¿La excepción islandesa?
Climeworks (con sede en Suiza) posee 14 unidades que secuestran 900 toneladas de CO2 al año y algunas se venden a un invernadero para mejorar el cultivo de pepinillos. Islandia tiene la máquina más grande global de captura de CO2 del aire y lo convierte en roca. Costó unos 15 millones de dólares. La máquina, desarrollada por Climeworks junto con la islandesa CarbFix cuyo método de captura y depósito aprovecha la capacidad de mineralización del territorio volcánico islandés (roca basáltica con calcio, magnesio y hierro), que trasforma el CO2 en minerales de carbonatos estables en menos de dos años a niveles más profundos que el agua subterránea local.
Esta máquina, a diferencia de las utilizadas por otras compañías, al disolver el CO2 en agua e inyectarla en el subsuelo, acelera un proceso natural. Puede existir alguna vida microbiana de corta duración, pero apenas impacta en la biodiversidad, no usa productos químicos para la captura ni reutiliza los minerales formados a más de 700 metros de profundidad, llenando espacios porosos. Extraerlos incrementaría el precio de la eliminación del CO2. ○ Teniendo en cuenta que en 2020 las emisiones de CO2 fueron de 34 000 millones de toneladas, su capacidad equivale a lo que emite la humanidad en 3,71 segundos.
○ Harían falta 8,5 millones de plantas como esa para retirar las emisiones de un año.
○ Solo almacena en el subsuelo las emisiones anuales medias de 870 coches.
○ Quieren llegar a 1000 millones de toneladas capturadas y almacenadas, pero la emisión anual mundial es de 45 000 millones. Su coste es unos 25 dólares por tonelada, por lo que supondrían en total unos 25 000 millones.
○ Estiman que Europa posee rocas favorables para almacenar al menos 4000 millones de toneladas de CO2 y Estados Unidos, unas 7500 millones.
○ Elizabeth Kolbert estuvo aportando una cuota mensual a Climeworks como suscripción para consumidores concienciados. En Bajo un cielo blanco narra la visita a la empresa y al proyecto islandés, entonces ya había desembolsado 500 dólares en cuotas. Calculó que solo cubriría sus emisiones de Estados Unidos a Reikiavik, el resto (las emitidas en su viaje a Suiza y en el de vuelta a EE. UU.) «se han quedado libres por el aire», relató.