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Una huella difícil de borrar ......................

LA MARCA QUE QUEDA TRAS SUPERAR LA ENFERMEDAD PUEDE LLEGAR A TRANSFORMA­R LA VIDA DE LAS PERSONAS QUE LA PADECIERON

- POR MARIO RUIZ

Los efectos de la covid-19, en muchas ocasiones, van mucho más allá de la fase activa de la enfermedad. Una vez superada la infección por SARS-CoV-2, las secuelas y consecuenc­ias de su paso por el organismo pueden llegar en diversas formas y grados. En este sentido, los especialis­tas no han dejado de progresar y aprender sobre la huella que el virus ha ido dejando en los pacientes desde que se elevara su dimensión a la altura de pandemia. Tal y como señalan los expertos que lo analizan, el coronaviru­s ha llegado incluso a transforma­r la vida de aquellos que lo contrajero­n y superaron la enfermedad, en mayor o menor medida.

En la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) han dibujado un mapa de las consecuenc­ias de la covid-19 para los afectados que pasan por consulta. Su portavoz, Iván Moreno, apunta en primer lugar a las secuelas a corto plazo producidas por el daño directo de la infección aguda, sobre todo en los casos graves. Una de ellas es la fibrosis pulmonar, que da lugar a que “una parte del pulmón se convierta en cicatriz y no tenga capacidad para llevar a cabo el transporte de oxígeno y gases”, señala. Además, nada más salir del hospital, el enfermo también se ve afectado por una pérdida notoria de masa muscular. Esta es una consecuenc­ia común en pacientes que han estado intubados y han permanecid­o en la UCI durante una larga temporada. De igual forma, las secuelas cardiovasc­ulares y los trombos se han convertido en caracterís­ticas de esta fase.

En la fase subaguda, según este experto, algunos pacientes han pasado por dificultad­es semanas después de superar la covid-19. Entre otros problemas, les costaba “recuperar la funcionali­dad del riñón y dejar de tener diarrea. Otros enfermos siguen presentand­o febrícula y fiebre”, además de cuadros inflamator­ios con dolores musculares. Por otro lado, el internista indica que después de pasar la covid-19 la respuesta inmunitari­a y las defensas de algunos pacientes seguían estando totalmente alteradas, por lo que la debilidad muscular, los dolores o los trastornos gastrointe­stinales perduraban durante meses.

1. SECUELAS RESPIRATOR­IAS

La consecuenc­ia de mayor importanci­a es la disnea. Así se llama a “la sensación de falta de aire que siguen teniendo algunos pacientes después de haber sido dados de alta –señala Germán Peces Barba, vicepresid­ente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR)–. La mayoría de las veces observamos que no existe una causa concreta, sino que es multifacto­rial”. Asimismo, la afectación muscular a causa de la covid-19 puede derivar en la mencionada disnea. “No es un síntoma propiament­e respirator­io, pero el enfermo lo percibe como parte de la sensación de dificultad para respirar”, explica.

Sin embargo, la disnea puede producirse también por propia causa respirator­ia. “Sabemos que solamente puede suceder en los pacientes graves, que han estado con neumonías graves en las unidades de intensivos –subraya el neumólogo–. En algunos casos, la propia inflamació­n de la neumonía deriva en una cicatrizac­ión de tipo fibrosis. –Y añade–: A veces son extensas y se asocian a la disnea como una de las causas y a veces no, pues

en ocasiones son localizada­s y no tienen consecuenc­ia sobre los síntomas si no tienen disnea”.

Por otro lado, los servicios de neumología están también registrand­o algunos pacientes que reflejan dolores torácicos localizado­s y no constantes, “aunque no hemos encontrado ninguna causa relevante que le dé importanci­a a este síntoma”, según apunta el citado especialis­ta.

En última instancia el haber padecido una enfermedad respirator­ia previa a la covid-19 no ha sido condiciona­nte a la hora de presentar o no secuelas. En este caso, ha sido más seña de un peor pronóstico y mayor gravedad de la infección provocada por el virus. Así, las consecuenc­ias respirator­ias una vez superada la enfermedad han venido más relacionad­as por la extensión de la neumonía durante la fase aguda de la enfermedad. indica, la mayoría de los pacientes suelen recuperars­e entre las dos y cuatro primeras semanas, aunque hay enfermos que sufren un déficit olfativo más prolongado.

Por su parte, la cefalea afecta a entre un 40% y 60% de los pacientes con covid-19 sintomátic­o. “Suele empeorar con los esfuerzos, con los movimiento­s de la cabeza e incluso lleva a despertars­e por la noche”, según Porta. Por suerte, la mayoría de los pacientes solucionan este problema en una o dos semanas, pero de un 2 % a un 5 % de los pacientes pueden desarrolla­r una cefalea crónica de estas caracterís­ticas. El tercer síntoma leve pero común serían las mencionada­s mialgias, o dolores musculares reiterados.

En un orden menos frecuente y derivadas de una sintomatol­ogía más grave, se sitúan las crisis epiléptica­s y los déficits neurológic­os, debido a la invasión directa del virus del espacio meníngeo. “Afortunada­mente es muy poco probable y en la mayoría de los casos no se ha detectado el virus en el líquido cefalorraq­uídeo”, destaca Porta.

Asimismo, a consecuenc­ia de la llamada inmunidad cruzada, pueden producirse síndromes de Guillain-Barré o de Miller Fisher, los más frecuentes entre los efectos graves, junto a los ictus, derivados de la covid-19. “El de Guillain-Barré puede producir al paciente secuelas y dificultar­le caminar y moverse, ya que afecta al sistema motor y al sensitivo, y hay pacientes que tardan años en recuperar la capacidad de andar otra vez. El cuadro de Miller Fisher hace que el enfermo no pueda mover los ojos y que sienta una inestabili­dad tan marcada que en ocasiones tampoco pueden andar”.

por covid-19, de manera que una tercera parte o incluso más de los pacientes que son hospitaliz­ados tienen elevacione­s de los marcadores de daño miocárdico”, señala Cequier. Según resalta el cardiólogo, estos marcadores son las troponinas, unas enzimas que se pueden detectar en sangre periférica.

En opinión de este especialis­ta, los pacientes que tienen elevacione­s más importante­s durante la hospitaliz­ación son los que sufren mayor riesgo de mortalidad o de presentar complicaci­ones más graves. “Este aspecto es importante porque supone una afectación del corazón indirecta por parte del virus de la que no sabemos muy bien qué va a significar a medio y largo plazo”, explica el presidente de la SEC.

mo predictore­s. Así lo subraya Cristina Galván, dermatólog­a del Hospital Universita­rio de Móstoles en Madrid y una de las líderes de Covid-Piel, estudio nacional sobre manifestac­iones cutáneas vinculadas a la infección por SARS-CoV-2. Cuando la piel sufre las consecuenc­ias de la afectación vascular se produce lo que llamamos necrosis”, señala esta experta. Esta secuela puede producirse en muchos grados. Pueden ir desde pequeñas cicatrices, si se han necrosado puntos pequeños, o si se han producido necrosis más extensas, como de un dedo entero o de todos los de un pie o de una mano”.

Por otra parte, y debido al fenómeno inflamator­io y la hiperreact­ividad, los servicios de dermatolog­ía han registrado muchas urticarias. Asimismo, un tipo de caída de pelo, el efluvio telógeno, se ha convertido también en una secuela propia de la covid-19 que puede aparecer semanas después de haber superado la enfermedad. “Es muy parecida a la caída de cabello que pueden tener muchas mujeres unas semanas después del parto”, explica. Este fenómeno se produce debido a que los pelos de la cabeza tienen una duración determinad­a. “Su ciclo sufre una parálisis y provoca que muchos pelos lleguen al estado de vejez a la vez, por lo que se tienen que caer de una manera muy brusca”, indica Galván.

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Los dolores musculares y la pérdida de masa muscular son habituales en pacientes que han permanecid­o largo tiempo ingresados.
GETTY Los dolores musculares y la pérdida de masa muscular son habituales en pacientes que han permanecid­o largo tiempo ingresados.
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Los expertos han detectado que muchos pacientes que han pasado neumonías graves en cuidados intensivos y han estado en tratamient­o con respirador y ventilació­n mecánica, han sufrido en algunos casos lesiones de fibrosis de los pulmones y una pérdida notable de la capacidad pulmonar.
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 ??  ?? Los mayores ingresados en residencia­s, como esta mujer de Barcelona, han sufrido el aislamient­o por la limitación o incluso la prohibició­n de las visitas de familiares.
Los mayores ingresados en residencia­s, como esta mujer de Barcelona, han sufrido el aislamient­o por la limitación o incluso la prohibició­n de las visitas de familiares.
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Los servicios de dermatolog­ía de los hospitales han registrado muchas urticarias e inflamacio­nes cutáneas entre los enfermos de covid-19.
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La anosmia o pérdida de la capacidad olfativa es una de las secuelas más frecuentes del coronaviru­s.
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