DOBLE PERSONALIDAD
Este chalé madrileño lleva la impronta de la decoradora Luisa Olazábal, una medida mezcla de clasicismo y modernidad que siempre convence.
Bella pero funcional. Esta vivienda situada al norte de Madrid conjuga ambas virtudes. Se trata de una construcción de los años 50 que ha sido reformada por completo. Se añadió, además, un nuevo cuerpo adosado a la casa para colocar la piscina cubierta. Todo bajo la dirección del arquitecto Jaime Oterino.
El proyecto de interiorismo lo firma el estudio de Luisa Olazábal y, como todos los de esta profesional, tiene un carácter de permanencia que sobrevive a épocas y modas: «Cuando nos contrataron, lo cierto es que los dueños no estaban totalmente de acuerdo en el estilo que querían. Mientras el propietario optaba por espacios diáfanos, luminosos y muy blancos, su mujer -que es quien en realidad tenía la última palabra- prefería un look más clásico y acogedor. Lo mejor que podemos decir es que ahora los dos están encantados».
El mix conseguido es soberbio: el de una vivienda joven, adaptada a las necesidades actuales, pero con una elegancia de estándares académicos. Sobre un fondo en blanco roto y gris, la paleta de color se enriquece con los vivísimos chispazos que pintan almohadones y tapizados, y que proporcionan fantásticos juegos cromáticos. Se han usado materiales naturales -y tradicionales- con profusión. En cuanto al mobiliario, la mezcla de piezas antiguas, rústicas y de diseño contemporáneo, aderezado el conjunto con algunas obras de arte, da como resultado un todo armonioso e inesperado. Baste este ejemplo: unas sillas de madera al natural quedan de lujo con un mueble-bar lacado en negro brillante y rematado con estantes dorados. El colmo de la heterodoxia estética más cool y refinada.