CORREDOR BUSCA ENTRENADOR
AHORA QUE EL MOVIMIENTO “RUNNER” parece que ha llegado a nuestras vidas para quedarse, son muchos los corredores que se plantean una mejora de sus performances y para ello acuden a los profesionales a fin de que les orienten en cómo mejorar esos minutos en las distancias más demandadas, como el 10K, el medio maratón o el maratón.
Pero ¿qué buscamos a la hora de decantarnos por un entrenador u otro? ¿Nos fijamos en su currículum y sus conocimientos, en su experiencia como corredor de esas distancias o en los resultados obtenidos con los atletas/ corredores que entrenan? ¿Pensamos que si ha obtenido grandes registros será un mejor entrenador? ¿O preferimos fijarnos en los éxitos conseguidos con sus pupilos?
En otras profesiones, se me viene a la cabeza la de médico. Si tenemos oportunidad de elegir, elegimos en función de las recomendaciones que nos llegan y, al mismo tiempo, vemos sus resultados o su porcentaje de éxitos (por ejemplo, un traumatólogo que hace que sus pacientes hayan vuelto a correr tras una operación, por poner un ejemplo que nos puede resultar cercano a los atletas). Damos por hecho sus estudios y su titulación, por supuesto, como ha de ocurrir con los profesionales de la educación física. Pero un médico ha estudiado las enfermedades y las lesiones según la especialidad que ejerza, pero no ha necesitado sufrirlas en sus carnes, no tiene una experiencia personal con las dolencias o las lesiones que diagnostica.
A LA BÚSQUEDA DEL BINOMIO PERFECTO