COMIENZAN A CIRCULAR EN ESPAÑA LAS TARJETAS POSTALES
LAS TARJETAS POSTALES, OBJETO AHORA DE COLECCIONISMO Y CURIOSIDAD, FUERON EN SU DÍA UN INVENTO DE GRAN ÉXITO. MÁS RÁPIDAS Y ECONÓMICAS QUE UNA CARTA, PERMITÍAN ENVIAR MENSAJES BREVES, ESO SÍ, SIN NINGUNA PRIVACIDAD.
En 1869 la Administración de Correos del Imperio Austrohúngaro puso en circulación la primera tarjeta postal en el mundo, con gran acogida popular. La medida fue seguida en numerosos países durante los años siguientes, y en España fueron autorizadas, por Real Orden en 1871, en el reinado de Amadeo de Saboya. Su puesta en circulación se basaba en la utilidad al poder enviar mensajes cortos por un módico precio, que se fijó en la mitad de lo que costaba el franqueo de un sobre. Aunque desde el primer momento existieron algunos pioneros en la impresión y envío de postales, no serían realidad oficial -por los sucesivos cambios de gobierno y de estado que hubo en aquel Sexenio Democrático- hasta el primero de diciembre de 1873, cuando simultáneamente se prohibió el envío sin sobre de tarjetas producidas por particulares. Fueron decisiones de Antonio del Val, recién nombrado director general de Correos y Comunicaciones, que era persona de confianza (y primo carnal) del presidente de la República, Emilio Castelar, quien había tomado posesión de su cargo en septiembre de ese año. Desde entonces y hasta 1887 únicamente circularon en nuestro país las tarjetas postales editadas por la Fábrica Nacional del Sello.
DEL ÉXITO DE LA IDEA DA CUENTA EL HECHO DE QUE EN 1875 YA SE HABÍAN ENVIADO 231.5 MILLONES DE TARJETAS
en los países miembros de la Unión Postal Universal (UPU). Se hizo popular porque era la forma de comunicarse más rápida y asequible económicamente, aunque tuviera el problema de la falta de privacidad. En 1878 la UPU autorizó la circulación internacional de las tarjetas, uniformando su tamaño a 9x14 cm. En general se trataba de piezas de cartulina o cartón fino, que en principio editaban en exclusiva las administraciones de correos, y tenían impreso el franqueo en una de sus caras, donde había de escribirse la dirección del destinatario, mientras que el reverso quedaba en blanco, para los correspondientes mensajes. A finales de siglo, con las mejoras en las técnicas de impresión, nacerían las tarjetas ilustradas. Estas supusieron una primera revolución, presentando fotografías o dibujos en el anverso, donde también habría de incluirse el sello correspondiente al franqueo.
EN 1889, CON MOTIVO DE LA EXPOSICIÓN INTERNACIONAL DE PARÍS SE HICIERON POSTALES ILUSTRADAS CON GRABADOS DE LA TORRE EIFFEL.
La tarjeta iniciaba así su noviazgo con el turismo, potenciado por unos métodos de impresión que permitían la fiel reproducción de fotografías; de ese modo los viajeros podían compartir imágenes y dar noticias de los lugares o monumentos que visitaban. Era mucho mejor que tener que escribir una carta. Proliferan entonces por parte de empresas particulares las ediciones de tarjetas, a las que había que fijar un sello para el franqueo. Las primeras realizadas en España, con imágenes impresas por fototipia y con el título «Recuerdo de Madrid», se pusieron en circulación en octubre de 1892. El éxito de esta iniciativa de los suizos Oscar Hauser y Adolfo Menet fue tal que, si bien de estas primeras solo vendieron unos quinientos ejemplares, diez años después tenían una colección de 1300 tarjetas diferentes, haciendo al mes una tirada de 500 000 unidades. Esta empresa editó el 40 % de las postales que se hicieron en España durante
el siglo xix. Con el cambio de centuria la tarjeta comenzó a tener valor de documento fotográfico, de objeto de colección y de intercambio.
TRAS UN ACUERDO DE LA UPU, EN 1906 SE REGULA EL USO DEL REVERSO DE LAS POSTALES ILUSTRADAS
mediante una línea divisoria vertical, dejando la mitad derecha para el franqueo -en la parte superior- y dirección, reservando la izquierda para escribir el breve mensaje. A partir de entonces, el anverso quedaba en exclusiva para la ilustración. El valor de las tarjetas se incrementa, pasando de ser un tipo de correspondencia a considerarlas documentos artísticos donde se recogen paisajes y monumentos, así como documentos históricos que también ofrecen testimonio de escenas, usos y costumbres populares. La circulación internacional de las postales unida a las diferencias culturales, sociales y legales de los países generó algunas anécdotas de censura, donde imágenes con escenas de playa o fotografías de estudio con desnudos podían tener dificultades en llegar a sus destinatarios. El apogeo de las tarjetas postales se dio en la primera mitad del pasado siglo. Los nuevos medios de comunicación propios del presente las han sustituido en muchos casos, pero todavía siguen vigentes para quienes prefieren un soporte material, y permanece para siempre su valor documental. □
13 DE DICIEMBRE DE 1573
Mediante Real Cédula, Felipe II otorga a Juan de Herrera licencia para que pudiera fabricar en exclusiva, durante diez años, los aparatos ideados para determinar la longitud geográfica de un lugar. Tras unas semanas esos instrumentos náuticos fueron entregados al cosmógrafo de la Armada de los Galeones.
2 DE DICIEMBRE DE 1773
Celestino Mutis, catedrático de Matemáticas en Santa Fe de Bogotá defiende el sistema copernicano, invitando a salir «de los campos estériles de la física aristotélica para convalecer el ánimo en los prados de la física newtoniana», afirmando: «La Tierra que habitamos es un verdadero planeta».