El Rincón del Trotamundos
DIFERENCIAS ENTRE LA CULTURA Y LAS ESTRUCTURAS DEPORTIVAS ESTADOUNIDENSES Y EUROPEAS
Una mirada al sistema deportivo universitario de EE.UU.
CADA AÑO SON MUCHOS los adolescentes deportistas que contactan con universidades estadounidenses para cursar allí sus estudios superiores. El sistema de becas en las facultades, si se accede a ellas a través del deporte, es muy generoso (máxime si valoramos que allí estudiar una carrera cuesta, por lo general, mucho más que en España).
Las ayudas y facilidades que dan a los deportistas son realmente espectaculares, incluso sorprendentes. Para una ciudad media estadounidense tener una universidad es motivo de orgullo y los habitantes se vanaglorian de sus facultades, tratándolas como monumentos, como algo propio e identitario. Allí el deporte universitario está muy valorado, como lo demuestra, por ejemplo, cómo se siguen las series finales de la NCAA (National Collegiate Athletic Association), con pabellones como el Carrier Dome de la Universidad de Siracusa (Nueva York), con capacidad para 35.000 espectadores; es el polideportivo con mayor capacidad del mundo, una muestra relevante del peso y la importancia que el deporte universitario tiene en EE.UU., y de cómo las universidades miman a sus jóvenes deportistas, tal si fueran atletas de élite súper consagrados.
¿Cómo es una temporada atlética en ese país? Meritxell Soler, fondista del Club Atlètic Manresa, de 26 años, y que hace tres estudió Biología en la Universidad de Dakota del Sur, nos explica que “allí la temporada de cross va de octubre a diciembre, de enero a marzo la pista cubierta y, hasta mayo, las competiciones al aire libre. En ese sentido creo que es un sistema competitivo más ordenado que el nuestro; aquí el cross y la pista cubierta se solapan”.
Meritxell nos descubre que “un curso en mi universidad costaba 40.000 dólares anuales. Por ello, muchos estudiantes ven en la práctica del deporte de alto nivel una vía para poder costearse los estudios, pues de otro modo tal vez nunca llegarían a licenciarse, a no ser que estén económicamente muy bien respaldados. En Estados Unidos hay muchas familias que se hipotecan para que sus hijos lleguen a la universidad”.
Sobre el mito de que en el deporte universitario yankee hacen competir mucho y siempre al máximo, Meritxell nos cuenta que “si tu universidad está en Primera División, suele ser así, pero la mía estaba en Segunda División, y esa presión no la noté tanto; sólo en los campeonatos realmente relevantes, estatales o nacionales, me sentía exigida”. Por su parte, el mediofondista Antonio López, de 18 años, del Fútbol Club Barcelona, que el año pasado estudió en el instituto Charlie J. Colgan High School de Manassas (Virginia), relata que “estar allí fue una gran experiencia, pero tuve que competir unas 30 veces durante el curso académico; ahora mismo no creo que realice estudios universitarios en Estados Unidos porque posiblemente me obligarían a competir bastante y no quiero quemar etapas muy deprisa”.
Un dato que nos revela Meritxell es que, “de todas las integrantes de mi equipo de fondo, sólo una continuó luego en la alta competición, tratando de ser profesional. Allí no suele existir ni una cultura ni una estructura de deporte de club como la concebimos en España, así que, cuando los atletas finalizan sus estudios, si no logran ser profesionales suelen dejar de competir a alto nivel. Para ellos el alto rendimiento queda como algo maravilloso que hicieron durante una etapa de su juventud.”
En resumen, en Estados Unidos el deportista está más atendido mientras sigue sus estudios de secundaria y universitarios pero, una vez superada esa fase, si no se pasa al profesionalismo, realizar deporte ya no de alta, si no de media competición, es mucho más complicado que aquí. Aquí el deporte lo sostienen los clubes. Allí, los centros educativos.