DE MIS AMORES
EN UN HERMOSO VALLE ASTURIANO, ESTA CASA ES EL SUEÑO CUMPLIDO DE UNA FAMILIA PRENDADA DE LOS CIENTOS DE VERDES DE ESTE PARAÍSO. ¡LO MÁS NATURAL!
Viajamos hasta un idílico prau asturiano para descubrir una casa con alma y encanto natural.
El prau, como lo llama Matilde Lladó para que suene asturiano, les robó el corazón.A ella y a su familia, que, tras pasar muchos veranos en el Norte, llevaban un tiempo buscando el sitio ideal para hacerse una casa de vacaciones.Al final lo encontraron en el valle de las Luiñas, en un terreno con fantásticas vistas a dos pasos de Cudillero. La vivienda se edificó en 2007 y fue el arquitecto Jacobo Lladó, primo de la propietaria, el encargado de llevar a cabo el proyecto.
Se trata de una construcción de grandes huecos en las fachadas y con enormes cristaleras que miran al jardín. Está dividida en dos plantas: en la inferior se encuentran la cocina, el salón y el comedor, y en la superior, los dormitorios. Su estética responde a un mix perfecto. Por un lado es muy de campo, pero al mismo tiempo resulta muy moderna; la distribución abierta en las zonas comunes le da un aire contemporáneo y luz a raudales.
En cuanto a la decoración, que ayuda a crear atmósferas de gran calidez, es por entero obra de la dueña, a la que le divierte mucho inventar y reciclar, según nos explica: «Casi todo lo que hay en la casa lo he hecho yo. Mobiliario de procedencia familiar que he transformado en la escuela ElTaller delVeliko o que,simplemente, he pintado o recuperado.También hay muchas cosas de la almoneda de mi amiga Carina Casanovas, donde siempre encuentro muebles y objetos fascinantes».
Las lámparas merecen mención aparte. Casi todas son de fabricación propia.De hecho,Matilde Lladó es una de las socias de Otherlamps, una pequeña empresa que diseña y confecciona pantallas de todas las formas y tamaños. Pero si los interiores de esta vivienda son bellos, lo mejor está fuera, en el precioso jardín, formado por árboles autóctonos, aunque también hay una gran palmera que ya estaba allí y evoca las que plantaban los indianos a su vuelta a Asturias. «Mi marido se encarga de la jardinería; él es de origen inglés y, claro, esta tarea le encanta».