¿Se puede fosilizar un cerebro?
El registro fósil nos ha permitido, tras reunir diversas pistas, echar un vistazo a la evolución del sistema nervioso y el cerebro a lo largo del reino animal. Algunos de estos vestigios son indirectos, como los endocast artificiales obtenidos a partir de los cráneos fósiles. Uniendo todas las piezas, junto a los endocast naturales, la paleontología ha logrado describir la morfología endocraneal de unos 150 tipos de dinosaurios.
La formación de un endocast natural de dinosaurio es un evento muy raro, dada la serie de sucesos fortuitos que deben encadenarse. En primer lugar, la muerte del animal debió producirse de manera que el tejido blando fuera degradado, o devorado por carroñeros, sin ser dañado gravemente el cráneo. Además, el cadáver tuvo que yacer sobre un material, o sedimento, capaz de entrar en la cavidad craneal. Posteriormente, durante la fosilización, dicho material debió conservarse hasta nuestros días, superando procesos como la erosión. Aun así, tras la formación de esta pieza, no tendremos un cerebro fósil sino una idea del espacio que ocupó el mismo.
¿Podríamos hallar el fósil de un cerebro de dinosaurio? Dada la naturaleza blanda de dicho órgano, es prácticamente imposible que algún día encontremos una pieza tan increíble. Sin embargo, en el año 2016 se anunció el descubrimiento de un endocast el cual incluía tejido cerebral fosilizado. El fósil fue hallado en Sussex, Reino Unido, y pertenecía a un iguanodonte, el cual vivió hace unos 133 millones de años durante el Cretácico. Concretamente, se habían conservado apenas un milímetro de las membranas pertenecientes a las meninges, hebras de colágeno, capilares sanguíneos y estructuras que podrían haber formado parte de la corteza cerebral.