CAFÉ Y ARENA PARA EXPLICAR LOS TERREMOTOS EN EL NOROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
La aproximación de las placas tectónicas provoca terremotos, como los ocurridos este mismo año en Granada. En el otro extremo de la Península también suceden, pero por otras causas. Los registrados en Lugo, en 1997, y en Puebla de Sanabria (Zamora), en 1961, superaron la magnitud 5 y podrían repetirse en cualquier momento.
Tras estos movimientos sísmicos están las fracturas que se formaron en la corteza durante la orogenia alpina, hace millones de años –la misma que levantó las cordilleras Pirenaica, Cantábrica y Béticas–, pero se desconoce qué los desencadenan. Para tratar de determinarlo, un equipo de geólogos de las universidades de León, Rey Juan Carlos y Complutense de Madrid ha ideado un modelo que simula lo que ocurre bajo tierra, con la ayuda de una caja o sandbox. En ella depositan silicona –representa la corteza inferior y media–, arena –la superior– y partículas de café, que se espolvorean por encima, para ver su evolución. Una de las paredes es móvil. EL NOROESTE SE MUEVE. “A medida que generamos una deformación, como la que ocurrió en la orogenia alpina, registramos lo que sucede mediante un escáner láser. Así, obtenemos un modelo digital que nos permite analizar la topografía y los cambios que se producen en el relieve”, explica Javier Fernández Lozano, de la Universidad de León.
Los resultados, publicados en Tectonics, muestran que los fluidos que circulan a gran profundidad desencadenan la rotura de las fracturas en la corteza, lo cual incrementa la actividad sísmica. “Esas fracturas actúan como válvulas de escape de fluidos calientes. Llegan a zonas someras, donde pueden precipitar minerales valiosos, caso de oro o wolframio; y yacimientos primarios, como los que dieron lugar a Las Médulas, y otros secundarios se pueden estar formando hoy en esta zona”, apunta.