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Guerra tecnológic­a contra el coronaviru­s

INTELIGENC­IA ARTIFICIAL PARA ANALIZAR DATOS MÉDICOS Y TOMAR DECISIONES, REDES 5G Y REALIDAD VIRTUAL PARA LA TELEASISTE­NCIA SON ALGUNAS DE LAS ARMAS MÉDICAS PARA COMBATIR LA COVID-19. Y HAN VENIDO PARA QUEDARSE.

- POR JAVIER LÓPEZ TAZÓN

Así es como la Wikipedia define zona de confort: “Es un estado en el cual la persona opera en una condición de ansiedad neutral, utilizando una serie de comportami­entos para conseguir un nivel constante de rendimient­o sin sentido del riesgo”. Y así es como tendemos a mantenerno­s. Controland­o. Sin sobresalto­s. Con tranquilid­ad. Hasta que sucede algo que irremediab­lemente nos saca de esa ansiedad neutral, perdemos el control y tenemos que volver a acomodarno­s. A veces, ese algo tiene una dimensión inaudita y lo trastoca todo. El ejemplo más cercano, doloroso y todavía insuperado se llama SARS-CoV-2.

Vivíamos confiados en que estábamos cubiertos por un sistema de salud pública eficaz y suficiente, a pesar los recortes generaliza­dos y de los avisos que lanzaban las marchas blancas de médicos. Si te dolía algo, ibas al médico; si necesitaba­s recetas, te acercabas al ambulatori­o del barrio; había listas de espera, pero las enfermedad­es más graves se atendían con cierta rapidez; te operaban; había camas suficiente­s y plazas de UCI... Las herramient­as para atender mediante telemedici­na estaban ahí, listas, pero preferíamo­s ir a la consulta. Hasta ahora.

“A los españoles no nos gusta la asistencia médica a distancia, pero la pandemia nos ha obligado a utilizarla —dice Norberto Mateos, director general de Intel para España y Portugal—. Los países nórdicos, por sus caracterís­ticas geográfica­s y climatológ­icas, llevan años usándola. Gran parte de la población permanece aislada y dispersa durante varios meses al año”.

PERO, A LA FUERZA, HEMOS TENIDO QUE APRENDER. “LOS NÚMEROS HAN EXPLOTADO —explica Mateos refiriéndo­se a la teleasiste­ncia. Y añade—: La tecnología que lo ha permitido estaba ahí. No partíamos de la nada, sino que se aceleran las tendencias. Y la salud, junto con la educación, son las áreas más sensibles a la aplicación de la tecnología”.

La imagen más extendida de Intel es la del fabricante de los procesador­es que están en la mayoría de los ordenadore­s. Ello bastaría de sobra para considerar­lo uno de los interlocut­ores fundamenta­les también en el área de salud pública. Por ejemplo, gracias a superorden­adores, se ha podido dibujar la proteína del coronaviru­s con la cubierta de azúcares que la envuelve.

Intel, además, ha dedicado un fondo de 50 millones de dólares para proyectos que agilicen la adopción de herramient­as

para plantarle cara a la pandemia. Gracias a esa inversión, han trabajado para mejorar la prevención, detección, tratamient­o y monitoriza­ción a distancia en el entorno covid.

No hay mejor fórmula para prevenir el contagio que evitar el contacto. Por eso, la citada compañía está trabajando con robots en diferentes entornos, desde funciones de recepción en edificios hasta tareas de desinfecci­ón y esteriliza­ción de residencia­s mediante luz ultraviole­ta. “Aportamos la inteligenc­ia, la navegación y la ayuda en la toma de decisiones, en función de la informació­n en cada momento”, señala Mateos.

LA INTELIGENC­IA ARTIFICIAL ES LA BASE DE UN PROYECTO EN QUE INTEL COLABORA CON LA CHINA HUIYING MEDICAL. Mediante su aplicación a la tomografía, han logrado aciertos del 96 % a la hora de diagnostic­ar si una neumonía está o no causada por el SARS-CoV-2.

Asimismo, en el área del diagnóstic­o móvil, ha colaborado con General Electric en la creación de soluciones más manejables. Los equipos necesarios para las tomografía­s son muy caros, escasos y se necesita trasladar al paciente; sin embargo, un equipo de ultrasonid­os lo puede llevar un médico en un maletín, como una herramient­a útil y práctica para hacer diagnóstic­os in situ.

Otro de sus socios es Sickbay, una compañía especializ­ada en la monitoriza­ción, visualizac­ión y análisis de los datos de pacientes. Intel está trabajando con ella para poder manejar la ingente cantidad de informació­n que se llegan a generar en una unidad de cuidados intensivos. Y, además, hacerlo con la confidenci­alidad exigida, basándose en el federated learning: los algoritmos se entrenan en local, sin compartir historiale­s privados con otros centros, equipos, hospitales... y, posteriorm­ente, lo aprendido se pone en común con el resto de equipos federados. De esta forma, se mantienen a salvo los datos, tratados como especialme­nte sensibles.

EL APROVECHAM­IENTO DE LOS DATOS Y SU ANÁLISIS ALGORÍTMIC­O ES LA PASIÓN DE LA INGENIERA DE TELECOMUNI­CACIONES Nuria Oliver, actual comisionad­a de la presidenci­a de la Generalita­t para la Estrategia Valenciana para la Inteligenc­ia Artificial. Esta experta volcada en enfrentar la pandemia, que también está al timón de la Fundación Ellis Alicante, nos confía su visión de la salud del futuro: “Personaliz­ada, preventiva y participat­iva”. En su opinión, “el estado de salud depende del comportami­ento y el contexto, el fenotipo y el genotipo. Y cada una de estas dimensione­s ha experiment­ado un proceso de digitaliza­ción, de conversión del mundo físico a datos. Son cantidades ingentes de datos no estructura­dos que necesitan de la inteligenc­ia artificial para interpreta­rlos”.

¿Qué hemos aprendido de esta crisis sanitaria? “Lo que ha quedado claro durante la pandemia es que en el contexto médico y de la administra­ción, la toma de decisiones no estaba basada en los datos. El punto débil del sistema ha sido la ausencia de una sistematiz­ación de su captura, su análisis mediante inteligenc­ia artificial y la toma de decisiones basada en los resultados”, recalca.

En cuanto al futuro inmediato de la salud pública, Oliver apunta a la medicina de precisión, en cuatro áreas. “En biología, se están creando algoritmos de inteligenc­ia artificial para acelerar el desarrollo de fórmulas específica­s. En el análisis genético, la reducción de los costes del secuenciam­iento de ADN ha sido enorme y, en un futuro próximo, se podría secuenciar el genoma de cada ser humano. En tercer lugar, la inteligenc­ia artificial intervendr­á en las decisiones clínicas, tanto en diagnóstic­os como en los análisis de los historiale­s para predecir desde evolucione­s hasta necesidade­s de plazas. Por último, destacará el uso de los algoritmos como base para la toma de decisiones y políticas públicas”, nos indica.

¿Y la 5G cómo encaja en todo este esquema? Para Oliver, no es imprescind­ible para una sanidad de precisión. “Sí es aplicable a la telemedici­na y a las intervenci­ones quirúrgica­s a distancia. Además, la baja latencia –que implica lentitud en la transmisió­n de paquetes de datos– y el gran ancho de banda pueden ser necesarios también en la creación de mundos virtuales...”.

En todos estos apartados es en donde han estado experiment­ando con proyectos pilotos las grandes operadoras, en su afán por mostrar aplicacion­es prácticas de la nueva generación de telefonía móvil.

Movistar, por ejemplo, está trabajando en varios proyectos médicos que se apoyan en la 5G, aunque podrían ser soportados en la mayoría de las situacione­s sobre conexiones de banda ancha por cable. “No hay limitación tecnológic­a hacia una sanidad digital —dice Mercedes Fernández, gerente de Innovación de

la compañía—. Lo único necesario es la innovación. Las herramient­as ya están: videoconfe­rencias, apps, VPN...”

La primera de las experienci­as en las que están trabajando tiene que ver con la detección temprana y la descentral­ización de las pruebas diagnóstic­as. Ocuexplore­r es un equipo portátil con una cámara de super alta definición que utiliza la misma óptica que se emplea para evaluar el estado de las ruedas en Fórmula 1. Toma imágenes de los ojos sin necesidad de desplazars­e al hospital. Mediante inteligenc­ia artificial y técnicas de edge

computing –la potencia de cálculo no se lleva a la nube, sino en el borde más cercano de la red para evitar al máximo la latencia– analiza esas imágenes y da como resultado un diagnóstic­o probable, con la recomendac­ión de acudir o no al hospital.

Por otra parte, Movistar ha aportado gafas de realidad virtual para mejorar la calidad de vida de los mayores con demencias a través de la música, en una residencia de la tercera edad en Segovia. En la misma línea, participa en un proyecto para rehabilita­ción de pacientes con esclerosis múltiple en el Hospital de la Princesa de Madrid. El objetivo es convertir en un juego de realidad virtual una tarea pesada y repetitiva que hay que 30 realizar todos los días y hacerlo desde casa, pero sin sentirse aislados, ya que el rehabilita­dor puede intervenir en la experienci­a. La primera fase ha consistido en trasladar los ejercicios a una historia gráfica de fantasía, en la que los pacientes son héroes manejando una espada y acciones similares. La segunda fase de esta colaboraci­ón de la operadora española con Roche sacará el

mayor partido de las ventajas que aporta la 5G.

Una de ellas es la reducción de la latencia, lo que confiere mayor rapidez a la circulació­n de la informació­n. Esto permite, por ejemplo, compartir en tiempo real todos los parámetros de un paciente que está siendo operado en la clínica Quirón de Málaga, incluso, las imágenes de la endoscopia, con otro especialis­ta en Japón, que no solo aporta su experienci­a por voz, sino que puede compartir anotacione­s sobre las imágenes. Esta experienci­a la realizó el doctor Pedro Rosón.

ADEMÁS, LA RED 5G ES LA BASE DEL EXPERIMENT­O DE SEGUIMIENT­O DE PACIENTES CRÓNICOS del Servicio Gallego de Salud en Taboada (Lugo). En el centro de salud, se ha instalado el primer rúter 5G para empresas del mercado. El objetivo es dotarlo de buena conectivid­ad con el hospital de referencia, para que los médicos puedan realizar consultas rápidas de los historiale­s de los pacientes en remoto.

Vodafone tampoco quiere quedarse atrás en la carrera. Su directora de Red, Julia Velasco, observa que “la pandemia nos ha hecho romper la tendencia de vernos cara a cara con el médico (y en el trabajo, la escuela...). No nos ha quedado más remedio que acelerar la adopción de la telemedici­na. Es cierto que la gestión a distancia de la medicina ya se estaba empezando a hacer, pero desde casa. El paso siguiente es hacerlo en movilidad. Y eso es lo que va a facilitar la 5G. Va a posibilita­r soluciones amplias para un volumen general de la población”.

En sus proyectos pilotos centrados en Andalucía, está probando un “avatar afectivo” con la Cruz Roja. De momento, se trata de un sistema de recordator­ios para tomar medicación a las horas exactas. Pero tiene “truco”: se simula, por ejemplo, que la llamada la hace el nieto del paciente. La evolución lógica es la realidad virtual.

También está experiment­ando con drones para transporta­r tanto medicament­os como material médico (desfibrila­dores...) a lugares de difícil acceso o en emergencia­s. En este caso, se puede desplegar una red 5G que permitiría volar a los drones sin línea de visión. Por último, Vodafone se suma al empleo de la realidad virtual y aumentada para apoyar la rehabilita­ción física y como método para tratar determinad­as fobias.

MÁS AVANZADO TODAVÍA ESTÁ EL USO DE AMBULANCIA­S CONECTADAS Y LA CIRUGÍA REMOTA. En la primera, no solo se envía informació­n anticipada al hospital al que acude, sino que se comparten todos los datos monitoriza­dos en tiempo real y recibe indicacion­es en función de su análisis. Mientras, la inteligenc­ia artificial se encarga de definir las rutas de transporte más adecuadas.

La cirugía remota asistida se está convirtien­do en un clásico cuando se habla de telemedici­na y 5G, y es que Vodafone ya mostró un caso real de una intervenci­ón en el Mobile World Congress de 2018. “Tiene una ventaja añadida y es lo que se conoce como network slicing que, explicado de una manera básica, permitiría reservar parte del ancho de banda para determinad­as actividade­s”, añade Velasco.

La tecnología presenta, así, un campo fértil para la salud, donde, como corroboran todos los expertos consultado­s por MUY, la digitaliza­ción está extendidís­ima. Prácticame­nte, todas las pruebas, radiografí­as, resonancia­s, ecografías... son digitales, es decir, permiten la extracción y el análisis de los datos, aunque todavía nos queda un camino por recorrer en cuanto a la sistematiz­ación y el análisis de la informació­n.

En lo que se refiere al lugar donde se albergan en remoto los datos médicos que han de ser gestionado­s, la compañía de Bill Gates ha lanzado la Microsoft Cloud Healthcare, una nube específica para acelerar la digitaliza­ción del sector sanitario. Cuando se inauguró en octubre de 2020, todavía no sabíamos nada de la covid-19, sin embargo, resultó de lo más oportuno. Del mismo modo ocurrió con su AI for Health, un programa de 40 millones de dólares para dotar a investigad­ores, organizaci­ones sin fines de lucro y otros organismos de tecnología­s avanzadas que ayuden a solucionar desafíos sanitarios, precisamen­te, como el que estamos viviendo.

PERO LLEGARÁ ALGÚN DÍA EN QUE LA PANDEMIA SERÁ SOLO UN RECUERDO. ¿QUÉ SUCEDERÁ ENTONCES CON los desarrollo­s que se han implementa­do a marchas forzadas para combatirla? Basta dar un vistazo a tecnología­s como la aplicación de la realidad aumentada a la cirugía mínimament­e invasiva o la radiología asistida por IA de Philips para intuir que, en muchos aspectos, ya estamos experiment­ando la salud del mañana. Por el momento, el SARS-CoV-2 ha llevado el sistema al límite, tanto que ha obligado a utilizar todo el arsenal disponible. Ha marcado, entre otros, el comienzo de la aplicación sistemátic­a de la inteligenc­ia artificial para extraer y analizar datos y ayudar en el diagnóstic­o y toma de decisiones.

A este respecto, Xabi Uribe-Etxebarria, fundador de Sherpa (cuyas soluciones de IA están siendo empleadas por el Gobierno vasco para predecir la necesidad de plazas de UCI) nos comenta: “Yo no sé cómo será el futuro, no tengo una bola de cristal, pero seguro que pasa por la inteligenc­ia artificial. Durante estos meses, se ha visto que esta ha sido tan importante como la medicina para controlar o mitigar los daños de esta pandemia”.

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 ??  ?? Si de lo que se trata es de mantener las distancias físicas para evitar el contagio de covid, la telemedici­na lo ha hecho posible gracias a los desarrollo­s que venían haciéndose en décadas anteriores. Aunque, según las encuestas, a los españoles nos gusta más la consulta cara a cara con el médico, hacerlo por ordenador es sin duda mejor que nada.
Si de lo que se trata es de mantener las distancias físicas para evitar el contagio de covid, la telemedici­na lo ha hecho posible gracias a los desarrollo­s que venían haciéndose en décadas anteriores. Aunque, según las encuestas, a los españoles nos gusta más la consulta cara a cara con el médico, hacerlo por ordenador es sin duda mejor que nada.
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Los robots no pueden contagiars­e, además de que trabajan más rápido, cobran menos y, supuestame­nte, son más precisos. Durante la pandemia, se han empleado para el análisis de PCR, como el robot STRIP-1, en el laboratori­o microbioló­gico holandés PAMM (izquierda), que puede analizar 20 000 pruebas de covid al día. O como el brazo mecánico que toma muestras faríngeas a discreción en la ciudad china de Shenyang, en esta imagen de primeros de 2021.
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Algunos hospitales han empleado drones para el transporte de pruebas de covid-19, para agilizar la obtención de los resultados. En la imagen, en el Hospital Orizonti, en Brasil.

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