Los primeros pobladores
En 2012, un grupo de investigadores del CSIC encontraron veinte piezas del Neolítico en Doñana con unos 5500 años de antigüedad. Este hallazgo data la presencia humana unos siglos antes de lo conocido hasta entonces, aunque no establece si estaban allí asentados o iban en expediciones de caza, pesca y marisqueo. Según las prospecciones geológicas y paleontológicas, la marisma de Hinojos, hoy parte del Parque Nacional, ya estaba poblada hace cinco mil años. Un tsunami, mil años después, hizo desaparecer las poblaciones de la zona, y transformó todo el estuario del Guadalquivir. Aún habría otros dos tsunamis en el siguiente milenio, y no fue hasta la Edad del Bronce, hace tres mil años, cuando se volvió a poblar la zona, según los indicios conocidos.
El entorno era entonces bien diferente. Incluso hay quienes se han atrevido a situar aquí la Atlántida que describió Platón, seguramente basándose en la existencia de una laguna conectada con la costa que autores romanos describieron entre los siglos vi y i antes de nuestra era. Se trata del Lago Ligustinus, que abarcaba gran parte de lo que hoy es el Parque Nacional y que con el devenir de los años se fue colmatando. Los posteriores asentamientos romanos encontraron en la pesca y la salazón una fuente de riqueza, como ocurrió en varios asentamientos en las costas gaditanas.
Sin embargo, hubo presencia humana en Doñana mucho antes. Hay que remontarse más de cien mil años para poner dueño a las huellas encontradas en 2020, que, por la datación, se suponen neandertales. El Doñana de entonces les proveía de caza en sus lagunas de agua dulce y sus dunas. Junto a sus huellas, aparecieron también otras de especies como elefantes, toros, lobos, ciervos, jabalíes y aves diversas.
alarma porque se estaban sobreexplotando los recursos hidrológicos del entorno del parque nacional y eso podía hipotecar su futuro».
La intensificación de la agricultura es, por tanto, un problema previo a la sequía. Máxime si, como explican desde el Miteco, la marisma, que es el centro neurálgico del ecosistema de Doñana, perdió ya la mayor parte de su aportación natural de agua antes de la creación del parque nacional debido al desvío del río Guadiamar. Esta compleja obra, que pretendía ampliar las tierras del cultivo, tiene las horas contadas. El marco de actuaciones del ministerio incluye una «ambiciosa actuación» para reconectar el río y la marisma, que incluye técnicas de bioingeniería para la reconstrucción de cauces.
Mientras tanto, el ciclo hidrológico de Doñana se ha parado en seco, como explica Dávila: «La marisma se inunda con las lluvias de otoño, permanece inundada en invierno y primavera y se vuelve a secar en verano». Esto afecta directamente a los ecosistemas acuáticos: «Su resiliencia se está poniendo a prueba y la biodiversidad también se encuentra en una crisis sin precedentes». Las cifras hablan por sí solas: en la invernada 2021-2022 se censaron 87 000 individuos, el peor dato en cincuenta años de los censos aéreos de la estación biológica. El año pasado, aunque llegaron a 280 000, siguieron muy por debajo de la media, «que eran alrededor de unos quinientos mil especímenes de aves invernantes, procedentes del norte y centro de Europa».
Dávila también ofrece unos datos dramáticos de las aves que tradicionalmente se reproducen en el parque nacional. Más del 80 % de las especies reproductoras protegidas de las que hay información tienen una tendencia regresiva: «De especies muy comunes, como los moritos, que han llegado a tener once mil parejas en 2017 y 2018, apenas hay decenas; de espátulas, que se contaban por mil o dos mil parejas, el año pasado había unas pocas decenas». De otras especies, como el aguilucho lagunero, el fumarel cariblanco y el zambullín cuellinegro, la cifra es cero: han desaparecido como reproductores en los últimos años.
Los planes de recuperación para combatir esta tendencia no llegan solo del ministerio. La Junta de Andalucía prevé invertir 17,5 millones de euros en la restauración de las zonas afectadas por el incendio de 2017, donde plantará más de dos millones de plantas y árboles de veinticinco especies autóctonas. Además, Fernández
Pacheco recuerda que «Andalucía sigue liderando la recuperación y preservación del lince ibérico, cuya población comienza a ser autosuficiente en nuestra comunidad. Hay más de seiscientos ejemplares y somos la comunidad con mayor número de linces ibéricos de todo el país».
PARA LOS GRUPOS ECOLOGISTAS, LA SOLUCIÓN PASA POR RESTAURAR Y RENATURALIZAR EL ENTORNO DE DOÑANA.
Dávila propone un plan de mitigación y adaptación al cambio climático, con un modelo hidroecológico «para evitar el uso insostenible del agua como recurso, tanto subterránea como superficial». Por su parte, Carmona, especialmente crítico con los «agropiratas que han inundado el mercado con fresas provenientes de fincas regadas ilegalmente», extiende el reto de la renaturalización al área del Bajo Guadalquivir, entre las provincias de Huelva y Cádiz: «Los humedales son espacios que guardan la memoria, y eso se ve cuando vuelve a llover y donde no había un río y nadie lo recuerda después de cuarenta años, el agua vuelve a ese cauce, y de repente tienes una inundación en el centro de una población. Lo estamos viendo. Por eso el Guadalquivir va a volver a reclamar sus marismas».
Mientras las marismas no vuelvan a llenarse de agua y de aves, la declaración del parque nacional como patrimonio mundial de la Unesco sigue en peligro. No olvidemos que en su informe de septiembre, el organismo internacional avisaba de que «el cambio legislativo propuesto por el Parlamento de Andalucía para legalizar los pozos ilegales existentes es motivo de gran preocupación», pero también apuntaba al gobierno central, al que recuerda que «se esperaba que el plan hidrológico de la cuenca del Guadalquivir (2021-2027) estuviera finalizado a finales de 2022». En definitiva, la sequía no es el único problema y tampoco se trata solo de reducir el uso de aguas subterráneas, sino de «aumentar la resiliencia de la propiedad y abordar las incertidumbres científicas».
Al cierre de ese reportaje, se anunciaba un principio de acuerdo por el que el presidente de la Junta de Andalucía se comprometía a dejar en suspenso la proposición de ley por la que se preveía reconocer y, por tanto, ampliar los regadíos del entorno de Doñana, y la vicepresidenta del Gobierno de España anunciaba una inversión de 350 millones para proyectos sociales en la comarca de El Condado de Huelva, donde se ubican los polémicos regadíos, inversión que se suma a los 356 millones ya invertidos. □