Ojo con el iris
Aunque llevaba varios meses en funcionamiento, a mediados de febrero se extendió la noticia de que cientos de jóvenes estaban escaneando su iris en centros comerciales a cambio de unas criptomonedas. La propuesta de la empresa Worldcoin ha sido bloqueada en otros países, mientras su web asegura que prioriza la privacidad y anuncia la construcción de «un sistema económico más humano».
El iris contiene datos biométricos cuyo uso tiene una regulación muy estricta, como ocurre con las huellas dactilares. Recientemente, la Agencia Española de Protección de Datos ha resuelto que estos datos no se puedan emplear, por ejemplo, en el fichaje de entrada de los empleados, porque entiende que hay otros medios que respetan mejor la privacidad. La abogada Ana Caballero va más allá y advierte sobre su uso como contraseña: «Cuando tienes una contraseña alfanumérica, siempre la puedes cambiar si te la roban, pero ¿qué haces si lo que han robado son tus datos biométricos? No puedes pedir otra huella dactilar ni otro iris».
La aerolínea Vueling también ha incorporado el reconocimiento facial para agilizar los embarques, y asegura que no lo utilizará para ningún otro fin. Caballero lo justifica siempre que no sea obligatorio, pero advierte: «Tendrían que hacer una evaluación del impacto de la privacidad, ver las medidas de seguridad y las técnicas que están implantando, si son lo suficientemente robustas para llevar a cabo ese tratamiento». «Si la información sensible se filtra a la red o si se utiliza para engañar a sensores biométricos, el riesgo es evidente», añade Mathilde Hardy. Por su parte, Luis Corrons encuentra ventajas en el reconocimiento facial, pero advierte sobre riesgos como su uso para la vigilancia masiva, los posibles sesgos de raza, género o edad y la seguridad frente a ciberataques.
La inteligencia artificial es esencial para agilizar el tratamiento de los datos personales que los usuarios ceden al navegar por internet y al usar aplicaciones móviles y asistentes virtuales. Mathilde Hardy considera que la IA es, «en esencia, la gasolina de esta tecnología. Sin IA, nada sería posible». Los usos pueden ser tanto positivos como negativos en opinión de Antonio Villalón, porque «posibilita especialmente el análisis de grandes cantidades de información, lo que acelera y ayuda a reconocer patrones y por tanto detectar acciones hostiles... pero también ayuda a acelerar esas acciones y ponerlas al alcance de mucha gente que, sin el conocimiento técnico necesario, no podría ejecutarlas sin ayuda». Existe un modelo de IA, denominado «aprendizaje en el edge», que, para Hardy, puede mantener totalmente la privacidad de los datos, porque «se entrenan de manera descentralizada en dispositivos de usuarios sin necesidad de enviar datos personales a un servidor central o a una nube». El análisis predictivo también puede «ajustar de manera dinámica el contenido, los diseños y las interfaces de usuario para mejorar su experiencia». Esta tecnología, muy utilizada en entornos industriales, se basa en el uso de datos agregados y anonimizados para que la IA identifique tendencias y patrones de comportamiento sin depender de cookies de terceros.