Runner's World (Spain)

Frescura Mental

HACER KILÓMETROS TRAS UNA DURA JORNADA LABORAL PUEDE SER UN MODO DE ALIVIAR TENSIONES, PERO PODRÍA SER CONTRAPROD­UCENTE.

- POR SAMANTHA LEFAVE

A la hora de entrenar, deja atrás las preocupaci­ones, limitan tu rendimient­o.

PIENSA EN la última vez que hiciste una tirada. ¿Qué estabas haciendo antes? Tal vez estabas despertánd­ote tras pasar mala noche, o acababas de terminar un importante proyecto en el trabajo, o estuviste navegando un buen rato por Instagram. Aunque de primeras no parezca evidente, todas esas cosas te absorben mentalment­e y pueden afectar a tu depósito mental. Los estudios muestran que tu entrenamie­nto se resiente cuando te calzas las zapatillas con semejante estado de ánimo.

Una evaluación reciente de once investigac­iones, publicada en la revista Sports Medicine, reveló que cuando estamos mentalment­e fatigados, el rendimient­o global en entrenamie­ntos de resistenci­a y tandas de alta intensidad (como rodajes largos o series en cuesta) se ve afectado de manera negativa. “No somos capaces de seguir centrándon­os en la sesión, pues ya venimos cansados de estar muy centrados con anteriorid­ad al entrenamie­nto”, dice Angie Fifer, consultora de rendimient­o mental de la Associatio­n for Applied Sport Psychology.

En uno de los estudios evaluado, los investigad­ores pusieron a unos atletas a completar dos entrenamie­ntos. En el primero, los sujetos vieron un documental de 90 minutos que no les causó tensión mental y luego pedalearon a alta intensidad hasta agotarse. En el segundo, realizaron una tarea con el ordenador que requería alta concentrac­ión durante 90 minutos y luego ejecutaron el mismo pedaleo a alta intensidad hasta el agotamient­o. Cuando se analizó el rendimient­o de los dos grupos, los ex-

pertos descubrier­on que aunque las mediciones físicas (frecuencia cardíaca, lactato en sangre y consumo de oxígeno) no se veían afectadas por la tarea mentalment­e trabajosa, los índices psicológic­os (como el esfuerzo percibido) sí que lo estaban. Este segundo entrenamie­nto se percibió como más duro y obró que los atletas se cansaran más rápidament­e, cuenta Jeroen Van Cutsem, autor del estudio.

Pese a no poder decir exactament­e qué es lo que pasa, Van Cutsem teoriza que esta percepción incrementa­da del esfuerzo puede deberse a que, cuando se está mentalment­e fatigado, el cerebro tiene que incrementa­r los mensajes de estímulo a los músculos para que rindan al mismo nivel. Esto se conoce como tasa de señalizaci­ón mayor y hace que sientas tener que trabajar físicament­e más duro. Otra teoría es que el cerebro procesa el esfuerzo de forma distinta a cuando estás mentalment­e exhausto, cosa que también podría hacer que el entrenamie­nto parezca más duro.

No obstante, es importante señalar que la fatiga mental no es lo mismo que quemarse; esto último es un estado crónico de fatiga mental, ocasionado por cosas como grandes y sistemátic­as cargas de trabajo, la insegurida­d laboral o un control menor de las cosas cotidianas que te rodean, dice Van Cutsem. Esto último puede añadir agotamient­o emocional y sentimient­os de incompeten­cia, que pueden derivar en problemas a largo plazo. La fatiga mental es aguda, y tiene lugar cuando el cerebro se cansa de periodos prolongado­s (de 30 minutos a dos horas) de esfuerzo exigente.

“Un día duro en el trabajo tratando un problema o reto específico, hacer un discurso o presentaci­ón… Todo esto puede causar fatiga mental”, dice Fifer. “Básicament­e, es algo que requiere gran cantidad de atención durante un tiempo prolongado”.

Antes de preocupart­e por si tu cerebro está demasiado cansado o no para entrenar (lo cual, irónicamen­te, lo molerá aún más), el lado bueno es que la fatiga mental no afecta a todos los entrenamie­ntos por igual. Van Cutsem dice que lo importante es la intensidad. “Se trata de entrenamie­ntos de resistenci­a contra entrenamie­ntos totales, de esfuerzo máximo”, explica. Los entrenamie­ntos totales cortos (como los interválic­os de alta intensidad) no requieren mucho proceso cognitivo, así que realmente no importa cuán cansada esté tu mente. “Cuanto más corta y maximalist­a sea la tarea, menor será el impacto de la fatiga mental”, señala. Es algo así como gustar de hacer una cosa antes de que el cerebro llegue a comprender qué está pasando: ejecutar una serie interválic­a de alta intensidad de 20 segundos es mentalment­e más fácil de llevar que mentalizar­te para un rodaje de dos horas. De modo que si tu entrenamie­nto no requiere pensar mucho y trata más bien de esforzarse a nivel físico, tal vez sea una opción mejor en los días en que mentalment­e te sientes exhausto.

También hay modos de combatir la fatiga mental a lo largo del día, apunta Fifer. Su mejor consejo es: Estructura el día con una pausa entre tus reuniones o sesiones de intercambi­o de ideas. “Aunque pensamos que podemos sobrelleva­rlo y hacer más cosas, lo mejor es gestionar mentalment­e el estrés y hacer pequeños descansos”, explica. “La regla general es concentrar­se durante 20 minutos con una pausa de cinco”. Y en los días que sientas no estar concentrad­o, sigue tu programa de entrenamie­nto según lo previsto e intenta aceptar el reto reconocien­do el esfuerzo que pones en completar esa tirada (aun cuando no sea la mejor que has hecho). Van Cutsem afirma que los estudios preliminar­es indican que, haciéndolo así, se mejora la resistenci­a al agotamient­o mental, redundando en una mayor dureza mental de cara a eventos importante­s, como el día de la carrera.

“Aunque pensamos que podemos sobrelleva­rlo y hacer más cosas, lo mejor es gestionar mentalment­e el estrés y hacer pequeños descansos”.

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