Declaración de intenciones
Estimados lectores:
Número 301 de Qué Leer. Primer número de este estrenado año 2024. Esperemos que hayan sobrevivido a las fiestas (emocional y económicamente) y que, al menos, este año nuevo sea mucho mejor que el anterior -o que no vayamos a peor, que ya es mucho peor-.
Esperemos también que nuestros políticos tengan cierta altura de miras y se pongan las pilas para revertir los desastrosos resultados del informe PISA publicados a las puertas de la Navidad. Cierto que los resultados no son exclusivos de nuestro país, pero ello no es óbice para que esta señal de alarma sirva para repensar, solucionar y estabilizar los planes y calidad de nuestra enseñanza, de la cual la lectura constituye un pilar fundamental.
No podemos permitirnos hacer marcha atrás. En un emotivo artículo en El Mundo (Sobre la Educación y la memoria) el pasado 16 de diciembre, la periodista Lucía Méndez recordaba cómo la obligación de estudiar acabaría constituyendo un ascensor social de esas generaciones que lograron vivir mucho mejor y con más expectativas que sus padres y abuelos y cuán importante resultó la aventura en ese aprendizaje y construcción de vida: No podría haber llegado a la Universidad, ni acabar teniendo esta ventana para asomarme al mundo, sin una enseñanza pública de calidad que me permitió alzarme sobre mí misma con los libros, los profesores, el esfuerzo, los exámenes, las notas y los codos como punto de apoyo.
Aunque aparentemente no lo supiéramos, lo sabíamos. La lectura de los libros era nuestra salvación, nuestra redención. Era todo lo que teníamos para andar por la vida los que no teníamos otra cosa. Ni por un momento pensamos que los profesores que nos hicieron aprender de memoria las iglesias y catedrales románicas y góticas de Francia o el monólogo de Segismundo en La vida es sueño querían convertirnos en papagayos a lo tonto.
Ahora ni siquiera se enseñan a los estudiantes a leer. Y no hay peligro en abusar de la memorización porque la memoria es anatema, una antigualla absurda en la era digital, donde tienes toda la memoria del mundo en un dedo. Estoy con la RAE. Viva la memoria como método de estudio.
Desde Qué Leer seguiremos haciendo nuestro trabajo lo mejor posible.
Feliz 2024, feliz enero y felices lecturas. Paz, sentido común y solidaridad, ya, sin excusas.
María Borràs,
Enero 2024