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LA LLAMADA GRAN EXPOSICIÓN DE LOS TRABAJOS DE LA INDUSTRIA DE TODAS LAS NACIONES NO SOLO ACERCÓ AL PÚBLICO MULTITUD DE AVANCES CIENTÍFICO­S Y TÉCNICOS, SINO QUE SIRVIÓ PARA EVIDENCIAR EL PREDOMINIO GLOBAL DEL REINO UNIDO EN AQUEL MOMENTO.

- POR RAMÓN NÚÑEZ

Al cruzar el ecuador del siglo XIX, el Reino Unido se había convertido en el país más avanzado del mundo en materia industrial, y constituía un modelo técnico y económico para la sociedad burguesa. Por entonces, el Imperio británico vivía su máxima expansión. En esa situación, varias circunstan­cias llevaron a las autoridade­s a plantearse que Londres albergara una exposición universal –uno de los detonantes fue la muestra industrial celebrada en París, en 1844–, un encuentro que convocaría a todos los países y mostraría la supremacía británica.

La organizaci­ón corrió a cargo de una comisión presidida por el príncipe Alberto –primo y esposo de la reina Victoria– y administra­da por el polifacéti­co diseñador Henry Cole, famoso por haber ideado, entre otras cosas, las primeras tarjetas de felicitaci­ón navideñas e iniciar la costumbre de enviarlas. El príncipe consorte era una persona sensibiliz­ada hacia la educación, la cultura y la modernidad expresada en las nuevas tecnología­s, y desde el comienzo defendió que aquella exposición habría de ser universal, es decir, abierta a todas las naciones y a todo tipo de públicos. La propuesta de realizarla en Hyde Park, en el centro de Londres, tuvo oposición y fuertes críticas, que se solventaro­n con el compromiso de que las instalacio­nes se ubicarían allí de modo provisiona­l y se evitaría la tala de árboles.

Tras un concurso fallido para buscar un diseño de edificio, fundamenta­lmente por razones económicas, se decidió optar por el Palacio de Cristal. Fue proyectado por Joseph Paxton, quien tenía alguna experienci­a en diseño de invernader­os, con la ayuda del ingeniero Charles Fox. Era una construcci­ón novedosa, en donde con hierro de fundición y vidrio se delimitaba un enorme espacio –una superficie de 563 por 138 metros, con 34 metros de altura– que sería diáfano y luminoso. La magnitud quedaba subrayada al albergar en su interior los árboles, en paseos con fuentes y

grandes estatuas. Resultaría un palacio construido para disfrute del pueblo, una auténtica mole de vidrio con nervios de hierro, que se montó en veintidós semanas. El uno de mayo de 1851 se inauguró en ella la Gran Exposición de los Trabajos de la Industria de Todas las Naciones, que estaría abierta hasta el 15 de octubre. En 1854, el edificio se trasladó, como estaba previsto, al sur de Londres. Fue destruido por un incendio en 1936.

LA EXPOSICIÓN, COMO SE PRETENDÍA, EVIDENCIÓ EL LIDERAZGO INDUSTRIAL DEL REINO UNIDO. En concreto, destacó sus trabajos en hierro y acero, maquinaria y productos textiles. Fue un escaparate del nuevo instrument­al científico, caso de telescopio­s, barómetros, microscopi­os o telégrafos eléctricos, y de miles de inventos. Se exhibieron desde lujosas porcelanas y enormes diamantes hasta joyas arqueológi­cas, daguerroti­pos, instrument­os musicales y piezas exóticas, como un trono labrado en marfil. Así se testimonia­ba el contraste entre lo nuevo y lo viejo; también entre los países de lo que entonces comenzaría­n a llamarse primer mundo y tercer mundo. La exposición consolidab­a la fe en el progreso basado en la ciencia, capaz de generar poderosos cambios en la sociedad y en la vida de las personas.

Una serie de medidas y circunstan­cias, como la bonificaci­ón en el precio de las entradas, la revolución de los transporte­s y la bonanza económica, hicieron que por primera vez una exposición de esas caracterís­ticas llegara al gran público. Muchos extranjero­s viajaron hasta allí por ese motivo, por lo que para algunos fue el inicio del turismo moderno. Tuvo seis millones de visitantes y recibió grandes personajes de la época: Michael Faraday, Charles Darwin, Karl Marx, Charles Dickens, Lewis Carroll, entre otros. Con los beneficios se crearon distintas institucio­nes, como los londinense­s museos de ciencia y de historia natural, el de Victoria y Alberto y el Royal Albert Hall.

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La expo se organizó en cuatro áreas temáticas: maquinaria, manufactur­as, bellas artes y materias primas.

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