En el luminoso ático reformado por María Santos descubrimos la belleza en las composiciones sencillas.
SU GRAN TERRAZA ENAMORÓ A LA ACTUAL PROPIETARIA. HOY, GRACIAS A LA LABOR DE LA DECORADORA MARÍA SANTOS, UNA LUZ VIBRANTE INUNDA LOS ESPACIOS DE ESTE ÁTICO QUE COMBINA LA MAGIA DE LA SENCILLEZ Y EL CARISMA DE LAS PIEZAS ÚNICAS.
Vivir en un ático con azotea en el centro de Madrid. El sueño de tantos caminantes que miran al cielo imaginando cómo serán esos espacios en los que atisban las ramas de un pequeño árbol o el techo de una pérgola. Una fantasía que se hizo realidad para la dueña de este deslumbrante piso situado cerca del paseo de la Castellana. Ella se enamoró al instante de su magnífica terraza, perfecta para disfrutar del mítico cielo de la ciudad.
Del proyecto de interiorismo se hizo cargo el estudio María Santos. «Somos un equipo de ocho personas (¡todas mujeres!) que buscamos crear espacios atemporales y elegantes. Para ello, utilizamos materiales nobles y nos gusta mucho trabajar el detalle, sobretodo, en pavimentos y carpinterías », nos cuenta la decoradora.Toda una declaración de intenciones que tuvo su perfecto reflejo en la cuidadísima selección de acabados que llevaron a cabo en la vivienda.
El inmueble forma parte de un edificio de 1963 proyectado por el arquitecto Juan Manuel Ruiz de la Prada. Como en el momento de su intervención la reforma ya estaba hecha –solo se conservó la chimenea de mármol original–, María Santos se centró en dar personalidad a los ambientes con un aire renovado, apostando por un estilo intemporal y un toque femenino, que eran esenciales para la propietaria. Las paredes, la iluminación y el mobiliario son los tres principales ejes sobre los que giró su trabajo. El color blanco se escogió por su cualidad neutra y luminosa, y es todo un acierto: la claridad se desliza por paredes, techos, cortinas, alfombras o muebles, y la casa cobra una dimensión realmente radiante mientras la contenida paleta de colores ayuda al efecto final. El azul marino, salpicado aquí y allá (como en la maravillosa chaise longue de terciopelo), traza un recorrido puntual por los espacios. Es un color potente, que vibra en combinación con tonos fríos como el verde agua de los pufs tapizados con un estampado en zigzag.Y para disfrutar de la máxima relajación, el tono gris piedra del dormitorio aporta un matiz que invita al descanso y la intimidad.
Por lo que respecta al mobiliario, en todos los ambientes las piezas antiguas conviven con creaciones contemporáneas sin restarse un ápice de protagonismo. Las líneas rectas coexisten con los trazos sinuosos presentes en pequeños detalles como las esferas de cristal de las mesas de centro, la mesa auxiliar en el salón o la butaca Platner, un icono del diseño editado por Knoll.Tras recorrer la casa, lo tenemos claro: al igual que nosotros, la luz madrileña entró un día en este ático... y ya no quiso salir nunca más.