La importancia de no menospreciar el dolor menstrual
La dismenorrea (el dolor menstrual) es una de las áreas donde más patente es la falta de investigación con perspectiva de género, ya que directamente ni se conoce con exactitud a cuántas mujeres afecta porque no se han estandarizado los criterios clínicos. Pero sabemos que es un problema muy amplio: se estima que lo padece el 50-90 % de la población femenina, y de las afectadas el 30-50 % presentan cuadros severos.
Pese a su gran prevalencia, solo existen dos opciones principales de tratamiento: está el uso de analgésicos antiinflamatorios no esteroideos (como el ibuprofeno), que son bastante efectivos en el 80 % de los casos; y para el otro 20 % existe la opción de usar medicación hormonal anticonceptiva, la cual puede aliviar algunos de los síntomas de la menstruación, entre ellos el dolor. Esta primera línea de tratamientos es bastante efectiva pero son necesarias otras opciones para quienes son resistentes a las terapias o manifiestan fuertes efectos secundarios. Además, es importante cambiar el punto de vista sobre el dolor menstrual. Infravalorarlo ha llevado a que muchas mujeres no busquen ayuda especializada porque está normalizado que la menstruación pueda llegar a ser muy dolorosa. Y en ocasiones es vital investigar si hay problemas ginecológicos subyacentes que estén acentuando la dismenorrea. Por ejemplo, hasta el 70 % de las adolescentes cuyo dolor no mejoraba con los tratamientos de primera línea presentaban evidencias de endometriosis cuando se les realizó una laparoscopia.