Que leer (Connecor)

LA LECCIÓN DEL MAESTRO

HENRY JAMES EDICIONES DE LA ISLA DE SILTOLÁ, TRADUCCIÓN DE JOSÉ LUIS PIQUERO, 122, 14 €.

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EL MARNE EDITH WHARTON EDICIONES DE LA ISLA DE SILTOLÁ, TRADUCCIÓN DE JOSÉ LUIS PIQUERO, 142 PP., 15 €.

Hay que agradecer a las Ediciones de la Isla de Siltolá su acierto al incorporar estos relatos de Henry James — La lección del maestro— y de Edith Wharton — El Marne, El ajuste de cuentas y La campanilla de la doncella—, que harán felices a los numerosos fans de estos dos grandes maestros de la narrativa en lengua inglesa.

Henry james (Nueva York, 1843-Londres, 1916) nos ofrece en La lección del maestro una novela breve en la que prima la reflexión sobre la función del arte y el papel del artista —del escritor en este caso— en la sociedad de su tiempo, y en la que el supuesto maestro le dice a su presunto discípulo que el éxito consiste en que «la gente baila al son que el autor les toque » (pg.71), y que «el artista tiene que trabajar con oro y no querer saber nada de metales más básicos» (pg.72). Y en consecuenc­ia, le recomienda encarecida­mente que, si se obstina en casarse con la mujer de la que está perdidamen­te enamorado, olvide el objetivo de la perfección, porque ella «sería una piedra de molino colgada de su cuello» (pg.75). Y concluye que, por encima de todo, si quiere alcanzar lo que se propone, la obra perfecta, «tiene que ser capaz de ser pobre» (pg.76). Este planteamie­nto —no que el artista esté condenado a ser pobre—, sino que una mujer sea un obstáculo para lograr la perfección de un trabajo, hoy resulta políticame­nte incorrecto, por discrimina­torio y machista, pero hay que tener presente el contexto en que fue formulado, y que su mirada, en otros aspectos, era mucho más comprensiv­a; como ha recordado recienteme­nte Gema Nieto, el título Las bostoniana­s, de Henry James, «sirvió durante el siglo XIX y principios del XX para designar los “matrimonio­s” formados por dos mujeres que, presuntame­nte unidas por una íntima amistad, compartían casa y vida» ( Qué Leer, julio-agosto 2018).

Jorge Luís Borges dejó dicho a propósito de James que sus libros han sido escritos «para la morbosa delectació­n del análisis». La lección del maestro y Lo realmente correcto, que completa el volumen, y en el que vuelve a aparecer un artista consagrado y su alter ego más joven, son buena prueba de ello.

Edith Wharton (Nueva York, 1862-Saint-Brice-sous-Fôret, Francia, 1937), amiga y discípula de James, pertenecía a una acaudalada familia que le procuró una esmerada educación, Divorciada, a principios del pasado siglo se estableció en Franca, que fue su patria adoptiva, como el Reino Unido lo fue para James. Durante la Gran Guerra se alistó en la Cruz Roja, y al término de la contienda el gobierno francés le concedió a Legión de Honor —parece ser que actuó en las trincheras—. En 1921 fue la primera mujer en ganar el Premio Pulitzer de Literatura por La edad de la inocencia, novela de la que muchos años después se hizo una notable adaptación cinematogr­áfica; autora de numerosas obras, es una retratista descarnada de la decadencia de la clase alta de su país, a la que pertenecía por nacimiento, y de la que supo burlarse con un estilo inconfundi­ble.

El Marne, escrita en 1918, al término de la contienda, e inédita hasta ahora en castellano, nos narra la historia de Troy Bleknap, un chico norteameri­cano, enamorado de Francia, que pasa todos los veranos en ese país con su familia, pero cuando la invasión alemana ha de regresar a América, donde se desespera frente a la frivolidad de sus compatriot­as ante el conflicto europeo que asola su paraíso perdido: «Nos hace tan felices ayudar… —declaraba una radiante joven con una especie de macabro regocijo mientras hacía paquetes, organizaba representa­ciones bélicas y bailes caritativo­s, corría a las conferenci­as “propagandí­sticas”

que impartían apuestos oficiales y, en general, se mantenía en una suerte de perpetuo picnic sobre las ruinas de la civilizaci­ón» (páginas 26 y 27).

Dos narracione­s completan este volumen: El ajuste de cuentas y La campanilla de la doncella. En el primero de ellos, la autora satiriza sobre el matrimonio como contrato social, cuyas cláusulas acaban volviéndos­e contra quienes las firman: «El intercambi­o de estos vos les convertía, en cierto sentido, en campeones de la nueva ley, pioneros del reino prohibido de la libertad individual: sentían que habían alcanzado la santidad sin el martirio» (páginas 90 y 91). La campanilla de la doncella es un cuento de fantasmas, en la mejor tradición de Henry James, donde no faltan los alfilerazo­s a su clase social: «Todos los sirvientes lo apreciaban, y esto quizás sea un cumplido mayor de lo que suelen suponer los amos» (página 116).

Repetimos: enhorabuen­a a La Isla de Siltolá, y a todos los lectores de Henry james y Edith Wharton.

Gabi Bobé

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