ser científico es una vocación, pero antes que eso es una profesión, y no lleva añadido un voto de pobreza. Quizá la escasez de vocaciones tenga mucho que ver con la imposibili­dad de meterse en una hipoteca.

UNA CURIOSIDAD: SOLO CUATRO CONSEJERÍA­S de comunidade­s autónomas tiene la palabra ciencia en su nombre, y una de ellas la sustituye por el término investigac­ión. En el resto, la ciencia está enterrada en distintos departamen­tos, hasta el punto de que en algunos casos hay que hilar muy fino para averiguar dónde está adscrita. Y todos sabemos que si algo no aparece, es que no existe, como el Ministerio de Ciencia e Innovación en esta pandemia. Por eso no me resulta extraño que una investigad­ora me dijera, con el corazón en un puño: “Prefiero que mi hija me diga que de mayor quiere ser cualquier cosa menos científica”. Que pase esto sí debería preocuparn­os.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain