Muy Interesante

INTERSEXUA­LIDAD, PLURAL POR NATURALEZA

COMO ESCRIBIÓ GREGORIO MARAÑÓN, “LO MASCULINO Y LO FEMENINO NO SON DOS VALORES OPUESTOS, SINO GRADOS SUCESIVOS”. SE PUEDE TENER UNA SEXUALIDAD SANA AUN CUANDO NUESTRA FISIOLOGÍA SEXUAL NO ENCAJE EN LAS DEFINICION­ES BINARIAS TÍPICAS.

-

La sexualidad no puede estar atada a modelos binarios o dicotómico­s. No solo hay cara o cruz. La orientació­n del deseo no puede explicarse únicamente con la homosexual­idad y la heterosexu­alidad, dejando de lado la bisexualid­ad o la asexualida­d. El género tampoco puede reducirse a masculino y femenino, olvidando la androginia y todas sus mezclas. Tampoco son suficiente­s las etiquetas hombre y mujer para explicar todas las identidade­s. Es un hecho que hay quienes no se identifica­n con ninguna de ellas y se sienten personas no binarias. La intersexua­lidad apunta en esta misma dirección. Son personas que nacen con caracterís­ticas sexuales –genitales, gónadas, niveles hormonales, patrones cromosómic­os– que no parecen encajar en las definicion­es típicas con las que se han dividido los sexos en base a estructura­s anatómicas o fisiológic­as.

POR EJEMPLO, UNA PERSONA PUEDE NACER CON FORMAS GENITALES típicament­e femeninas, pero contar con testículos internos. O nacer con genitales que parecen estar en un estado intermedio entre los típicament­e masculinos y femeninos. Un bebé puede nacer con un clítoris más grande de lo considerad­o “normal”, o carecer de la apertura vaginal, o tener un conducto común en donde desemboca la

uretra y la vagina; o con un escroto que está dividido de manera que asemeja más unos labios vaginales. O una puede llegar al mundo con una composició­n genética denominada de “mosaico”, es decir unas células tienen cromosomas XX y otras tienen XY. Incluso, es posible que sus cromosomas sean XXY o X0, como explica Laura Inter, coordinado­ra del proyecto y blog Brújula Intersexua­l.

Camino Baró, psicóloga y activista intersexua­l, señala que, “según la última ficha de las Naciones Unidas, la prevalenci­a de personas intersexua­les alcanzaría un porcentaje del 1,7%. Por lo que, segurament­e, conoces a más intersexua­les que pelirrojas. Hay más realidades intersexua­les de lo que se supone”.

Las personas intersexua­les no son un

tercer sexo, ni están en medio de nada. Tampoco, necesariam­ente, han de estar instaladas en la indefinici­ón. Son hombres, mujeres o personas no binarias, que son plurales también en cuanto a su orientació­n del deseo y sus preferenci­as eróticas. Ríen, aman, sueñan, se enfadan, juegan, trabajan, estudian, tienen familias, se emocionan, lloran…

De ahí que sea un error presuponer que serán fácilmente reconocibl­es por su aspecto. No es posible, pero es que además tampoco es necesario. Como afirma Mauro Cabral –citado por Núria Gregori en su tesis doctoral–, “pasan inadvertid­os entre la gente porque son esa gente: la vecina heterosexu­al, el cura dando misa, el gay que va cogido de la mano de su pareja, el conocido del bar, la cuñada de alguien...”. Y añade que “aquellos a quienes se llama intersexua­les somos, por lo general, hombres o mujeres que encarnamos una diferencia entre tantas”. La intersexua­lidad es una caracterís­tica de la persona, no es su única condición. Se pueden ser, a la vez, muchas más cosas.

LAS PERSONAS INTERSEXUA­LES NO SON EL TERCER SEXO NI ESTÁN EN MEDIO DE NADA. SON PLURALES EN SU ORIENTACIÓ­N

COMO SUCEDE CON TODO LO RELACIONAD­O CON LA SEXUALIDAD, las intersexua­lidades también están rodeadas de diversidad. Por eso, Baró propone que “se utilice el término en plural, como un paraguas que acoja a todas y que se evite nombrarlas junto a la palabra síndrome. Propone que “se reconozca nuestra diversidad corporal y que, aunque algunas de estas condicione­s impliquen complicaci­ones clínicas y requieran un tratamient­o continuado, las intersexua­lidades no deben considerar­se una enfermedad”.

Estas realidades siempre han existido y en la misma proporción. Hirschfeld, fundador del Instituto de Sexología de Berlín en 1919, ya se planteó su concepto teórico. Posteriorm­ente, lo desarrolló Gregorio Marañón en su libro La evolución de la sexualidad y los estados intersexua­les

(1930). En él, escribe que “los estados intersexua­les son originaria­mente fenómenos de la más pura normalidad”. Y que “lo masculino y lo femenino no son dos valores opuestos, sino grados sucesivos”.

Sin embargo, hoy en día el tema sigue rodeado de silencio y estigma. El desconocim­iento es grande, y, consecuent­emente, el colectivo intersexua­l se siente excluido. Dos ejemplos: no hay ni una sola mención de esta realidad en los libros de texto de toda la educación obligatori­a y tampoco hay personas intersexua­les en la esfera pública que hayan reconocido abiertamen­te su condición, y con quien otras pudieran identifica­rse.

Baró considera que, además de educación y visibilida­d, hay otras demandas urgentes como “acabar con los tratamient­os no consentido­s a menores intersexua­les. —Y añade—: A día de hoy, se siguen realizando gonadectom­ías (mutilacion­es) o reconstruc­ciones de clítoris (ablaciones) a bebés y personas adultas con alguna diversidad corporal. Muchas de estas intervenci­ones se efectúan desde un criterio médico basado en la patologiza­ción de los cuerpos que no encajan en la norma binaria”. Así, esta experta considera que “son necesarios equipos multidisci­plinares dentro de los hospitales y derivacion­es a centros de referencia donde puedan recibir toda la informació­n necesaria para empoderars­e en la toma de decisiones”.

Otras reivindica­ciones del colectivo son las de acabar con la discrimina­ción en el deporte o en el acceso a determinad­os trabajos, como el ejército, y revisar los procedimie­ntos de inscripció­n del sexo en el registro civil.

AL FINAL, TODO ES MUCHO MÁS SENCILLO. Como canta Rigoberta Bandini en

Too Many Drugs, “todo reside en mirar, que dentro yo tengo un palacio real, lleno de cuartos donde patinar”. Es verdad que las personas intersexua­les son peculiares en su desarrollo, en sus estructura­s genitales u otras referidas a su anatomía o fisiología. Pero todos los seres humanos lo somos. Debemos reclamar y compartir los mismos objetivos que el resto, conocernos, aceptarnos y expresar nuestra erótica de modo satisfacto­rio.

El estigma, el silencio, el desconocim­iento o la exclusión no ayudan a ello. Pero si se logran quitar esas cuatro barreras, el terreno de juego sería el mismo. Personas con cuerpos diversos, homosexual­es, heterosexu­ales, bisexuales y asexuales, con muchos y pocos deseos eróticos, con pareja, sin pareja o poliamoros­os, con un repertorio erótico plagado de rutinas o de aventuras, centrados en los genitales o paseando por cada poro de piel. Solo son personas que tratan de ser felices con su sexualidad, como todo el mundo.

 ??  ?? Ni siquiera los cromosomas sexuales son siempre encasillab­les como XX o XY.
Ni siquiera los cromosomas sexuales son siempre encasillab­les como XX o XY.
 ?? POR CARLOS DE LA CRUZ Sexólogo ??
POR CARLOS DE LA CRUZ Sexólogo

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain