EN CABEZA DE LISTA
Uno de los mejores regalos que recibí este año fue el de mi sobrina Beatriz: una libreta check list. Es increíble cómo algo tan sencillo puede describir de una forma tan completa a alguien.A ella y a mí.A Bea, como observadora y a mí, como obsesa de las listas. Reconozco que las hago para todo y que encuentro en ello un orden que me tranquiliza y un cierto control –falsísimo– de mi vida. No estoy sola, el hecho de que se impriman cuadernos ya preparados es señal de que somos legión los locos del listado. Disfruto creándolos, pero lo que, de verdad, me da una satisfacción difícil de medir es ir tachando a medida que cumplo lo escrito. Muchos de vosotros me estáis comprendiendo, lo sé.Y no solo me gustan estos que construyo para, poco a poco, destruirlos, también me pierden los que voy aumentando. Listas como “Cosas que no aprenderé nunca” o “Situaciones que me dan pavor” o”De lo que nunca me canso de reírme” se incrementan sin cesar.Todo este preámbulo es para compartir con vosotros una nueva serie que he cerrado al revisar este número, se llama “Lo que nunca pensé que me gustaría y hoy me apasiona”. Empiezo. El color negro en la deco. Su intensidad me repelía (los intensos me resultan pelín patéticos), pero ahora me encanta ese humor tan dramático.A los aparadores siempre los vi poco prácticos, ocupan mucho para no guardar tanto. Hoy sé que la joya es la propia caja. Los fanales con bichos: a los primeros los sigo amando, ¿a los segundos? no, porque nunca los quise. Vacaciones en la nieve...
¡Arggggg! Era pensarlo y venirme a la memoria la mayor de las incomodidades, hasta haber visto aquí otro listado, el de los hoteles que presentamos.Y termino con lo que debería haber encabezado: el
comedor, que se convierte en zona de trabajo, sala de exposiciones doméstica, biblioteca... y se alza como vencedor en el ranking de espacios versátiles (mira, esta puede ser otra lista, je je je).