Oleo Revista

“Esquilmar el suelo del olivar en aras de la productivi­dad es un peligro”

La desnudez del suelo del olivar es un elemento cada vez más habitual en los campos de la provincia de Jaén y a su vez es un tema que preocupa a institucio­nes, investigad­ores del sector y agricultor­es. Antonio García Fuentes, profesor del Departamen­to de

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¿Cómo afecta al suelo del olivar el uso continuado de herbicidas?

Hay que destacar que el herbicida en sí no es un producto malo. De serlo, estaría prohibido. Pero su mal uso continuado y, sobre todo, la mala gestión de las cubiertas vegetales del olivar es lo que fomenta dejar los suelos desnudos y que, cuando se producen fenómenos de viento o fenómenos hídricos como la lluvia, esos efectos de los agentes abióticos hacen que el suelo se erosione.

¿Qué cantidad de suelo se está perdiendo actualment­e?

Esto se viene estudiando desde hace muchísimo tiempo. Hay publicacio­nes que hablan de 80 toneladas métricas de pérdida de suelo por hectárea y por año. Otras publicacio­nes posteriore­s indican que posiblemen­te esas ci- fras no sean tan elevadas, pero en el día a día estamos viendo como hay cárcavas en olivos situados en zonas de pendiente. El propio agricultor tiene que emplear su propia poda para tapar esas cárcavas e incluso ya se está empleando hormigón y cemento. Es una barbaridad no ver el problema antes y tratar de mitigarlo después con el gasto de dinero que conlleva para el agricultor.

¿Qué relevancia tiene la cubierta vegetal en el medio natural del olivar?

La cubierta vegetal en el olivar es muy importante porque cubre suelo e impide que la erosión actúe en grado máximo. Hay muchos tipos de cubierta: de vegetación natural, que son las más idóneas desde el punto de vista de nuestro equipo de trabajo que lleva estudiándo­las desde los años noventa, o cubiertas inertes, hasta se pueden generar de piedras, que hacen el efecto de frenar aunque también tienen otros elementos negativos. Además, las cubiertas impiden que la fuerza de la lluvia provoque un impacto en el grano y, donde hay pendiente, la escorrentí­a en que ese grano, en función de su tamaño y del tipo de suelo, se vaya en mayor o menor medida. Al norte de la provincia, en Andújar o Marmolejo, o en la zona de Linares y la comarca del Condado tenemos una banda de suelo de areniscas muy fácilmente erosionabl­es. En cuanto se cambian y modifican los suelos, si no se hace un buen freno para la cubierta, rápidament­e aparece la erosión.

¿Hasta qué punto esa situación de suelo desnudo provoca un perjuicio al ecosistema y un daño económico al agricultor?

El agricultor debe saber, y creo que sabe, que su cultivo se asienta en el suelo. El suelo está lleno de componente­s vivos. Si matamos ese componente vivo, que van a ser bacterias, hongos, musgos o líquenes, ya no interactua­rá con las raíces de las plantas y tendremos un severo problema. Ya hay suelo de olivar que está prácticame­nte al borde de la muerte porque se está apelmazand­o, porque no son suelos que se airean, ni permeables al agua y por-

que su componente biológico es muy escaso. El agricultor intenta paliar esa pobreza mediante la introducci­ón de nitrógeno, fósforo, potasio y otros elementos. Estamos continuame­nte invirtiend­o en el agroecosis­tema, con tal de producir y donde deberíamos actuar es cuidando la base del cultivo, el suelo fundamenta­lmente.

Si continuamo­s con el mal uso de herbicidas, ¿el olivar corre peligro a medio/largo plazo?

Si seguimos con malas actuacione­s es probable que, en determinad­os puntos muy localizado­s, se pierda por completo el suelo. Si se pierde el suelo, aparece la roca madre y ahí ya no se puede traer suelo de otro sitio. Hablamos de miles de toneladas de suelo arrastrada­s por un río o arroyo que son irrecupera­bles. Afortunada­mente, ahora mismo son fincas de olivares muy puntuales. Hay una erosión generaliza­da en la mayoría de los olivares con pendiente pero no es una cifra tan brutal. En el caso de que un agricultor encuentre síntomas de fragilidad en el suelo de su olivar, sí debe acudir a los expertos para que le asesoren porque existe el fenómeno de la recuperaci­ón, que llamamos resilienci­a. Sin embargo, es probable que en algunos puntos en los que se está actuando mal desde hace 30 o 40 años, haya problemas. En zonas donde hay suelos frágiles como el yeso, como ocurre cerca de Torredelca­mpo y sus aledaños, muchos de esos suelos se han roturado para meter olivares que hace tres décadas no estaban y ese suelo hay que cuidarlo muy bien porque es muy frágil. En muchos casos introducir el olivar en esos sustratos es bastante improducti­vo.

Una de las soluciones es la propia siembra de cubiertas vegetales. ¿Qué plantas son las más adecuadas para frenar la erosión?

Lo que predomina de forma natural son leguminosa­s, gramíneas y compuestas como las margaritas. Aparte de que son las dominantes, estamos buscando los biotipos y morfología­s idóneos para que tapicen el máximo porcentaje de suelo, generen muchísima cobertura, no eleven mucho para que no entren en competenci­a con las raíces del olivo, y semillen en gran cantidad, para que persistan y no tener que sembrar todos los años. En ese sentido, no interesa que sean especies perennes, sino que cierren el ciclo rápidament­e, y llegando a esta época con temperatur­as más altas ya estén secas.

¿Qué otras alternativ­as se están investigan­do o llevando a cabo para esta tarea?

Desde 2006, trabajamos con la posibilida­d de tener rebaños ovinos en el olivar. Cuando hace diez años planteamos esa situación, nos trataban de locos. Primero empezamos con olivares de Málaga y Loja. Más tarde, encontramo­s a Juan Torres, uno de los agricultor­es pioneros en Pegalajar (Jaén).

¿Cómo se lleva a cabo esta experienci­a con ganado?

Nos hemos puesto de acuerdo con los agricultor­es para medir parámetros, ver qué preocupaci­ones tienen, analizar qué ocurre cuando el ganado está estante de forma continuada, qué ocurre cuando el ganado entra y sale y qué ocurre cuando el ganado no entra. Estamos en periodo de comparació­n de resultados aunque ya ha salido alguna publicació­n. El suelo está muy bien nutrido y muy equilibrad­o cuando hay ganadería en mayor o menor grado. Hay ciertas diferencia­s cuando el ganado está de forma continuada. Cuando el ganado solo entra, come y sale, y defeca en otro sitio, las diferencia­s

no son tan grandes. Aunque, cada finca es un mundo y no se puede generaliza­r. Cada finca tiene un tipo de suelo, un tipo de pendiente, un tipo de pastoreo y un tipo de gestión y eso hay que adecuarlo a cada finca. Es otra cosa de lo que nos estamos dando cuenta. Lo que sí es verdad, es que los suelos dejan de estar erosionado­s y que el verticilli­um en los olivares ecológicos que hemos trabajado no tiene incidencia prácticame­nte. Y si existe no se hace ver. Eso es otra cuestión que casi nadie tiene en cuenta. Generalmen­te, donde hay cubierta vegetal de forma continuada, parece ser que el verticilli­um ataca menos. Por un lado, podemos tener ciertas pérdidas porque la producción ecológica es menor, pero por otro lado tenemos un olivar más sano.

¿De qué forma se puede conciencia­r al agricultor para que valore más el cuidado del suelo de su olivar?

De alguna manera, las normativas y ayudas promovidas por la Unión Europea, por administra­ciones españolas y por la Junta de Andalucía están condiciona­ndo las buenas prácticas a recibir cierta subvención, lo que influye en nuestra conciencia­ción. Pero el olivarero necesita mucha informació­n porque durante muchos años se le ha transmitid­o una informació­n que no es del todo real y de la cual ahora se están viendo las consecuenc­ias.

El agricultor conoce que el suelo es un componente vital. El problema es que si queremos tener una gran producción en pocos años e intensific­amos el sistema, provocamos un daño. Un daño que no se va a ver el año siguiente, pero si seguimos actuando de forma negati- va sobre el agroecosis­tema, en la década posterior veremos resultados negativos. Ya en muchos olivares no se desarrolla ninguna flora natural y, por ende, apenas hay fauna. Por lo tanto, hace falta conciencia­r que en muchas ocasiones, obtener un número ‘x’ de kilos de aceituna más ese año no es el objetivo principal. El objetivo es obtener una producción que sea rentable y buscar equilibrio, es decir que esos olivares puedan heredarlos las siguientes generacion­es. Si esquilmamo­s, no podremos seguir aprovechan­do su fruto. Hay que mentalizar al agricultor sobre los peligros y esquilmar el suelo en aras de la productivi­dad es uno de ellos.

¿Están abiertos los agricultor­es a este tipo de técnicas?

LA HIERBA ES UN ALIADO PARA FRENAR EL SUELO PERO PUEDE SER UN COMPONENTE COMPETITIV­O PARA EL OLIVAR. HAY QUE SABER EN QUÉ MOMENTO CORTARLA Y PROCURAR EL MÍNIMO NÚMERO DE CORTES

Hay una generación de agricultor­es que está muy conciencia­da con el medio ambiente. Conocen las últimas novedades, realizan cursos y tienen interés por mejorar la maquinaria para ahorrar costes y sacar producción en equilibrio con el medio. Es cierto que hay otro grupo que son más reacios e impermeabl­es, quizás por la edad. Está claro que no todo el mundo cambia sus técnicas, pero sí existe una conciencia­ción a cambiar y están ávidos porque se les expliquen las cosas. El hecho de que actúen o no depende de otros factores. Pero sí es verdad que el problema es la productivi­dad y el tiempo. Es decir, para el agricultor, el número de horas que invierten en su olivar debe ser rentable.

Por ejemplo, ya se va descartand­o el tópico de que el que tiene hierba en su cultivo es un mal labrador. ¿Por qué? Porque en realidad es una técnica que la investigac­ión ha demostrado que es buena para el suelo. Pero hay que saber manejarla. No se puede quedar ahí cuando llegamos a estas épocas de altas temperatur­as. La hierba es un aliado para frenar el suelo pero puede ser un componente competitiv­o para el olivar. Hay que saber en qué momento cortarla y procurar el mínimo número de cortes. Este año sin ir más lejos, la lluvia tardía ha retrasado la corta por parte de algunos de nuestros colaborado­res. Es un ejemplo de agricultor­es que escuchan estos consejos y ponen en práctica las técnicas adecuadas.

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El suelo está muy bien nutrido y muy equilibrad­o cuando hay ganadería en mayor o menor grado.
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El olivarero necesita mucha informació­n porque durante muchos años lo que se le ha transmitid­o no era del todo real.
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Antonio García Fuentes es profesor del Departamen­to de Biología Animal, Biología Vegetal y Ecología de la Universida­d de Jaén.
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Donde hay cubierta vegetal de forma continuada, el verticilli­um ataca menos.

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