EL FUTURO ES HÍBRIDO Y SOBRE TODO ELÉCTRICO
HAY QUE RETROCEDER A 1898 para recordar cuándo se fabricó el primer coche híbrido de la historia, el Egger-Lohner C.2 Phaeton. Lo diseñó Ferdinand Porsche, un joven fascinado por la electricidad que no sabía que estaba creando las bases del futuro del automóvil. Un siglo después, en 1997, y tras varios intentos, Toyota sacó adelante el proyecto Prius con la primera generación del modelo. Aunque encontró más palos que flores en el camino, no solo demostró que la hibridación es una opción, sino que revolucionó la industria y todos los constructores tuvieron que dar un viraje brusco y posicionarse en lo eléctrico como la opción real del porvenir.
Hablar de electrificación es hablar de cualquier sistema que incluya un motor eléctrico. Todos son válidos, pero de momento estamos en camino, ni mucho menos hemos llegado a la meta. Vivimos uno de los momentos más convulsos de la historia del automóvil. Los diésel, que siguen siendo una opción perfecta para aquellos que hacen más de 15 000 km al año, encuentran un futuro muy oscuro para posibles ventas y unas financieras reacias a aceptar opciones de renting para este tipo de motores.
Por otro lado los eléctricos cien por cien son vanguardistas y eficientes, pero de momento, aunque han avanzado a pasos agigantados tecnológicamente, les queda mucho por perfeccionar. El futuro del hidrógeno ya está aquí y si las cosas se hacen bien serán los jefes. Los coches de hidrógeno no solo son capaces de crear electricidad, sino que esta será exportable a otros destinos, incluyendo otros coches. Así que no cabe duda de que el futuro será del automóvil eléctrico, que curiosamente ya inventó un tal Robert Anderson en 1839. Ahora el reto es lograr alimentar esta tecnología limpia y sostenible. ¡Cuántas vueltas damos para llegar al sitio de partida!