Una huella difícil de borrar ......................
LA MARCA QUE QUEDA TRAS SUPERAR LA ENFERMEDAD PUEDE LLEGAR A TRANSFORMAR LA VIDA DE LAS PERSONAS QUE LA PADECIERON
Los efectos de la covid-19, en muchas ocasiones, van mucho más allá de la fase activa de la enfermedad. Una vez superada la infección por SARS-CoV-2, las secuelas y consecuencias de su paso por el organismo pueden llegar en diversas formas y grados. En este sentido, los especialistas no han dejado de progresar y aprender sobre la huella que el virus ha ido dejando en los pacientes desde que se elevara su dimensión a la altura de pandemia. Tal y como señalan los expertos que lo analizan, el coronavirus ha llegado incluso a transformar la vida de aquellos que lo contrajeron y superaron la enfermedad, en mayor o menor medida.
En la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) han dibujado un mapa de las consecuencias de la covid-19 para los afectados que pasan por consulta. Su portavoz, Iván Moreno, apunta en primer lugar a las secuelas a corto plazo producidas por el daño directo de la infección aguda, sobre todo en los casos graves. Una de ellas es la fibrosis pulmonar, que da lugar a que “una parte del pulmón se convierta en cicatriz y no tenga capacidad para llevar a cabo el transporte de oxígeno y gases”, señala. Además, nada más salir del hospital, el enfermo también se ve afectado por una pérdida notoria de masa muscular. Esta es una consecuencia común en pacientes que han estado intubados y han permanecido en la UCI durante una larga temporada. De igual forma, las secuelas cardiovasculares y los trombos se han convertido en características de esta fase.
En la fase subaguda, según este experto, algunos pacientes han pasado por dificultades semanas después de superar la covid-19. Entre otros problemas, les costaba “recuperar la funcionalidad del riñón y dejar de tener diarrea. Otros enfermos siguen presentando febrícula y fiebre”, además de cuadros inflamatorios con dolores musculares. Por otro lado, el internista indica que después de pasar la covid-19 la respuesta inmunitaria y las defensas de algunos pacientes seguían estando totalmente alteradas, por lo que la debilidad muscular, los dolores o los trastornos gastrointestinales perduraban durante meses.
1. SECUELAS RESPIRATORIAS
La consecuencia de mayor importancia es la disnea. Así se llama a “la sensación de falta de aire que siguen teniendo algunos pacientes después de haber sido dados de alta –señala Germán Peces Barba, vicepresidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR)–. La mayoría de las veces observamos que no existe una causa concreta, sino que es multifactorial”. Asimismo, la afectación muscular a causa de la covid-19 puede derivar en la mencionada disnea. “No es un síntoma propiamente respiratorio, pero el enfermo lo percibe como parte de la sensación de dificultad para respirar”, explica.
Sin embargo, la disnea puede producirse también por propia causa respiratoria. “Sabemos que solamente puede suceder en los pacientes graves, que han estado con neumonías graves en las unidades de intensivos –subraya el neumólogo–. En algunos casos, la propia inflamación de la neumonía deriva en una cicatrización de tipo fibrosis. –Y añade–: A veces son extensas y se asocian a la disnea como una de las causas y a veces no, pues
en ocasiones son localizadas y no tienen consecuencia sobre los síntomas si no tienen disnea”.
Por otro lado, los servicios de neumología están también registrando algunos pacientes que reflejan dolores torácicos localizados y no constantes, “aunque no hemos encontrado ninguna causa relevante que le dé importancia a este síntoma”, según apunta el citado especialista.
En última instancia el haber padecido una enfermedad respiratoria previa a la covid-19 no ha sido condicionante a la hora de presentar o no secuelas. En este caso, ha sido más seña de un peor pronóstico y mayor gravedad de la infección provocada por el virus. Así, las consecuencias respiratorias una vez superada la enfermedad han venido más relacionadas por la extensión de la neumonía durante la fase aguda de la enfermedad. indica, la mayoría de los pacientes suelen recuperarse entre las dos y cuatro primeras semanas, aunque hay enfermos que sufren un déficit olfativo más prolongado.
Por su parte, la cefalea afecta a entre un 40% y 60% de los pacientes con covid-19 sintomático. “Suele empeorar con los esfuerzos, con los movimientos de la cabeza e incluso lleva a despertarse por la noche”, según Porta. Por suerte, la mayoría de los pacientes solucionan este problema en una o dos semanas, pero de un 2 % a un 5 % de los pacientes pueden desarrollar una cefalea crónica de estas características. El tercer síntoma leve pero común serían las mencionadas mialgias, o dolores musculares reiterados.
En un orden menos frecuente y derivadas de una sintomatología más grave, se sitúan las crisis epilépticas y los déficits neurológicos, debido a la invasión directa del virus del espacio meníngeo. “Afortunadamente es muy poco probable y en la mayoría de los casos no se ha detectado el virus en el líquido cefalorraquídeo”, destaca Porta.
Asimismo, a consecuencia de la llamada inmunidad cruzada, pueden producirse síndromes de Guillain-Barré o de Miller Fisher, los más frecuentes entre los efectos graves, junto a los ictus, derivados de la covid-19. “El de Guillain-Barré puede producir al paciente secuelas y dificultarle caminar y moverse, ya que afecta al sistema motor y al sensitivo, y hay pacientes que tardan años en recuperar la capacidad de andar otra vez. El cuadro de Miller Fisher hace que el enfermo no pueda mover los ojos y que sienta una inestabilidad tan marcada que en ocasiones tampoco pueden andar”.
por covid-19, de manera que una tercera parte o incluso más de los pacientes que son hospitalizados tienen elevaciones de los marcadores de daño miocárdico”, señala Cequier. Según resalta el cardiólogo, estos marcadores son las troponinas, unas enzimas que se pueden detectar en sangre periférica.
En opinión de este especialista, los pacientes que tienen elevaciones más importantes durante la hospitalización son los que sufren mayor riesgo de mortalidad o de presentar complicaciones más graves. “Este aspecto es importante porque supone una afectación del corazón indirecta por parte del virus de la que no sabemos muy bien qué va a significar a medio y largo plazo”, explica el presidente de la SEC.
mo predictores. Así lo subraya Cristina Galván, dermatóloga del Hospital Universitario de Móstoles en Madrid y una de las líderes de Covid-Piel, estudio nacional sobre manifestaciones cutáneas vinculadas a la infección por SARS-CoV-2. Cuando la piel sufre las consecuencias de la afectación vascular se produce lo que llamamos necrosis”, señala esta experta. Esta secuela puede producirse en muchos grados. Pueden ir desde pequeñas cicatrices, si se han necrosado puntos pequeños, o si se han producido necrosis más extensas, como de un dedo entero o de todos los de un pie o de una mano”.
Por otra parte, y debido al fenómeno inflamatorio y la hiperreactividad, los servicios de dermatología han registrado muchas urticarias. Asimismo, un tipo de caída de pelo, el efluvio telógeno, se ha convertido también en una secuela propia de la covid-19 que puede aparecer semanas después de haber superado la enfermedad. “Es muy parecida a la caída de cabello que pueden tener muchas mujeres unas semanas después del parto”, explica. Este fenómeno se produce debido a que los pelos de la cabeza tienen una duración determinada. “Su ciclo sufre una parálisis y provoca que muchos pelos lleguen al estado de vejez a la vez, por lo que se tienen que caer de una manera muy brusca”, indica Galván.