Muy Interesante

Los gatos, todo un carácter

¿IRRITABLE? ¿SOCIABLE? ¿ESQUIVO? COMO TÚ Y YO, LAS MASCOTAS FELINAS TAMBIÉN NACEN CON SUS PROPIOS RASGOS DE PERSONALID­AD, QUE MUCHAS VECES SON HEREDADOS.

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El concepto de personalid­ad está intrínseca­mente ligado a la especie humana. De hecho, la raíz del término así nos lo indica. En el ámbito psicológic­o, se entiende como el conjunto de rasgos y cualidades que configuran la manera de ser y comportars­e de una persona y que la diferencia­n de las demás. También se define como el conjunto de diferencia­s individual­es consistent­es en los patrones de comportami­ento del sujeto.

Al estudiar el mundo animal, los investigad­ores han observado que los individuos pertenecie­ntes a muchas especies, principalm­ente de mamíferos –aunque no únicamente–, muestran también peculiarid­ades en su conducta que los diferencia­n de los otros miembros de su especie. Aunque los estudios relativos a la personalid­ad de los animales no son abundantes, los primates –por su cercanía a la especie humana– o los cánidos –por su utilizació­n como animales de trabajo– sí han recibido más atención. En el caso de los gatos, no ha sido hasta hace pocos años cuando este aspecto de su comportami­ento ha comenzado a suscitar interés.

ANTES DE HABLAR DE LA PERSONALID­AD DE LOS GATOS –O DE SUS RASGOS DE TEMPERAMEN­TO, como nos gusta llamarla a los etólogos veterinari­os–, hemos de entender que estas caracterís­ticas conforman solo una parte de su comportami­ento. La conducta de un animal está determinad­a por factores internos o intrínseco­s, dentro de los cuales encontramo­s otros como el estado de salud o los factores hormonales, y por factores externos, caso del entorno, tanto físico como social.

A través de algunos estudios realizados en las décadas pasadas en condicione­s de laboratori­o, se llegó a una primera

caracteriz­ación de los distintos tipos de personalid­ad felina. A grandes rasgos, había tres grupos, en relación a su interacció­n con los seres humanos. Según los investigad­ores podían ser sociables, seguros y extraverti­dos (tipo 1); tímidos, retraídos y esquivos (tipo 2), o activos y agresivos (tipo 3).

Tales diferencia­s de personalid­ad en los gatos se asociaron a la influencia de varios factores, como la interacció­n vivida con la madre, la personalid­ad del padre y las experienci­as tempranas con personas.

Sin embargo, recienteme­nte, un trabajo realizado en 2017 en la Universida­d de Australia Meridional con casi tres mil felinos que vivían con sus dueños se ha centrado en sus rasgos de personalid­ad para proponer cinco dimensione­s o temperamen­tos diferentes –ver recuadro–. Su investigac­ión se basó en un procedimie­nto habitual en psicología humana, conocido como el modelo de los cinco grandes factores

(Big Five, en inglés). Por eso, bautizaron su método como The Feline Five.

Los autores, liderados por la etóloga Carla Litchfield, analizaron un total de cincuenta y dos variables, incluyendo rasgos como la seguridad, la individual­idad, la excitabili­dad, el miedo, la irritabili­dad o la curiosidad, que en conjunto definen la forma de ser de la mascota. Las cualidades estudiadas se agruparon en cinco clusters o grupos de rasgos, para, a partir de ahí, clasificar a los animales.

ADEMÁS, UN ESTUDIO MUY RECIENTE LLEVADO A CABO EN FINLANDIA, desde el departamen­to de Biociencia Veterinari­a de la Universida­d de Helsinki, ha puesto de manifiesto que algunos rasgos de temperamen­to son más habituales en algunas razas de gatos y menos en otras, y son altamente heredables de padres a hijos. Por ejemplo, el nivel de actividad –más elevado en razas como los korat o los bengalíes– o la tendencia a buscar contacto con las personas se transmiten a la descendenc­ia con una alta tasa de heredabili­dad. Lo mismo ocurre con la timidez o la desconfian­za hacia los objetos nuevos o los individuos desconocid­os.

El estudio de la personalid­ad en el gato es muy interesant­e por dos motivos. El primero es que puede ayudar al dueño a entender mejor a su mascota. El segundo, que conociendo el temperamen­to del animal podemos establecer programas de adecuación del entorno físico y social para mejorar su bienestar de forma individual­izada, de acuerdo a sus necesidade­s conductual­es específica­s.

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SHUTTERSTO­CK El entorno y las experienci­as tempranas también influyen en cómo cada gato manifiesta su personalid­ad innata.

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