Pere Gimferrer,
de la Real Academia Española, amigo de Eduardo Mendoza desde sus años juveniles, ha escrito a propósito de El rey recibe: Si la persona a veces puede tener un aire de contenida apostura británica o britanizante, el autor es, a su modo pero de forma inequívoca, un escritor español. Ante todo, claro está, por el lenguaje, uno de los más ricos, variados y precisos de hoy; pero más aún por sus antecedentes literarios, que van acaso fundamentalmente de Cervantes a Pío Baroja. Frases en varios idiomas insertas entre tal o cual pasaje de El rey recibe nos recuerdan la formación cosmopolita del autor, pero la visión final del mundo deriva de la alianza entre la veracidad documental y las escapadas a la fantasía que caracterizaba tanto al hidalgo manchego como a muchos héroes barojianos.
Siempre es todo nítido, casi transparente en su limpidez expresiva; pero hay algo que, en cada peripecia y hasta casi en cada frase, huye hacia otra dirección, más sugerentemente evocada al trasluz que directamente expuesta. Esta escritura tan clara y elegante dice siempre dos cosas a la vez en alternancia o contrapunto: lo visible de buenas a primeras, con precisión clásica o paródica, y el trasfondo o contratado enigma que proyecta toda peripecia a un ámbito de imaginación irónica o melancólica. Es esta convivencia de dos aspectos de lo relatado en un solo estilo inconfundible siempre lo que hace de Eduardo Mendoza un escritor único.