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La muerte de Inge Schönthal, Señora de las Letras, en Milán el pasado 20 de septiembre,tiñó de luto las letras hispano-italianas. Hija de un empresario judío que huyó de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, creció en su país natal, que abandonó a los veintidós años, cuando, cargada con su cámara fotográfica, embarcó rumbo a Nueva York. Empezó allí su carrera como fotoperiodista de la mano de la bisnieta de J. P. Morgan. Son años dorados de formación y juventud en ambientes editoriales, periodísticos y cinematográficos: fotografía a gente como Hemingway, Greta Garbo, Elsa Maxwell, Eliza Kazan, Picasso o Anna Magnanni.
Vuelve a Alemania y empieza a colaborar en la revista Film & Frau. En octubre de 1958 conoce en una fiesta en la sede del editor Rowohlt, en Hamburgo, al editor milanés Giangiacomo Feltrinelli. Millonario y revolucionario, Feltrinelli acaba de publicar Doctor Zhivago, de Boris Pasternak, y está a punto de lanzar al mercado El Gatopardo, de Lampedusa.
Inge se traslada a Milán y se casan en México en febrero de 1959 (para él es el tercer ma- trimonio). La editorial Feltrinelli empieza a ser mundialmente conocida y los buenos oficios de Inge como relaciones públicas les acercan a Henry Miller, James Baldwin, Arthur Miller y Karen Blixen. Incluso se hospedan en casa de Fidel Castro a propósito de una colaboración para una biografía del líder cubano. A partir de 1967, empieza una época difícil, cuando las ideas políticas de él, que formaba parte de los Gruppi di Azione Partigiana (GAP), le empujan a la clandestinidad. Inge queda al mando de la editorial y de su hijo Carlo (1962). En 1972, Feltrinelli muere al manipular una bomba e Inge continúa con su labor editorial, que dirige con su habitual entusiasmo y mano izquierda, rodeada de un fiel núcleo de colaboradores. Publica a autores de éxito como Saramago, Pennac, Yoshimoto, Amos Oz, Tabucchi, De Luca, Vázquez Montalbán, Duras, Gordimer, Lessing, Allende... y lucha duramente para consolidar la editorial; por otro lado, apostó fuerte por el proyecto de Giangiacomo de convertir la red de librerías Feltrinelli en centros civiles de cultura desde la postguerra. Fueron décadas de crisis económicas, desencantos políticos, concentraciones de grandes grupos y vaivenes de lectores.
Desde 2016, la editorial Anagrama —que tomó su nombre del título Senso e anagramma, de Giancarlo Marmori, del catálogo de su hermano italiano— forma parte del accionariado de Feltrinelli, a cargo de Carlo.
Es complicado resumir en poco espacio la increíble labor de esta mujer, así que tomaremos unas palabras del propio Jorge Herralde: Una Inge constantemente apasionada, gran amiga de sus amigos (y por tanto algo mafiosa, en el mejor sentido), a los que envía regalitos escogidos o mensajes escritos a mano con una letra que desafía a los grafólogos; pero también es severa e implacable con aquellos que han tenido una conducta inapropiada o desleal con ella o con sus muchos amigos. Inge no olvida ( La Vanguardia, 29 de septiembre de 2018).
Como ella misma señalaba, su hijo Carlo era la mente, yo el alma , aunque a menudo los roles se intercambiaban.
DEP y gracias por tanto, Signora.