Palabra de Corredor
HAY PERSONAS que disfrutan permaneciendo en un segundo plano. Se dejan la vida trabajando, sin hacer ruido, evitando los focos, esquivando las fotos mediáticas, creando, soñando, ayudando y, en definitiva, al servicio de las personas y las causas más nobles, sin esperar por ello ninguna recompensa económica ni reconocimiento alguno. Les basta con ver felices a los demás, con impartir justicia, regalar sonrisas y entregarse al cien por cien. Son seres que disfrutan de las cosas pequeñas, de un abrazo, una mirada, una caricia, un apretón de manos sincero, un café con los amigos, una exposición o simplemente viendo corretear a sus hijos con ilusión, espontaneidad e inocencia.
Se trata de personas imposibles de comprar. No tienen precio. Son tan valiosas en sí mismas y poseen unos valores tan arraigados y tan firmes, que es imposible manipularles. Prefieren vivir con humildad y dignidad que rodeados de lujos pero sin poder mirarse al espejo.
Puedes contar con ellas SIEMPRE. Sabes que no te fallarán, que están ahí, hayas hablado ayer con ellas o hayan transcurrido meses sin una sola llamada. Son personas que se hacen las tontas cuando los poderosos intentan aprovecharse y evitan entrar en el cuerpo a cuerpo y desgastarse en la lucha en el barro, ya que odian la negatividad, el mal rollo y la falsedad.
Son capaces de defender lo que aman a pecho descubierto, sin reservarse, entregándose en cuerpo y alma a sus pasiones y aficiones. En el mundo del atletismo hay varios de estos personajes. Algunos los desprecian. Hay quien dice que son tontos o simplemente unos “frikis” y que para qué tanto esfuerzo en recopilar todas las marcas de un atleta a cambio de nada o por qué tantos desvelos para organizar un homenaje a un deportista fallecido, robándole horas al descanso y al sueño. Miguel Calvo es una de esas excelentes personas. Desde hace tiempo colabora con nuestra revista. Es ya un buen amigo. Y el 19 de mayo “la lió parda”. Aunque él siempre querrá quitarse mérito es el verdadero artífice del Memorial Miguel de la Quadra-Salcedo. Él, junto a Carlos Beltrán, llevó el peso del trabajo de más de dos años, gracias al cual se consiguió erigir una escultura en homenaje a una de las personas más relevantes de la España moderna, un hombre inclasificable que, entre otras muchas cosas, fue un excelente lanzador.
El sueño de Miguel y Carlos, con el apoyo de José Luis Hernández, Bernardino Lombao, Estanislao de la Quadra-Salcedo, Aurora Pérez y otras personas que apoyaron el proyecto, ha servido también, entre otras muchas cosas, para que el atletismo de competición regrese a la que en su momento fue la única pista existente en Madrid y que albergara eventos de altísimo nivel. En esa pista, hace unas semanas, convivieron chavales de 17 años con personas de 80 y 90, viejos héroes eternos del atletismo que no quisieron perderse la maravillosa reunión de deportistas que participaron en pruebas de 100, 300, 1.000 metros y lanzamiento de peso. ¡GRACIAS, MIGUEL!