Declaración de intenciones
Nos encontramos ya inmersos en el curso 2018-2019 y la mayoría de nosotros apenas recordamos los felices días de estío.
Quién sabe cuánto atesoramos aún de esos momentos de serenidad y descanso, al sol o a la sombra. Quizás entre esos recuerdos veraniegos permanecen algunas lecturas, historias o estampas que nos acompañaron durante unos días; incluso puede que nos hayan ayudado a cambiar nuestra visión de las cosas o nos hayan brindado momentos de gozo, entretenimiento, catarsis.
Ha llegado la lluvia, y con ella, el devenir diario, las prisas, las obligaciones, el asfalto... y la sempiterna riña política que todo lo contamina y que contribuye al cansino ruido ambiental. Solo nos faltaba descubrir los egos enmascarados tras tantas falsas titulaciones, esas trayectorias con exceso de maquillaje que no hacen más que acrecentar el sentimiento de vergüenza ajena.
Como anunciamos en el número anterior, la rentrée está en su apogeo y la infantería pesada de la industria editorial se halla ya instalada en las trincheras de la publicidad y los puntos de venta. Demasiada oferta y sobreinformación; si la elección se hace difícil, den una oportunidad a Qué Leer, seguimos perseverando en ofrecerles una variada selección que esperemos sea de cierta utilidad y estimule más de un apetito.
No renunciemos a la lectura. Cuanto más leídos, seremos más libres y estaremos menos sujetos a la manipulación (no tienen más que leer la pieza que firma
Enric Ros sobre el capitalismo y las distintas visiones del mismo que nos brindan diferentes autores). Esforcémonos por desarrollar nuestro espíritu crítico y no nos dejemos atrapar por los fáciles estímulos audiovisuales que nos rodean. Feliz octubre, feliz otoño, felices lecturas.