Crisis y oportunidades para la aceituna de mesa
El sector de la aceituna de mesa ha sufrido un fuerte varapalo con los aranceles antisubvención y antidumping impuestos por el Departamento de Comercio de Estados Unidos. Ahora, falta que la Comisión de Comercio Internacional concluya su investigación sobre el supuesto daño al sector aceitunero californiano, pero las perspectivas no son muy halagüeñas, vistos los precedentes.
Ya se han registrado importantes recortes en empleo (fundamentalmente en la industria, porque la recolección de estas variedades está 100% mecanizada) por el brusco descenso de las exportaciones. Pero el mazazo puede extenderse a más sectores productivos si la intención final de Donald Trump es cuestionar la Política Agrícola Común y sus ayudas, a pesar de que están plenamente reconocidas y legitimadas por la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Por eso, la Unión Europea debe tomar cartas en el asunto y defender a sus sectores productivos con la contundencia necesaria. En ésas están el Consejero y el Ministro de Agricultura, con el respaldo de todo el sector.
Desde COAG, defendemos la aceituna de España y rechazamos frontalmente los aranceles abusivos. No obstante, creemos que lo que ha ocurrido también debe servirnos para hacer autocrítica y analizar si podemos mejorar, para que ni Trump ni nadie pueda encontrar el menor resquicio para llevar a cabo sus tropelías.
En ese sentido, esta organización agraria considera que el sector de la aceituna de mesa tiene que mejorar en transparencia. Para ello, necesitamos instrumentos de verificación como pueden ser los contratos tipo entre agricultores e industriales, unos contratos que reflejen por escrito los costes de producción y los precios de compra. Por cierto, en Estados Unidos los hay. COAG Andalucía los ha propuesto en múltiples ocasiones en la Interprofesional de aceituna de mesa, Interaceituna, y ha planteado que sean un objetivo en la extensión de
norma actual. Sin embargo, esta herramienta no se ha puesto en marcha hasta ahora por el veto de la industria. Sin esos contratos, la Ley de Cadena Alimentaria, que ha supuesto un avance para el sector agrario, queda en papel mojado.
El sector tiene otros problemas importantes, con crisis que afectan a algunas variedades emblemáticas. Por ejemplo la aceituna gordal de Sevilla se ha pagado en origen a 0,65 euros, lo que significa la mitad del coste de producción, que se sitúa en torno a los 1,05 euros, según datos del Ministerio de Agricultura. Esto tiene consecuencias nefastas para los agricultores, que en algunos casos incluso están arrancando olivos.
¿Por qué pasa esto?
Por las importaciones masivas de una variedad de aspecto similar a la gordal, procedente de Egipto. Según la Agencia de Información y Control Alimentarios, la AICA, tenemos unas existencias de 90 millones de kilos de gordal, cuando las ventas por campaña se sitúan en torno a los 50 millones, y estamos a tres meses de la nueva recolección. Ante un exceso de oferta, los precios al productor bajan y la calidad de nuestra gordal no se ve remunerada.
La industria dice que estas aceitunas importadas son más versátiles, “no son más baratas”. Pero todos sabemos cómo son los sueldos de un trabajador en el tercer mundo y la dudosa trazabilidad de estas importaciones en cuanto a la forma de producción (uso de fitosanitarios no autorizados en la UE, respeto al medio ambiente, etc.). Esto lo hace posible una nefasta ley de calidad, que aprobó el anterior gobierno pese a la oposición de las organizaciones agrarias y las cooperativas. Una ley que no defiende la calidad ni la transparencia, al no exigir que se mencione en los envases la variedad y el origen.
Desde COAG hemos pedido al Ministerio de Agricultura que se modifique para que sea obligatorio incluir la identificación varietal en todos los envases. Si el consumidor quiere comprar aceituna de Egipto, podrá hacerlo, será su elección, pero sabiendo exactamente qué es lo que compra, no movido por la confusión.
De ese modo, con transparencia e información rigurosa, se respalda el trabajo por la calidad, que es la que ha convertido a nuestra aceituna de mesa en un producto valorado y demandado en los mercados internacionales.
La variedad manzanilla, con una producción de 155,57 toneladas (un 27,8% menos que la anterior campaña), está en una situación algo mejor, se ha pagado a 0,75 euros, pero sigue sin llegar a cubrir los costes de producción. La sequía y el buen precio del aceite ha provocado que algunos agricultores desviasen parte de su cosecha a molino, y así pudieron mejorar la rentabilidad de su cosecha. En años anteriores, la manzanilla también ha sufrido la competencia desleal de aceituna similar procedente de países terceros.
Y es que desde COAG estamos convencidos de que el futuro del sector pasa por seguir mejorando en calidad. Por eso, porque creemos que la calidad es el camino, hemos respaldado en los tribunales la IGP manzanilla y gordal de Sevilla, frente al rechazo de la industria. Y por eso apoyamos los proyectos de IGP o de cualquier otra figura de calidad en variedades como la hojiblanca, en el eje central de Andalucía.
Por último, esta organización agraria propone que el sector de la aceituna de mesa pueda ser potencialmente beneficiario de una ayuda asociada si cumple unas características concretas en cuanto a condiciones de la plantación y recolección, y así lo ha trasladado a la Consejería de Agricultura a través del documento de Posición de Andalucía ante la futura PAC post 2020.
Nos jugamos mucho. El sector de la aceituna de mesa aporta más de 1.300 millones de euros a la producción final agraria. Genera más de dos millones de jornales y 8.000 puestos de trabajo. Cuenta con 16.000 explotaciones, que abarcan 95.000 hectáreas, y 300 empresas. Se concentra principalmente en la provincia de Sevilla, donde cuenta con más de 80.000 hectáreas, pero está presente también en casi todas las provincias andaluzas.
ANTE UN EXCESO DE OFERTA, LOS PRECIOS AL PRODUCTOR BAJAN Y LA CALIDAD DE NUESTRA GORDAL NO SE VE REMUNERADA