Rebosante de arte y diseño, así es el magnífico chalét ampliado por Jaime e Inés Benavides.
QUE EL HORMIGÓN NO TE DESPISTE, ESTA CASA DE MADRID TIENE EL CORAZÓN CALIENTE Y EL ALMA MUY VERDE. INÉS Y JAIME BENAVIDES FIRMAN SU REFORMA.
Un resultado de aplauso en el que han intervenido hasta tres miembros de la familia Benavides aportando lo que mejor saben hacer: Jaime, el arquitecto, reconvirtió un pequeño chalet de los años 50-60 en algo radicalmente nuevo y mucho más grande;Inés,diseñadora e interiorista,lo ha dotado de sofisticación y cálidez; y María, junto con su socia,Valentine Laperche de Crozals, creó el sugerente paisajismo.
La casa ahora es un cubo imponente de hormigón y granito, con espacios abiertos e interconectados. Hay cuatro habitaciones con sus cuartos de baño, una zona de servicio y áreas comunes con tres salones, comedor y despacho. La prioridad fue que la vivienda estuviera volcada al generoso jardín, por lo que se abrieron grandes cristaleras en todas las fachadas. Los muebles siempre miran hacia el exterior y al entrar en cualquier espacio, la sensación es la de estar rodeados de árboles y plantas. Incluso uno de los salones sirve tanto de exterior como de interior. Para no quitar protagonismo a la arquitectura, los textiles son, en su mayoría, lisos y neutros (beige, marrón chocolate y negro), pero con algunos toques de color (turquesa, naranja, verde, morado) que ponen la nota de alegría en los espacios.
Una casa XL necesita muebles grandes que creen islas habitables y no espacios desangelados. Inés Benavides buscó un estilo moderno y exquisito, muy confortable. ¿Su fórmula? Mezclar muebles de firmas italianas con algunos de procedencia familiar y piezas a medida diseñadas por ella y por Jaime Benavides, el caso de las librerías, la escultural barandilla, y mesas de centro y auxiliares. Este cóctel bien avenido se completa con antigüedades de los siglos XVIII y XIX y elementos vintage del XX encontrados en mercadillos de Francia e Inglaterra o en subastas.
Para los colores, la interiorista ha jugado con los efectos frío-cálido. El interior muestra un rico repertorio de acabados: pintura gris perla de Farrow & Ball, estucos muy cálidos en tonos arena y chocolate, muros y techos de hormigón visto... En homenaje a la casa original,se mantuvieron algunas paredes de granito y el pavimento es una línea continua –incluso en zonas de aguas– en tarima de madera de wengé. El plus de "divismo" se vive en los baños, revestidos de alabastro o de mármol Emperador.
La iluminación fue otro aspecto clave: durante el día, la luz entra a raudales por las cristaleras; para la noche se escogió una temperatura de luz cálida que crea ambientes íntimos en las zonas comunes, a la vez que realza los elementos arquitectónicos de la vivienda y las obras de arte.